Trilogía: A Través Del Tiempo

By AliceeHearts

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En un reino, hace muchos ayeres, había algo que todos ignoraban: una niña luchando contra sí misma a causa de... More

❅Aclaraciones antes de leer❅
Trilogía "A Través del Tiempo"
Sinopsis: La Reina de las Nieves
Dedicatoria
Playlist ATDT I: La Reina de las Nieves
Prólogo
1 Tengo que intentarlo
2 Ella era como él
4 Es imposible
5 Los niños creen lo que dicen los cuentos
6 La quería a ella a su lado
7 Y sus ojos se encontraron
8 El frío no le molestaba
9 Su posible nueva amiga
10 Esconde, no sientas y no dejes que sepan
11 Cree en mí
12 Un castigo para el reino
13 La vida del rey
14 Días transformados en desesperanza
15 Mentiroso
16 La bella durmiente
17 Anna se había quedado sola
18 Hans de las Islas del Sur
19 Es peligroso soñar
20 ¡Silencio!
21 No fue el único en despertar
22 ¡Soy libre!
23 ¿Qué vas a saber tú de amor?
24 Por una vez trata de confiar
25 Monstruo
26 Su propia familia mágica
27 Cuida de mi hermana
28 Amor
29 Azules como apatitas
30 Amenazas que convertir en verdad [FIN DEL LIBRO 1]
Sinopsis: El Espíritu y el Viento
Dedicatoria
Playlist ATDT II: El Espíritu y el Viento
31 ¿Quién más?
32 Siempre lo pensé como un cuento
33 Tengo que encontrarlo
34 Suena como un estúpido
35 Deja que te ayude
36 Hacia lo desconocido
37 Ve
38 No me dejes solo
39 Debí haber estado contigo
40 Para mí no es suficiente
41 Ya no existen
42 Princesas desdichadas
43 No dejaré que te pase nada
44 Creo que lo arruiné todo
45 No lo soporto
46 Creo que ya sabes quién es
47 Tu deseo más grande
48 Secretos
49 También me gustan los abrazos
50 Volviendo a conocernos
51 No era ni soy quién para interferir

3 Podemos protegerla

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By AliceeHearts

No tardaron en escucharse golpes en las puertas. Instintivamente, Jack se colocó delante de las princesas con el cayado al frente. En ese momento lograron entrar un hombre y una mujer al salón, los padres de las niñas. Vieron a su alrededor durante un segundo, impactados, y luego se volvieron a Elsa, sentada en el suelo en medio de aquello, como la responsable de todo lo que podían ver.

—Elsa, ¿qué has hecho? —dijo su padre asumiendo todo lo que pasaba con rapidez. Su madre se llevó ambas manos a la boca reprimiendo un sollozo y corrió hacia las pequeñas aterrada, siendo seguida por su esposo—. ¡Se está saliendo de control!

—¡Fue un accidente! —explicó Elsa nerviosa antes de susurrarle a su hermana con el corazón partido que lo sentía.

La reina se agachó y tomó con precaución a la pequeña herida en brazos, sintió un escalofrío con el primer roce.

—Está helada.

—Sé a dónde ir—anunció el rey con una voz grave.

Los tres se pusieron de pie con rapidez. Elsa y su padre intercambiaron una rápida mirada que ella se sintió obligada a apartar.

—Ve por los caballos, las alcanzó enseguida. Elsa viene también—mandó sin quitarle la vista de encima a la princesa.

Tras un segundo, el rey salió corriendo y la reina miró a su hija mayor con los ojos muy abiertos. Apretó los labios y trató de tomar a Elsa de la mano, pero ésta se apresuró a apartarse y salió disparada detrás de su padre, ignorando por completo los llamados de su madre. La mujer suspiró y apretó a Anna contra su pecho, tratando de darle calor por encima del gran poder que la congelaba. Salió también del salón, dirigiéndose a una dirección diferente.

Nadie más se presentó al lugar del accidente. No se escuchó nada alrededor. Pareciera que los gritos de Elsa sólo hubieran llegado a quién tenían que llegar, y que ellos hubieran estado esperando por el llamado. De otro modo, ¿cómo se habían presentado arreglados tan pronto?

Y todavía quedaban preguntas sin responder en medio de todo ese silencio: ¿Cómo es que no se escuchaba un sólo suspiro de algún curioso? Estaban en un castillo, lo que no faltaría en él serían personas. ¿Por qué había tanta paz en medio de lo que era un caos? ¿Qué estaba pasando exactamente en ese extraño lugar?

