Cuidaré de ti

By NuriaOrtiz

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Hace algún tiempo, mientras escribia otra de mis novelas, Te amo, Bradley, me llego la Inspiración De Una nue... More

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Olvidar es lo mejor
¡Ya llegan!
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Epílogo
¡NUEVA NOVELA!

Necesidad

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By NuriaOrtiz


Por una vez en días, quería ser egoísta y raptar durante un momento a Emma. Alejarse de su madre y hablar con ella, sin la constante mirada de Sharon sobre ellos. Aunque le gustaba que madre e hija se hubiesen reunido después de tantos años, la extrema vigilancia a la que estaba sometiendo su relación, no le gustaba un pelo a pesar de que fue el quien incentivo aquel comportamiento.

Sin embargo, una cosa era ver un poco como eran las cosas entre ellos, y otra muy distinta mantenerlos en perpetua observación, como si fuesen dos bichos raros a los que debía investigar. La preocupación de Sharon iba mas allá de lo que el podía llegar a manejar. Simplemente estaba llegando a su límite, por que no era capaz de encontrar un solo hueco de tiempo en el cual pudiera estar tranquilamente con Emma a lo largo del día. Y llevaba así cinco largos e interminables días. Por eso propuso esa escapada. Y por eso decidió ir en caballo. Tenía el presentimiento de que Sharon no seria capaz de montar sobre ninguna de sus bestias, y había acertado de lleno. Quizás fuese un poco mezquino por su parte, pero el también tenia derecho a pasar un rato con Emma. Y dado que Sharon no se lo permitía, por que siempre estaba con ella, meter a la mujer en un todoterreno que la llevase al lugar el picnic, mientras Emma y el montaban a caballo, le daría un momento para sentir a Emma a su lado.

Tras ensillar a Goliat y revisar que todo estuviera debidamente puesto, se acerco a su chica, ofreciéndole una mano y una pequeña sonrisa. Ella no dudo un solo segundo en tomar su mano, dejándose guiar por el, se colocaron al costado de Goliat. Se tomo un segundo para presionar un beso en la cabeza de Em, mientras sus manos se acomodaban fácilmente a ambos lados de su abultada barriga. Las patadas de sus hijas no se hicieron esperar, arrancándole una sonrisa aun más grande cuando fue efusivamente saludado por las mellizas. Deslizo sus manos hacia las caderas de Emma, y espero un momento antes de llevarla arriba y sentir como se acomodaba sobre la silla. Debía de ser una vista espectacular, y aunque era una pena que no pudiera verla, podía sentir cada pedacito de ella. Así que no pasaba nada.

Sintió la inquietud de su suegra a su espalda, pero no iba a retroceder en su plan. Quería un poco de tiempo con Emma e iba a conseguirlo fuese como fuese. Aun así, debía interpretar un papel digno de un oscar, para que la mujer no sospechara nada de sus intenciones. Y dado que fue un exitoso empresario junto a su padre, no creía que fuese algo tan difícil de conseguir.

Girando sobre sus talones, cubrió su rostro con una mascara de preocupación.

--¿Esta bien, señora Brynn?

--¿No tienes nada mas seguro en lo que ir?

--Los caballos lo son.

--No para mí.

Tomándose un momento para fingir que meditaba una opción más sencilla para ella, se encogió de hombros.

--Puede ir en coche con alguno de los vaqueros.

--¿Llegaremos al lugar?

--Si. Confíe en ellos.

--De acuerdo. Iré en coche.

--Bien. Emma y yo la esperamos allí.

Dando media vuelta, metió el pie en el estribo, se agarro a la silla y se impulso hacia arriba. Montando a horcajadas sobre la silla, rodeo con los brazos a Emma, quien anteriormente había decidido ir delante a causa de la barriga de las mellizas y azuzo suavemente a Goliat. Dio un rápido silbido y emprendió el camino hacia el lugar en el cual iban a reunirse todos para disfrutar de una tarde en compañía de todos los que vivían en aquel rancho.

No podía catalogar como única familia a Emma, Sean y sus tíos y primos, pues poco a poco, los hombres que trabajaban a diario en el rancho y cuidaban de sus animales, se iban haciendo un hueco en sus corazones. En el de todos. Convivían veinticuatro horas, siete días a la semana. Se veían a menudo y hablaba cada día. Ahora que Emma estaba mejor, los desayunos comunes en la cocina, había vuelto a la normalidad, así que era impensable dejarlos fuera de la ecuación, cuando a familia se refería. Pero si había algo que los hacia aun mas familiares, era la disposición de cada uno de ellos para ayudarle ese mismo día a deshacerse durante un rato de la madre de Emma.

