Cuidaré de ti

By NuriaOrtiz

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Hace algún tiempo, mientras escribia otra de mis novelas, Te amo, Bradley, me llego la Inspiración De Una nue... More

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¡No mueras!
Un poco de esperanza
Olvidar es lo mejor
¡Ya llegan!
Familia
Epílogo
¡NUEVA NOVELA!

Necesidad de Venganza

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By NuriaOrtiz


El canto suave de las aves que revoloteaban a su alrededor, se convertía en el acompañante perfecto para las caricias proporcionadas a un ofuscado hombretón. Noah farfullaba, y se quejaba. Juraba que se encontraría con Bobby para partirle la crisma de algún puñetazo o que cumpliría con lo prometido, infinidad de meses atrás, sobre la posibilidad de pasarle un coche por encima.

A decir verdad, ambas propuestas le parecían aceptables, pese a que estaba totalmente en contra de la violencia. Pero nadie le negaría que Bobby se merecía encontrar la horma de su zapato, para que le pusieran en vereda y comprendiera el dolor que infligía, no solo con sus puños, sino con sus actos. Ella no recibió de él, únicamente golpes. La hundió emocional y psicológicamente, tantas veces como quiso. La convirtió en un pelele. Un trapo manejable y desechable. Ella no tenía ni voz ni voto en nada en lo referente a su propia vida, e incluso esta, le pertenecía. Durante los tres años de maltrato, en ningún momento fue capaz de plantar cara, hasta el último minuto, cuando comprendió, encerrada en aquel armario, que si no gritaba, esa misma noche, mientras los pasos de los agentes se alejaban, moriría.

Y no quería eso para sí misma. Harta de golpes y vejaciones, grito. Grito por dolor. Grito por miedo. Grito hasta desgarrar sus cuerdas vocales, por la libertad que le aguardaba al otro lado de la puerta. Magullada, morada y rota, iba a salir viva de aquel agujero, para renacer como una nueva mujer. Y lo consiguió. Con ayuda, pero lo hizo.

Así que mientras intentaba calmar a Noah, deslizando sus dedos entre las rubias hebras de su pelo, mantuvo una mano sobre el esternón del hombre, donde sentir el orgulloso latido de un corazón indignado por su pasado.

--¿Enserio te enfadarías si voy a buscarlo?

--Si.

--¿Por qué? Se merece un par de buenos golpes. Dejarlo tonto, no seria ningún problema ¿No?

--Pero él no es digno de que te manches las manos con su sangre.

Murmuro, segura de que si esos dos se encontraban, los golpes propinados, mancharían de rojo la piel de los nudillos del agredido y agresor.

--Emma...

Mirando hacia abajo, perfilo las cejas de Noah mientras hablaba.

--No te voy a detener si, por cosas de la vida, nos lo cruzamos. Y siempre y cuando el haga algo en nuestra contra, tu podrás hacerlo en la suya, pero mientras no sea así, déjalo.

Hacía muy poquito, le había dicho más o menos lo mismo, pero él no cejaba en su empeño de saldar cuentas con Bobby. Era enternecedor, saber que daba la cara por ella de esa manera, pero no quería que Noah se acercara demasiado a la violencia. No tenía miedo de él, y sabia que nunca le haría daño, pero pensar en violencia, producía un sudor frio que cubría toda la piel de su cuerpo, por culpa del miedo.

Por otro lado, pese a que Noah era un hombre grande, en todos los sentidos, estaría en una clara desventaja, frente a un rufián como su ex-pareja. Bobby no dudaría en usar cualquier truco contra Noah, para ganar la pelea o simplemente para hacerle más daño del necesario. El era así. Era un profesional del juego sucio, y no creía que Noah fuese capaz de usar semejante artimañas, solo para darle su merecido. Siendo tan noble como era, no lo veía capaz de algo semejante.

--¿Podemos dejar este tema? Por favor, Noah.

--¡Pero es que no entiendo porque no quieres que le dé su merecido!

Rodando los ojos, negó con rendición y suspiro.

--¿Sabes qué? Me rindo. Ya hemos hablado de esto dos veces desde que nos hemos acomodado aquí, y tú sigues en tus trece. Haz lo que te dé la gana.

--Pero así no me quedo a gusto.

Exasperada por la situación, alzo sus manos al aire mientras preguntaba.

--¿Entonces qué quieres?

--Que lo apruebes.

--Pues no lo hago.

--¿Por qué?

Era tan insistente, que tenía ganas de pellizcarlo para que despertara de una buena vez. Apoyándose contra el enorme tronco, pensó en ella durante un segundo, pues lo tenía bastante claro.