—Caballos... —susurró el chico invisible cuando estuvo seguro de estar completamente solo—. ¿Tendrán un Ferrari?

—¡Papá! —escuchó a lo lejos la voz de Elsa. El hielo en el salón no bajaba de intensidad. Era demasiado poderosa. Fue al observar con más atención que vio que el poder la seguía fuera de la habitación, formando un camino azul brillante detrás de los pasos de la princesa.

Sí había algo raro en ese castillo, tal y cómo decían sus amigos. Era imposible que jamás hubiera oído hablar de Elsa. Que su historia se contara solamente entre los muros del palacio y entre cuatro personas. Necesitaba una explicación, claro que sí, por eso no iba dejar el misterio por la mitad. Con gran rapidez salió volando detrás del rastro de hielo, subió las escaleras y entró en un pequeño cuarto en donde al final, Elsa estaba de pie mirando la espalda de su padre, que se movía de un lado a otro leyendo títulos entre dientes de los tantos libros en las estanterías de las paredes. Todo ahí lucía demasiado anticuado, demasiado adecuado para un castillo con muchos años de historia que nadie parecía conocer.

—Fue un accidente—dijo la pequeña alzando la voz entrecortada—. Tropecé y-

—Ahora no, Elsa—la cortó su padre sin prestarle atención, sacando libros y tirándolos al suelo tras hojearlos levemente. Estaba apurado y temblaba, al igual que su hija mayor.

—Anna seguía saltando, no quería hacerle daño—siguió diciendo mientras se frotaba las manos—. Fue un accidente-

—¡Ahora no, Elsa! —le gritó volviéndose hacia ella, silenciándola en un instante. La princesa retrocedió un par de pasos y lo miró con los ojos rojos, incluso Jack se paralizó en la entrada. Creyó que Elsa comenzaría a llorar. No lo hizo.

El rey suspiró al verla en ese estado, se masajeó los ojos con los dedos pulgar e índice y le dijo con voz suave:

—Sé que no querías hacerle daño.

La estaba escuchando.

—Ahora eso no importa, no podemos hacer nada con lo que pasó, lo importante es buscar una solución para lo que pasará, por el bien de Anna. Debes ser fuerte Elsa, esta no será la última vez.

Un sentimiento de alerta inundó a Jack con aquella extraña afirmación, pero por alguna razón la niña se limitó a asentir y mantuvo silencio con la vista baja hasta que su padre encontró el libro que buscaba. De él sacó un mapa con dibujos antiguos y lo guardó en su chaqueta. Después, sin ningún miedo, tomó a Elsa de la mano y salieron del castillo corriendo con el guardián detrás.

Todo se tornó aún más extraño cuando montaron en un par de caballos y no en un auto.

No hubo tiempo suficiente para hacerse más preguntas al respecto, se fueron cabalgando tan rápido como habían montado. Salieron las puertas principales del castillo y cruzaron el puente sobre el agua que los llevaría hasta el centro del reino, pero poco antes de llegar a donde estaría la civilización se desviaron y se adentraron en el bosque.

No se alcanzaban a ver edificios o siquiera luces adornando las casas. Navidad estaba cerca, y Jack no alcanzó a distinguir ningún tipo de bienvenida a ésta como en las grandes ciudades. No vio calles debajo de ellos, ni siquiera a su alrededor, y adivinó que quizá era por eso que montaban y no corrían.

Mantuvo una distancia prudente de los reyes y las princesas, para no alertar a los caballos, ya que generalmente los animales podían verlo. Su alejamiento no le causaba ningún problema, ya que, aun con la oscuridad no alcanzaría a perderse, el rastro de Elsa era constante a pesar de no tocar directamente el suelo, y por donde pasaban el pasto se congelaba y brillaba bajo la luz de la luna.

❅❅❅

Tardaron poco en llegar a su destino. El lugar se encontraba entre las montañas, solitario y misterioso. Era una especie de cráter no natural: una abertura en el suelo, pero plana y sin evidencias de alguna explosión o volcán que lo hubiera causado. Todo alrededor, a pesar de ser solamente rocas, vegetación y fumarolas, parecía estar acomodado de forma específica, como si alguien hubiera ordenado de modo que en el centro quedaba todo despejado, y el alrededor oculto por el vapor, manteniéndolo oculto para quien no lo estuviera buscando.