Y para alegría de todos, especialmente suya, el plan había funcionado. Ni siquiera Sean, que era el guardaespaldas de Emma, había ido con ellos. El tipo sabia muy bien lo que era estar distanciado de la persona que amabas y aunque el la tenia al alcance de una mano, la presencia de Sharon limitaba mucho su contacto.

Aferrando las riendas con una sola mano, rodeo a Emma con los brazos y oculto su rostro en el cuello de ella. Ese momento parecía inalcanzable, pues durante esos cinco días, el contacto entre ellos, sin importar cuanta intimidad buscaran, era imposible de conseguir. Los ojos de Sharon siempre estaban a la caza de un nuevo beso o abrazo y era incomodo y un tanto violento, pues se sentía observado y cuestionado.

Esa era la primera muestra de cariño que tenia hacia Emma, que no era observada ni diseminada por los ojos de Sharon. La libertad de poder expresar el amor que sentías por una persona a través de actos, era sorprendentemente placentera. No esperaba que a su edad, tuviera que controlar que hacia y que no alrededor de su pareja y la madre de esta. Pero así había sido. Era como un adolescente al que el padre amenazaba a espaldas de su hija, controlando que no hubiese besos entre ellos y que el único tacto permitido, fuese el de agarrarse las manos. Actualmente, su vida amorosa era exactamente igual.

Pero durante el corto periodo de tiempo que estuviesen montando sobre Goliat, camino al destino que ya tenían marcado, disfrutaría de ese pedacito de libertad que le había otorgado el miedo de Sharon a sus caballos.

Cinco días de escasez iban a volverlo loco, pero aguantaría tanto como pudiera por Emma. Aun así, durante el camino que les quedaba por delante hasta llegar al punto de reunión, iba a disfrutar un poco de la cercanía de su chica.

Beso la piel de su cuello, entrelazo sus dedos y la abrazo contra su pecho tan fuerte como pudo. Era fácilmente reconocible que estaba un poco hambriento de tacto y mimos.

Y aunque a veces las palabras no eran necesarias, en esos días el fue mas verbal que nunca, diciéndole una infinidad de veces, lo mucho que la amaba. Pero aunque le gustaba expresar sus sentimientos, el era mucho mas de las muestra de afecto. Abrazos. Besos. Caricias. Pero todo eso fue rápidamente erradicado bajo la mirada de su suegra. No entendía muy bien por que ocurría, pero si la situación continuaba, tendría que ponerle un alto.

--Alguien se ha levantado más mimoso de lo normal.

Su tono jocoso le hizo sonreír, pero la realidad era que estaba hambriento de contacto. Nunca le había pasado nada parecido y era raro a pesar de que en realidad era un tipo un poco pegajoso, sin embargo nunca sintió esa necesidad alarmante de cariño, como en esos momentos.

Ante su falta de palabras, Emma apoyo una mano sobre su cabeza. El suave toque de su chica, acompañado por su dulce presencia, estaba consiguiendo llenar ese abismo negro de afecto.

--¿Qué pasa?

--Nada.

--¿Sabes que mientes de pena?

Riéndose suavemente, ciño sus brazos en trono a ella.

--No debería de ser así. Recuerda que fui un empresario.

--Pero uno demasiado noble y sincero.

--No siempre.

--Oh... ¿Le has mentido algún cliente?

--Nunca. Pero si a alguno de los empresarios que me topaba en las reuniones.

Emma soltó una corta risilla. Lo conocía demasiado bien, hasta el punto de saber, sin necesidad de que el dijese nada al respecto, de que nunca fue capaz de mentirle a alguno de los clientes que pudo haberse topado de causalidad. El no era esa clase de empresario. Pero no se engañaba, aquella conversación solo intentaba evitar el real problema, uno del cual no quería hablar directamente con ella.

--Solo les dabas de su propia medicina, Noah. No cuenta como mentir.

--Si tú lo dices...

Los dedos de Emma jugaron con su pelo, tirando muy suavemente de los mechones, acariciando y enroscándolos alrededor de su dedo, deslizo sus uñas sobre el cuero cabelludo, enviando un placentero estremecimiento a través de su columna.

--Noah.

--Que.

--¿Hay algo que te molesta?

Si, pero no voy a decírtelo, pensó.

--Si lo hay, dímelo.

--No es nada. ¿Te parece bien si le damos un poco de libertad a Goliat?