--No quiero que te impliques con nada violento.

Por un segundo, Noah dejo de respirar. Irguiendo su espalda del mullido suelo de hierba que lo acogía, Noah se giro hacia ella con un profundo ceño entre sus ojos de hielo viejo. Las gafas, las mantenía ella a un lado.

--¿Tienes miedo de que me vuelva como él?

--Mmm... No. No es eso. Para ser como Bobby, primero tienes que ser una mala persona, y tú no lo eres, Noah. Pero... Quizás sea una estupidez, pero tengo miedo de que si experimentas algo así, te termine gustado la sensación que produce. El poder y todo eso.

--Pero no tienes miedo de mí.

--¡Claro que no!

--Es decir, que solo te asusta que pueda cogerle el gustillo a la adrenalina que producen las peleas ¿Es eso?

--Mas o menos.

El asintió por un momento, inflo su pecho con una profunda bocanada de aire y la expuso en forma de pregunta.

--¡¿Te has vuelto loca?!

--¿Qué? ¡No! Estoy perfectamente cuerda, ¿Sabes?

--No lo estas, si piensas que podría aficionarme a eso. ¿No confías en mí?

--Lo hago, pero a veces la lógica no está de mi parte, ¿De acuerdo?

El ceño de Noah se fue suavizando poco a poco, sustituido por una pequeña sonrisa, que produjo el efecto de un ataque. Lanzándose sobre ella, uso la palma de una de sus manos para parar la caída, mientras la otra se acomodaba en el centro de su espalda. Bajándola suavemente al suelo, Noah la cubrió con su cuerpo.

--Olvídate de todas esas locuras. Si me lio a golpes con Mierdi-Bobby, es únicamente para demostrarle que ya no estás sola. Darle un buen escarmiento para que ninguna mujer pase por lo mismo que pasaste tú, solo por haber salido con ese gilipollas. ¿Lo entiendes? No es por placer. No es por gusto. Es por la necesidad de cerrar un capítulo. O más bien, una historia.

Dicho así tenía sentido, pero se sentía reacia a ello. No porque Bobby le diese pena, sino porque no quería que Noah se mezclase con una parte de su pasado. Estaba viviendo un presente increíble y maravilloso, y no quería intermediarios del pasado. Solo quería seguir viviendo una vida plena y feliz junto al futuro padre de sus hijos, y mientras Bobby no moviera un solo dedo en su dirección, entonces no importaba que el siguiera respirando el aire de la misma ciudad que ella. Juntar a Noah y Bobby, podía llegar a ser catastrófico. Y al ser tan consciente de eso, le daba miedo que sucediera.

Con los ojos clavados en la mirada de hielo viejo que se presentaba ante ella, desnuda y rotunda, ella cedió. No solo por el convencimiento extremo de que Noah no caería en la adrenalina que a muchos hombres les proporcionaba pelear, sino por sus palabras. Las cuales la habían terminado convenciendo de que el no iba a hacer nada malo. Al menos no del todo.

Suspirando contra los llenos labios del hombre, deslizo las palmas de sus manos sobre los costados y hacia arriba por la extensa espalda de Noah.

--¿Si cedo... Prometes no llevarlo todo demasiado lejos?

--Mmm...

Conjurando una expresión de consideración, ella pellizco el firme trasero de su chico. Ganándose una sonora carcajada, fue recompensada por un largo y dulce beso.

--Solo le pegare, si se acerca a ti. ¿Eso te basta?

--Es lo mejor que me puedes ofrecer, así que no queda de otra ¿Verdad?

--Si, por que no voy a ceder. Si hace algo para dañarte, lo matare a golpes.

--¡Habíamos quedado que nada de exageraciones!

--¿Cuándo he prometido eso?

Inquirió el con una radiante sonrisa, mientras se incorporaba con rapidez. Saltando sobre sus pies, Noah se estiro. Respiro en profundidad, y dejo ir el aire a través de sus labios en un suave soplido. A simple vista, parecía mucho más tranquilo. Lo que era bueno, pues había conseguido calmar un poco el instinto homicida que había surgido tras su revelación.

Dado que no quería mezclar una etapa con otra, y necesitaba olvidar por completo esos años nefastos de su vida, no quiso hablar sobre el tema. Guardándose para si todos esos detalles, que la habían llevado a una pequeña recaída, por culpa de un momento efímero en el cual no se sentía tan libre, como en realidad era. No iba a echarle la culpa al embarazo, que era quien le impidió salir de su casa, sino más bien a ella misma, por no abrirse y hablar de todo lo que concernía sus miedos.