​La familia desmontó con rapidez y se situó en el centro del lugar. El rey fue el que tomó el frente, con su esposa e hijas detrás, dos de ellas mirando alrededor con precaución. Elsa se apresuró a abrazar la pierna de su padre para sentirse protegida. El hombre tomó aire y dirigiéndose a la nada habló.

​—¡Por favor, ayúdenme! —dijo tratando de mantenerse calmado, con voz alta y clara—. Es mi hija.

​Las piedras de alrededor comenzaron a vibrar. Todas aquellas que tenían forma esférica rodaron hacia ellos, sorprendiéndolos.

El rey acercó a Elsa y a su esposa a él hasta que quedaron rodeados, entonces, las rocas alzaron la cabeza y separaron las extremidades de sus cuerpos, mostrando que el musgo encima de ellas era en realidad su ropa y las viejas hierbas sus cabellos. En un segundo varios pares de ojos los miraron con fijeza y las exclamaciones de asombro comenzaron a escucharse. Eran trolls.

​—Es el rey—anunció la criatura que tenían más cerca. Se repitió la noticia entre varios murmullos de forma que los seres más alejados quedaron enterados.

La reina y Elsa miraron al hombre que las había guiado hasta ese lugar, haciendo mil preguntas con la mirada. Desviaron los ojos en cuanto los trolls se apresuraron en abrirle paso al más antiguo, más sabio y más preparado de todos. El rey se puso en una rodilla sabiendo que era él quien podía ayudarlos. El troll se inclinó lo que su pequeño y redondo cuerpo le permitió y no necesitó varias explicaciones para comenzar. Sentía la magia presente, eso era suficiente para imaginarse lo que había ocurrido.

​—Su majestad—dijo con su vieja voz antes de dirigirse a Elsa—. Tus poderes, ¿de nacimiento o maldición?

​La niña se volvió a su padre en cuanto el ser le tomó la mano, confundida por todo lo que estaba pasando.

​—De nacimiento—tartamudeo rápidamente en respuesta el rey—. Y están creciendo.

​El viejo troll no preguntó nada más, se volvió a la reina, aun de pie, y le indicó que le acercara a Anna. Cuando estuvo a su altura le removió el flequillo y le tocó la frente durante un momento.

​—Por suerte no fue su corazón.

Los padres soltaron el aire, aliviados. Su hija mayor no comprendió porqué, pero por el tono utilizado, supo que el daño no había sido tan grande como temía en un principio.

—Es difícil manipular el corazón, —dijo—, pero es sencillo convencer a la mente—sugirió indirectamente. Antes de que el resto de la familia entendiera, el rey volvió a hablar.

​—Haga lo que sea mejor—aceptó.

La criatura bajo la vista y meditó un segundo. Miró a la familia durante un momento que pareció eterno y comenzó:

​—Yo recomiendo suprimir toda la magia... —dijo rozando la mente de Anna, sacando de ella una luz azulada que alzó por sobre sus cabezas. La luz no tardó en mostrar en su centro imágenes desde la perspectiva de la pequeña, todas mostrando a la misma persona como protagonista: Elsa. Se le veía introduciendo sus poderes en los juegos de ambas una y otra y otra vez—. ...Incluso los recuerdos de la magia para estar seguros.

​Eran sus recuerdos. Y todos vieron como poco a poco cambiaban para lucir lo más normales posible. Aquel muñeco de nieve, Olaf, al que habían construido en el salón de su hogar, ahora se encontraba al aire libre, con más nieve a su alrededor. Las luces que salían de las manos de la princesa se esfumaron, el hielo sobre el que patinaban se transformó en un lago congelado, todo lo que era especial en Elsa fue reemplazado por una muchacha cualquiera que sonreía a su hermana, ofreciéndole un entretenimiento común que, en realidad, no sabía si podía darle.

​—Pero tranquilos, —trató de consolarlos el troll—, la diversión se quedará.

​Dicho eso la luz volvió a la cabeza de Anna y ésta, recuperando el calor, sonrió en sueños.

​—Se pondrá bien—finalizó el viejo.

Casi todos en aquel lugar suspiraron con alivio. Trolls y humanos. Dos no. La primera se aproximó a la criatura. Estaba poco convencida, al borde de la tristeza.

—¿Va a olvidar que tengo poderes? —Preguntó Elsa frotándose las manos.