Sabia que ella quería preguntar de nuevo e intentar sonsacarle aquello que le preocupaba o molestaba, en este caso, pero no iba a dar su brazo a torcer y no diría nada para que la mujer no se preocupara. Podía resolverlo el solito y lo haría en su momento, en cuanto tuviera la oportunidad de hablar con Sharon sin que Emma estuviera por los alrededores. Pero eso ocurriría después, por ahora se centraría en Emma.

Soltando un largo suspiro de derrota, Emma se reclino un poco contra su pecho. Ella sabia que no conseguiría nada aunque preguntase, así que simplemente decidió dejarlo pasar. Pero solo por ahora. Lo conocía y el lo sabia muy bien, así que estaría esperando la encerrona de Emma, en cualquier bendito momento.

--No dejes que vaya muy deprisa.

--Lo se.

Azuzando al semental para que adquiriera un trote súper ligero para no perturbar a la futura mama, permitió que la suave brisa y la libertad de los prados que los rodeaban, les dieran el necesitado respiro que, por lo menos el, esperaba.

Se sentía tentado de no ir a la reunión que había organizado con todos los vaqueros y la madre de Emma, pero no podía hacer eso. Conocía cuales eran sus posibilidades y darles plantón, no era una de ellas, pese a que la tentación parecía una sirena de emergían en su cabeza, impulsándolo a dar media vuelta y escapar. Sabía que en cuanto pusiera un pie en el rango de visión de su suegra, volvería a ser ese espécimen bajo supervisión materna.

***

Al parecer no todo iba tan bien como ella creía desde un principio. La idea de Noah de traer a su madre, fue estupenda y salio de él, así que ahora no entendía muy bien que era lo que le molestaba. Pero definitivamente, existía algo. De lo contrario, Noah no iría a su alrededor con pies de plomo, como últimamente actuaba. Era tan raro verlo así que empezaba a preocuparse, pero en esos momentos, sobre Goliat, todo parecía haber vuelto a la normalidad.

Y si eso era así, ¿quería decir que el problema era la presencia de su madre? Quizás se había pasado un poco en su curiosidad por ver como eran ellos en el día a día, pues si había notado que no podían estar juntos sin tener los ojos de su madre puestos en ellos, mientras se abrazaban o besaban. Era lógico que sintiera curiosidad por ver como su única hija era tratada por el hombre que ella amaba, pero tampoco hacia falta exagerar ¿verdad?

¿Seria necesario hablar con ella para que dejara ese comportamiento de lado?

Esperaba que ambos se llevaran bien, pero si no era el caso, no podría hacer nada. No todos se llevaban bien en una familia, y dado que ellos dos se conocían desde hacia muy poquito, tenia la esperanza de que todo mejorara con el tiempo.

Por ahora, ella podía hacer algo para ayudar al pobre hombre que tenia a su espalda y que quería hacer bien todo lo que se proponía, aunque eso acabara matándolo. En esos momentos, Noah estaba famélico y no era por que se alimentara mal, sino por que no había recibido todo aquello que mas lo llenaba, durante cinco largos días. El pobre hombre no daba más de si y ella era muy consciente de eso.

Con una pequeña sonrisa en los labios, tiro de las riendas que controlaban a Goliat. El animal obedeció, frenando el trote adquirido gracias a la libertad que Noah le había dado poco antes. Si tenia que resolver algo que le incumbía directamente, lo haría con sumo placer. No podía dejar a Noah en ese estado de hambruna, ni un solo segundo más. Y conocía una muy buena táctica, aunque algo sucia, de hacerlo.

Goliat freno y relincho un tanto molesto por haber sido interrumpido en su pequeño momento de libertad, a pesar de que se pasaba veinticuatro horas al día suelto por los pastos haciendo lo que le daba la gana, como siempre. Turco también paro, mirándolos con sus inocentes ojos marrones, esperaba cualquier movimiento por parte de ellos.

--¿Qué pasa? ¿Te encuentras mal?

--No. Pero voy a ser un poco mala.

No podía ver la cara de su chico, pero estaba segura de que sus cejas estaban arqueadas, preguntándose en silencio a que se refería con eso de ser mala. Y es que no iba a hacer otra cosa que adquirir un poco de intimidad para ellos. No tenían mucho tiempo, pero podían robar una hora o dos del rato que iban a pasar con todos en ese gigantesco picnic. Ellos, o mas bien el, lo necesitaban.

Mirándolo por encima del hombro, comprobó que efectivamente no entendía que quería, pero no le importo. Palmeo su muslo y dijo:

--Baja.

El no replico, simplemente hizo aquello que ella le pidió. Desmonto de Goliat y arqueo sus cejas.

--¿Y ahora que?

--Ahora ayúdame a bajar.