Probaría a hablar con un especialista, para solventar esos momentos en los cuales pudiera recaer de nuevo en algo que ya tenía cerrado y sellado, por que se negaba a que ese momento de su vida, le chafara todo lo que había conseguido hasta ahora al lado de Noah.

***

La máscara de "tranquilidad" que se coloco para ocultar sus verdaderas intenciones a Emma, debía de ser magnifica, si Emma no había cuestionado su "buen humor". Pero la verdad era que su temperamento hervía tan fuerte, que era como tener un pozo incandescente de burbujeante lava, a punto de detonar a causa de los pocos, pero dolorosos, detalles que Emma le proporciono.

En el transcurso del tiempo que llevaban juntos, un año y medio, mucho menos de noviazgo, Emma nunca había dado detalles de cómo fue su vida junto al imbécil de Mierdi-Bobby, y ahora entendía por qué. Con solo saber esos pocos retazos de su vida pasada, el estaba más que listo para salir y reventar la cabeza de un hombre en particular. Siendo consciente de lo poco que apreciaba Emma la violencia, no podía evitar ofrecerse a ella, cuando tenía unos motivos tan fuertes para usarla a plena potencia. Tenían el respaldo de Sean, puesto que el guardaespaldas hacia un trabajo increíble a la hora de proteger a Emma, pero una repentina, o quizás no tanto, lo empujaba a tomar represalias contra el tipo que le hizo tanto daño a la mujer que amaba.

No se engañaba, esa necesidad no era solo por proteger a Emma, sino también a los bebes que esta llevaba dentro. ¿Quién le decía a él, que un hombre capaz de golpear a una mujer, no era capaz de hacer lo mismo con dos indefensos bebes, o con una mujer embarazada? Mandar a Bobby al otro barrio, o al menos a una cárcel de máxima seguridad, le daría una paz mental tan brutal, que solo pensando en ello, comenzaba a marearse. Pero por el momento, y al menos durante ese ratillo, dejaría pasar todas esas preocupaciones, para centrarse únicamente en Emma y la cita que aun tenían entre manos. O al menos lo intentaría.

Aun tenían muchas cosas de que hablar y al parecer, muchas cosas que sanar, pero no todo tenía que ser resuelto aquí y ahora.

--¿Seguimos con nuestro paseo?

Pregunto, tendiendo su mano con la palma hacia arriba, espero a que Emma aceptara la oferta silenciosa de su ayuda, para auparla sobre sus pies, En pie, Emma soltó un suave suspiro, mientras le rodeaba la cintura con los brazos y apoyaba la mejilla contra su pecho.

--Voy a suponer que, por ahora, quieres dejar pasar lo que te he contado. No era mi intención ponerte de mal humor. A decir verdad... No quería contarte nada de esto, porque no quiero mezclar los momentos más tristes y difíciles de mí vida, con lo mejor que me ha pasado en la vida.

Sus palabras, formuladas tan suaves como el tacto de su piel, lo dejaron KO por un momento. Esperaba haber hecho un mejor trabajo ocultando sus emociones.

--No he conseguido ocultarlo ¿Eh?

--Mmm... No. Eres muy malo en ello, cariño. Pero agradezco el esfuerzo.

Rodeando los hombros de Emma, apoyo la barbilla en la cima de su cabeza. Con una pequeña sonrisa, rodeo los hombros de Emma con los brazos y apoyo la barbilla en la cima de su cabeza.

--Odio que pesaras por tanto. Detesto el hecho de que un gilipollas de mi mismo género, te hiciera sufrir tanto. Sé que lo que me has contado, no es ni la decima parte de todo lo que has tenido que soportar, así que no puedo evitar sentirme frustrado y cabreado. Quiero matarlo, Emma. Quiero hacerle pasar por cada cosa que él te hizo. Y no puedo luchar contra ello.

Cuando la última palabra salió de su boca, se encogió automáticamente a la espera de que Emma se asustara por sus oscuros pensamientos, pero no lo hizo. Su confesión tenía mucho coraje, puesto que conocía, mínimamente, el alcance del daño sufrido, sin embargo no podía dar marcha atrás y refrenarse, pues sabía que era imposible. Así que cuando ella se acurruco en sus brazos, en vez de alejarse aterrorizada por sus deseos de venganza, se relajo.

Cerrando los ojos por un momento, beso la frente de Emma y echo la cabeza hacia atrás. Aquel mismo momento, era una prueba de la mejoría de Emma, puesto que pese a su duro tono y la implicación de sus palabras, ella no había retrocedido. Estaba de pie, entre sus brazos, y se mostraba tranquila, pese a saber los deseos que corrían en esos momentos por su sistema, ansiando hacerle daño, al que una vez, le hizo daño a ella.