—Es lo mejor—le dijo su padre con una sonrisa, no alcanzó a notar que por primera vez la niña se miró las manos como si tal vez en ellas no hubiera nada bueno, al contrario de lo que su hermana le solía decir.

—Escúchame, Elsa—la llamó el troll con seriedad, comenzando a mostrar otra imagen sobre ellos—. Tu poder seguirá creciendo...

Esta vez era borrosa, toda de color azul claro, pero se pudo distinguir en ella a una mujer en el centro, moviéndose con elegancia, sacando de sus manos luces, tal y como la pequeña niña. Coronaba con un copo de nieve el cielo.

—Hay algo muy hermoso en él... Pero también muy peligroso.

Elsa sintió un nudo en el estómago recordando la boca de su padre diciéndole que no sería la última vez. Ni para ella, ni para Anna.

—Tienes que aprender a controlarlo—siguió diciendo la criatura con preocupación, ayudándole en nada a calmarse a la princesa.

El copo explotó en color rojo, la mujer se vio rodeada de repente por él, que, sin piedad, se abalanzó sobre ella en forma de voces enfurecidas que la destruyeron. Todos alrededor gritaron de susto, esta vez, Elsa incluida, y de nuevo se refugió en su padre.

—No—sentenció el rey firmemente—. Podemos protegerla.

Elsa sintió como su padre la abrazaba con más fuerza. Se dio cuenta de que él también sentía temor, y aun así, le transmitió seguridad, porque iban a enfrentarlo juntos.

—Ella lo controlará, aprenderá—siguió diciendo—. Hasta entonces, cerraremos las puertas. Reduciremos la servidumbre, limitaremos su contacto con las personas y esconderemos sus poderes de todo el mundo.

Su hija lo miró sin saber bien lo que aquello significaba. Inicialmente todo dentro de ella había sido culpa, ahora, el terror le permitía encontrar esperanza en las palabras del rey, sin importar si no las entendía del todo. Iba a aprender.

No se percató de que las siguientes palabras se dijeron sin mirarla. Más tarde, cuando su padre se las explicara, sabría por qué aquel detalle era tan importante.

—Incluyendo a Anna.

Elsa no se afligió en ese momento, no sabía que su hermana no sólo estaba incluida en la parte del secreto, si no con todo el resto de lo que, a partir de ahora, sería su vida bajo las nuevas reglas del reino.

Lo abrazó más fuerte y dejó que su madre le tomara de la mano, mostrándole apoyo. Poco a poco, el camino de hielo que los había seguido, comenzó a esfumarse.


Tan rápido como habían llegado, se fueron, pero esta vez más calmados, listos para comenzar de nuevo. Fue cuando ya no hubo rastro de la familia real que Pabbie, el viejo y sabio troll, se volvió hacia Jack Frost.

​—¿Por qué esa cara? —le preguntó amablemente.

​El muchacho no se sorprendió porque pudieran verlo. Se había sorprendido cuando resultaron no ser piedras normales y se le había pasado cuando lo había visto usar su magia. Era obvio que eran igual a él. Seres inmortales, escogidos por el Hombre de la Luna.

​Lo miró muy seriamente a la cara, obviamente todos los trolls habían descubierto lo mismo sobre su propia persona, lo supo por el modo en el que murmuraban y lo veían de arriba abajo, tratando de recordar quién era. Cabello blanco y un conjunto moderno y anticuado al mismo tiempo... Era algo difícil de olvidar. No le tomó importancia. En su lugar, se repitió lo dicho en la cabeza y les frunció el ceño, sin estar seguro de cómo responder la pregunta hecha. Después de todo, él no tenía nada que ver.

​—¿Cómo te llamas? —Le preguntó Pabbie con el mismo tono de antes.

​—¿Por qué hiciste eso? —Habló por fin, ignorando como siempre la vocecilla que le decía que lo mejor era irse y olvidar lo sucedido.

​El troll suspiró, sabiendo exactamente qué es lo que molestaba a aquel desconocido.

​—Es lo mejor para ellas.

​—¿Lo mejor para...? —Tuvo que respirar antes de seguir hablando, con sólo abrir la boca se dio cuenta de que estaba enojado y podía comenzar a gritar en cualquier momento—. No, no. Los has asustado con la película que les mostraste.

​—¿Película? —Preguntó con paciencia, sin entender la palabra, pero sí la oración.

​—La imagen de la mujer asesinada.

​—La predicción. Una de muchas.

​—Y le dices que el miedo es lo peor—le recriminó ignorando su corrección antes de añadir sarcásticamente—: Seguro que hoy duerme tranquila.