Alzando sus brazos, Noah la ayudo a bajar del temperamental y caprichoso semental. Y una vez que sus pies estuvieron en el suelo, ella miro las alforjas del caballo. Siempre llevaban algunos suministros, así que pillo las dos botellas de agua y los pequeños snacks y miro a Noah mientras alcanzaba el walkie obligatorio que siempre debían llevar con ellos.

El lugar en el cual iban a hacer el picnic no queda muy lejos de donde estaban, y podrían irlos a buscar en coche, así que... ¡hagámoslo! Pensó.

--¿Por qué no libertas a Goliat?

--Emma...

--Tú hazlo.

La cara de Noah era un poema, pero como siempre que ella le pedía algo, lo hizo sin decir ni mu. Desensillo al caballo, le coloco la habitual cabezada de doma natural y espero por más instrucciones.

--Pongamos esto por allá.

Dijo mientras cogia las mantas que cubrían la espalda de Goliat. Turco comenzó a rondarlos, feliz de tenerlos tan cerca, se posiciono al lado de su dueño y espero a pesar de su agitación. El retriever meneaba la cola con la energía que lo caracterizaba, pero permanecía al lado de Noah por si acaso el necesitaba la ayuda de sus ojos.

Noah cogio la silla de montar y la cabeza de cuero que le había quitado a Goliat y dejo que Turco lo guiara por el prado, llevándolo hacia la sombra a la cual ella se dirigía, mientras el semental esperaba pacientemente. Una vez pusieron todo a resguardo del sol, ella miro de nuevo a Noah.

--Deja que se vaya.

--De acuerdo... ¡¿Te has vuelto loca?!

--No. Pero tú si lo harás, si sigues así.

--¿Piensas interrogarme? ¿Por eso me has pedido que liberara a Goliat?

Ella lo miro en silencio. Acercándose poco a poco, agarro las oscuras gafas que ocultaban sus ojos con los dedos y se las quito. Sus fracciones, así como su mirada, eran claras como el agua y se preguntaba por que no lo había visto antes. A veces Noah era capaz de ocultarle las cosas, pero en ocasiones era ella quien no las veía aunque tuviera todas las señales, y esa era una de esas veces.

--Pareces hambriento.

Susurro, dejando caer una mano con las gafas, mantuvo la otra en el atractivo rostro de su chico. Perfilando con las puntas de sus dedos las cejas y el contorno de su cara, dio un paso mas cerca de el, aproximándose tanto como la barriga donde crecían sus mellizas, le permitía.

El intenso calor que desprendía el cuerpo de Noah no era nada nuevo, pero si la agitada sensación que percibía. El aire vibraba a su alrededor y suponía que esa inquietud era la culpable. Y solo había un modo de calmarlo. O al menos eso creía.

Noah se quedo quieto, con los ojos cerrados parecía fundirse bajo las caricias de sus dedos y eso hablaba de lo difícil que lo había tenido al no tener todo aquello que mas necesitaba a diario. Las costumbres se iban perdiendo o difuminando cuando alguien nuevo llegaba a casa y era normal que las cosas que creían normales, no lo fueran cuando existía un par de ojos extras que prestaban atención a cada paso que daban. Suponía que ese era uno de los problemas de Noah, que se contenía por culpa de la presencia de su madre. Y ante la mirada de Sharon, Noah retrocedía. ¡Pero no tenia por qué hacerlo!

Iba a mostrarle que no importaba quien los observara, ellos no tenían por qué cambiar su forma de ser o actuar, solo por la presencia de una tercera persona.

Soltando un largo suspiro, Noah siguió el movimiento de su mano, no queriendo que la caricia acabase, buscaba el tacto de sus dedos casi con desesperación. Conociendo la necesidad de Noah por mantener el contacto, sobretodo ahora que estaba embarazada, comprendía el grado de estrés y necesidad que tuvo que soportar esos cinco días, pero eso se había acabado en el mismo momento en el cual se dio cuenta de que Noah necesitaba tanto de ella.

--Vamos a llegar tarde al picnic.

--No importa.

Era enternecedor saber que el siempre pensaba en ella en primer lugar. Sin importar cuantas ganas tuviera de pasar tiempo a su lado, conocía lo mucho que disfrutaba de la visita de su madre y del tiempo que quería estar con ella, y aunque alejarse de ella lo fuese matando poco a poco, el decía su tiempo y lugar a Sharon para que ambas recuperaran la relación que tantos años lejos había estancado. Aunque después de pedir disculpas por su estupidez al haber decidido mudarse con un hombre que no la quería en absoluto y que hizo de su vida un infierno, todo volvió a la normalidad. Hablaron durante horas y volvieron a conectar. Y eso era, más o menos, lo que necesitaba hacer con Noah en esos momentos.