--¿Quieres regresar a casa?

La pregunta, suavemente formulada, le dijo que tenía que apartar por ahora el momento, todo lo relacionado con esa conversación. Olvidarse de ello sería imposible, pero si podía correr un tupido velo durante un ratillo y obviar que esa información existía y que estaba corroyendo su interior ante tal conocimiento. Sería difícil pero, por ella, tenía que intentarlo.

--No, la cita aun no ha terminado, a no ser que estés cansada.

--No lo estoy.

--Entonces, sigamos con nuestro paseo.

Centrarse en un pasado ya casi clausurado, no les aportaría nada bueno a ninguno de los dos, y en realidad, el que seguía pensando en ello, era él. Habían salido por Emma y eso era en lo único en lo que se tenía que centrar.

Alejándose de la sombra que les había dado cobijo durante esa conversación, pusieron rumbo a algún punto desconocido de los alrededores. No habían descubierto todos los lugares que tenía que ofrecer todas aquellas tierras, pero ese le parecía un momento tan bueno, como cualquier otro.

Los pocos, pero concisos detalles de una etapa de vida, muy dura y peligrosa, donde estuvo a punto de perecer bajo las manos de una miserable mierdecilla, pero dejando eso a un lado, ella ahora estaba bien. Iba a ser mama y él se dejaría la piel haciéndola feliz. Esa era una de las metas en su vida. Hacer feliz a la mujer que tan feliz lo hacía.

A lomos de Goliat, con Emma sentada frente a él, inclino su cuerpo hacia delante y oculto su rostro en el cuello de ella. Besando la suave piel, ciño sus brazos y la escucho reír.

--¿Tienes miedo de que me escape?

Pregunto, removiéndose ligeramente en su agarre.

--¿Demasiado apretado?

--No. Solo me hace pensar que por mucho que lo intentes, no vas a conseguir dejar de lado lo que ha pasado antes.

--Lo siento.

--Está bien, Noah. No pasa nada. Regresemos.

--No, es nuestra cita y...

--No es una cita, si una de las partes no está en ella. Y tu mente no está aquí ¿Verdad?

--No.

--Pues eso. Volvamos.

Eres un capullo, Noah, pensó con un suspiro. Deja atrás lo que te ha contado, no tiene solución. Lo pasado, pasado era, y aunque está claro que iba a dar carpetazo a esa parte de la vida de Emma, con sus propias manos, tenía que hacer un pequeño esfuerzo por dejarlo pasar por ahora.

Harto de sí mismo y con una necesidad acuciante de no despilfarrar ese momento con Emma, soltó una de sus manos de las riendas que se unían a Goliat y guio la mano más pequeña de Emma, hacia la cinta de cuero. Apretando suavemente los dedos de ella alrededor del cuero, apoyo su barbilla en el hombro de Emma y beso su cuello. Hasta aquí llega la tontería, Noah, se dijo a sí mismo, con la única intención de cerrar definitivamente esa puerta que acababan de abrir y para la cual aun no estaban listos para mirar en su interior.

--Guíanos.

--¿Qué?

--Tu has visto mas de este lugar que yo, y siendo ciego no es difícil, pero conoces sitios que yo no he visitado ¿Verdad?

--Si pero... ¿No nos íbamos a casa?

--En absoluto, cariño. Así que guíanos, pero no olvides que el arroyo está vetado.

Emma se rio, cogiendo las riendas de cuero con suma tranquilidad y firmeza, azuzo a Goliat a un paso tranquilo, por el medio del prado que atravesaban. La brisa, el sonido de las hojas, la potencia refrenada de Goliat bajo sus traseros y la suave respiración de Emma mientras manejaba al temperamental semental, lo ayudaban a dejar atrás las cosas del pasado. Apartar esos malos recuerdos, era la cura que Emma había encontrado para sanar las heridas infligidas hacia ya tanto tiempo y que ya habían dejado de sangrar. Y si Emma fue capaz de hacerlo, habiendo sido la victima principal de todo ello, ¿por qué el no podía?