​—El miedo no se supera sin conocerlo, sabiendo de él puedes enfrentarlo.

​—¿Y cómo? ¿Alejándola de todo a lo que debe de temer? —soltó alzando el tono de su voz, sintiendo el agrio sabor de sus palabras. Elsa viviría atormentada por Anna, y eso no podía estar bien de ninguna forma—. No puede enfrentar nada encerrada.

​—En eso te equivocas—le corrigió con tranquilidad—. Es en su soledad con ella misma dónde enfrentará sus temores.

Jack rodó los ojos exasperado. No compartía la idea de que la soledad pudiera resultar beneficiadora. Para él había sido deprimente, estresante... horrible. Ser parte de otros era lo mejor que le había pasado en la vida. Recordar el haberlo sido en algún momento, también. Al conocer y aceptar su pasado había podido enfrentar su presente.

Se preguntó si Anna sufriría lo mismo al no saber la verdad; si el que Elsa lo negara no le quitaría la confianza... De nuevo, ¿cómo podía ser eso lo mejor para las dos?

—Estarán bien—le dijo el troll. Jack lo miró a los ojos debido a que sus palabras venían cargadas de tristeza a pesar de la seguridad con la que las había dicho—. Pueden no saberlo ahora, pero estaban siendo preparadas para esto. Se ha adelantado, tendrán que crecer más rápido, pero van a estar bien.

—No lo creo. Ya estaban bien. Fue sólo un accidente—dijo recordando a Elsa y sus esfuerzos por explicarse. La obligación que sentía por explicarse—. Elsa no tiene nada malo.

—Claro que no.

—¡¿Entonces por qué le hiciste creer que sí?! —Gritó por fin.

Todos los trolls hicieron silencio. Los murmullos y respiraciones se cortaron, incluso Pabbie se mostró sorprendido. Por primera vez, le costó encontrar las palabras para responder.

Jack no dejó de mirarlo ni por un segundo. Sintió como su mano le dolía por apretar tan fuerte el cayado, pero no aflojó. Estaba furioso como pocas veces en su vida.

Su día se encontraba cubierto de constantes preguntas, decepciones, y extrañas situaciones, pero de todas, aquella le parecía la peor. ¿Cómo se podía perder la fe en alguien por un suceso tan pequeño? Pareciera que estaban buscando una excusa y la pequeña princesa había tenido la mala suerte de dárselas.

El muchacho soltó todo el aire contenido y relajó el cuerpo. De pronto le entró la terrible necesidad de volver con Norte y los demás. Ya tenía suficiente de todo ese drama. De nada serviría enojarse con unos necios por una causa que no era la suya. Así que dio media vuelta y comenzó a alejarse a pie.

Estaba en la entrada del bosque cuando volvió a hablar Pabbie, lo suficientemente alto para que alcanzara a escucharlo.

​—Hay una razón por la que se deja de creer en magia y en seres como nosotros—Jack siguió caminando, fingiendo que no llegaban las palabras hasta él—. Y eso es porque es más fácil aceptar que somos todos iguales a que hay gente diferente. Las diferencias dividen, muchacho. ¡Esperemos que en el futuro no sea así!

Dobló las rodillas y dio un brinco, empezando su vuelo lejos de ahí.


N/A
FELIZ AÑO NUEVO 🎉

Y navidad, o la celebración que practiquen<3

Justo por estas épocas festivas fue que no actualicé, entre visitas, visitar, preparar regalos (por primera vez) y convivir... no me dio la vida.

La próxima vez les avisaré con tiempo para que no crean que lo olvido o que ya voy de impuntual de nuevo.

Pero bueno, ¿qué les pareció el capítulo? A mi por el final me ha entrado la tristeza por la pobre Elsa ;-; y Anna!!! A la que tenía olvidada en la primera versión.

Ahora, si leyeron la primera versión, tal vez noten unos guiños para lo que depara el futuro 7u7

O tal vez ya lo olvidaron y volverán a sorprenderse, de cualquier modo, díganme que piensan!!

La siguiente actualización no será en este fin de semana, sino hasta el que sigue, ya que este debería haber llegado el sábado pero por las vacaciones se los dejo antes :)

Bueno, entonces muchas gracias por leerme, lo hacemos de nuevo el próximo fin, y yo los leo a ustedes en los comentarios. Disfruten y aprovechen mucho este año!!!~<3

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