A su lado, Goliat pareció captar de qué iba todo aquello, por que sin necesidad de que nadie le dijese nada, el precioso semental troto hacia una línea de árboles que iba a proporcionarle un poco más de sombra. En esa dirección había agua con la que pudiera refrescarse, así que ninguno de los dos dijo nada cuando el animal se alejo campante por los verdes y brillantes prados. Tenían una hora más o menos hasta que averiguaran que ocurría y fuesen a buscarlos, así que iban a aprovechar esa hora al máximo.

No tenían mucho con lo que hacer un picnic privado, pero esos pocos elementos eran suficientes para ellos, pues solo querían un poco de tiempo a solas. Noah lo necesitaba y ella iba a dárselo.

Juntos, acompañados de Turco quien no se separaba del lado de su dueño, caminaron hasta encontrar un lugar mucho más confortable en el cual sentarse y esperara a que todo el mundo se diera cuenta de que ellos no llegaban. Se percatarían de ello tarde o temprano, y aunque presentía que solo necesitaban silbar par que Goliat regresase a su lado, no lo harían.

Y aunque quería saber que pensaba y sentía Noah en esos momentos, no lo haría. El no parecía dispuesto a hablar y aunque sabia como sonsacarle las cosas, respetaba su decisión de guardar silencio a pesar de que eso la ponía un poco nerviosa.

***

--Si hay algo que te preocupe, dímelo. Si hay algo que te moleste, dilo. No te calles, Noah.

Sin importar el número de veces que intentara ocultarle algo, ella parecía adivinar a través de su silencio y ese día no había sido distinto. Aunque no parecía que fuese a pincharle hasta sonsacar que era lo que le ocurría, estaba claro que se hacia una idea bastante clara.

Y aunque le gustaría contarle que ocurría, no le parecía bien pues conocía la ilusión que embargaba a su chica el tener a su madre en casa. Y aunque Sharon no era una mala persona, la intensidad bajo la que era escrutado por los ojos de esa madre, era demasiado fuerte. Llegando al punto de la incomodidad.

Pero eso era algo que iba a resolver el mismo. Simplemente tenia que hablar de ello con Sharon, pues no era ni normal ni bueno, que aquello continuase por más días. Ser un bicho bajo inspección, había llegado a su fin.

--Noah... ¿Me has oído?

--Si.

--¿Seguro?

--He oído todo lo que has dicho.

--Bien. Pues venga, comienza a hablar.

Con una pequeña sonrisa en los labios, se inclino hacia ella y la beso dulcemente en la boca. Ese efímero contacto fue un destello dentro de su pecho que hacia demasiado que no sentía. Estaba extasiado y embriagado por Emma, por que llevaba demasiado tiempo sin poder besarla, y cuando ella suspiro, supo que no era el único que lo había notado.

--¿Cuánto hacia que no me besabas?

--Demasiado tiempo.

--Demasiado.

Asintió Emma, dándole la completa razón con un suave susurro. Aunque ella no se había dado cuenta de lo que le ocurría hasta ahora, eso no quería decir que no notara los efectos de lo que pasaba. Estaba claro, por ese quedo susurro, que sentía la falta de contacto entre ellos.

Sabiendo lo mucho que ella disfrutaba verlos, abrió sus ojos, escuchando el dulce suspiro que choco contra sus labios cuando ella se alzo sobre sus puntillas para verlos mejor.

--Son tan hermosos.

--Aun no entiendo que es lo que ves en ellos.

--Es sencillo. Son preciosos y me dejan ver que es lo que sientes y piensas.

--Mmm... creo que esos es un poco injusto.

Ella se rió, besando fugazmente sus labios, acuno su cara con ambas manos.

--Para ti, desde luego, cariño. Pero para mi es una clara ventaja, por que cuando te quedas callado y te conviertes en una isla, me ayudan a llegar a ti.

--Eres una pequeña tramposa.

--¡Claro que no!

--Si lo eres. Pero no me importa.

Susurro, inclinando hacia ella mientras rodeaba su cintura con los brazos, beso sus labios con dulzura, sintiendo la suavidad de su boca contra la suya, cerro los ojos y dejo que sus cuerpos, esos que parecían tan necesitados el uno del otro, hablasen por si mismo en su propio lenguaje. Uno que ambos disfrutaban y comprendían sin necesidad de mas palabras de por medio, pues aunque estas eran buenas para expresar algunas cosas, a veces los movimientos del cuerpo, podían hacerlo igual de bien que las palabras.

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