Ahogarse en odio por culpa de un imbécil, no le haría ningún bien ni a él ni a Emma. Así que hasta que pudiera ponerle las manos encima a Mierdi-Bobby, esperaría pacientemente a que la oportunidad llegase, y mientras tanto, viviría la hermosa vida que Emma le estaba dando. Su sueño se cumplía día a día y mientras esas horas pasaban, la vida era creada dentro de ella, formando dos preciosos y pequeños bebes que eran parte de ellos mismos. Meses atrás, convertirse en padre de un par de mellizos, era algo impensable para él, puesto que tenía miedo a que heredaran su ceguera, pero con la llegada de Emma, hubo cosas que descubrió y que realizo para su propio bien, que le hicieron ser consciente de que el no tenia por que tener miedo de convertirse en padre. La llegada de Emma a su vida, supuso un giro de ciento ochenta grados que había estado esperando durante demasiado tiempo, pero que nunca llego por sí solo, hasta que ella apareció. Creo senderos hacia un mundo totalmente desconocido, y por ello, le estaría eternamente agradecido.

Y así, al ritmo lento que Emma le marcaba a Goliat, llegaron a un lugar, un punto en el interior del pequeño bosquecillo, por el que corría un pequeño riachuelo, si tenía que guiarse por el sonido del agua que este portaba.

--Como nos descubra Sean, nos meterás en un lio.

--Esta parte del riachuelo, queda a unos tres kilómetros de donde ellos están. Así que estamos a salvo.

--¿Segura?

--Si. Sean habrá llevado a Kyle a las pozas.

--¿Tenemos pozas?

Suavemente, Emma se rio recostándose un poco mas contra él. Junto a Sean, Emma había estado explorando el terreno que adquirieron para comenzar una nueva vida, y donde pretendían criar a sus futuros hijos. Estaba claro que las excursiones junto a su guardaespaldas, mientras este le enseñaba a montar a caballo, habían dado sus frutos, puesto que conocía lugares mágicos, como las mencionadas pozas. Él ni siquiera sabía que tenían algo así en el rancho. Si conocía la existencia de una fuente de agua natural, pero no que tenían pozas para bañarse.

Aunque aquello era gracias a las salidas de Emma con Sean, era muy consciente que se había estado centrado demasiado en el rancho. Compro la propiedad, para poder vivir tranquilamente y cumplir su sueño de ser un vaquero. Cierto era, que debido a su ceguera, no era capaz de hacer los trabajos que ese trabajo requerían, y por eso se había estado centrado en el manejo del lugar. Lo que implicaban más papeles de los que desearía.

--He estado demasiado tiempo en el despacho y por los alrededores del rancho ¿Verdad?

Era una pregunta que ya tenía respuesta, pero necesitaba la confirmación de una voz familiar, para aceptar de lleno que se había equivocado al distribuir prioridades.

--Un poco.

Soltando un largo suspiro, bajo de la silla y alzo los brazos para ayudar a Emma. Acunando la cintura de la futura mama, y bajo con cuidado a Emma al suelo. Alzando su mano derecha, como si de un juramento se tratase, pronuncio las siguientes palabras:

--Dado que estoy volviendo a las andadas, en cuanto a trabajo, te autorizo a ti Emma, mi gran amor, a patearme el culo fuera de casa, cuando lo creas conveniente.

El estallido de carcajadas fue una sorpresa, pero totalmente comprensible. Eran palabras absurdas, y era muy consciente de ello, pero servían para conseguir una única meta, y era no volver a convertirse en un esclavo del trabajo, como lo era Boston. Cierto era que el rancho necesitaba ser gestionado, pero no tenía que ser todo el día y a todas horas. Y eso era lo que estaba haciendo. Compro la propiedad para disfrutarla, no para olvidarse de lo divertido que era tener una. Las exploraciones. Las excursiones... Cada salida a lomos de un caballo enérgico, era un momento en el cual podía sentir la libertad más absoluta, y se lo estaba perdiendo, por idiota.

Estaba llegando a un punto, en el cual no podría dar marcha atrás.

--Voy a tomar enserio tus palabras.

--Hazlo y líbrame de la esclavitud laboral, por favor.

El humor entre ellos había cambiado de nuevo, lo que quería decir que estaban dejando pasar ese momento amargo en el cual la confesión de una serie de sucesos en la vida anterior de Emma, se iba volviendo cada segundo un poco más brumoso. Llegarían a un punto, donde ambos podrían sacudir su mano en el aire y distorsionar y borrar del todo ese momento, para centrarse en otras cosas. Y eso estaba bien. Muy bien.

--¿Alguna petición mas?

--Si.

--Dime.

--Mmm... En realidad, puedo hacerlo por mí mismo.

Murmuro antes de inclinarse hacia ella y besar sus labios con suavidad. Tenía tiempo para cobrar venganza en nombre de Emma y aunque no era un caballero de brillante armadura, daría su propia vida por la felicidad de ella. Conocer a Emma fue un milagro para él, y cuidaría de esa divina visita, que le cambio la vida, y le proporciono un mundo completo de sueños que antes creía inalcanzables.

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