Cuidaré de ti

By NuriaOrtiz

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Hace algún tiempo, mientras escribia otra de mis novelas, Te amo, Bradley, me llego la Inspiración De Una nue... More

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Necesidad
Fin
¡Picnic!
¿Hacia la felicidad?
El peligro de la locura
Sin arrepentimientos
Antes de...
¡No mueras!
Un poco de esperanza
Olvidar es lo mejor
¡Ya llegan!
Familia
Epílogo
¡NUEVA NOVELA!

Susto

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By NuriaOrtiz


A pesar de que se sentía desinflada como un globo por culpa de la energía perdida a causa de los bebes que albergaba en su interior, se sentía en la obligación de alentarse a sí misma a salir de las cuatro paredes tras las que se refugiaba en medio del malestar que le proporcionaba el embarazo, cada mañana durante cada día de la semana, durante las últimas tres. El cansancio que sufría, sumado a los síntomas del embarazo, hacían de ella una persona sin ganas que se pasaba el día tumbada y durmiendo, por culpa del cansancio. Pero si no comenzaba a tomar consciencia de la necesidad que tenia de moverse, y no empezaba a tomar las riendas de sus días, iba a irle bastante mal.

Así que mientras rezaba por una prolongación del pequeño espacio de bienestar que estaba experimentando después de unos minutos agónicos frentes a la taza del inodoro, camino por los alrededores de la casa, dejando a un muy dormido y cansando Noah en la cama. Los días en los que las nauseas atormentaban sus días, no hacían mella únicamente en ella, puesto que el futuro papa se esforzaba por apoyarla y cuidar de ella, tanto como podía. Sus detalles eran pequeños a ojos de otros, pero un absoluto mundo, a los suyos. La toalla húmeda y fría que el deslizaba por la piel de su cuello cada vez que se postraba de rodillas frente a la taza del inodoro, era imprescindible para comenzar a sentirse un poco mejor. Las galletitas saladas que siempre mantenía a mano para ella. Los boles de fruta. La limonada y las botellas de agua con distintos sabores. Cada detalle le hacía dar un paso más hacia delante, en medio de ese descontrol de síntomas gestacional.

Sin embargo, mantenía una mente positiva, y se decía a si misma cada día que aquello solo era temporal, que solo iban a durar unas pocas semanas en las que tenía que demostrar su fuerza, aunque esta fuese absorbida por dos pequeñas vidas que crecían sin descanso dentro de su útero. Y era por esas dos personitas que ella estaba tan feliz. Iba a convertirse en madre y no había nada más maravilloso que eso.

Poniendo un por delante de otro, camino a lo largo de una de las cercas blancas que rodeaba un de los tantos terrenos divididos que poseían. En ellos debían de estar en completa libertad la pequeña manada de caballos que poseían, entre los cuales se encontraba Goliat, el semental que Noah montaba y al cual le tenía tantísimo cariño, pese a su temperamento hosco con los desconocidos. Ella no había sufrido nunca un mal gesto del animal, pero suponía que eso era gracias a que siempre que montaba su espalda, iba con Noah. De lo contrario, no estaba tan segura de haber salido indemne. Mirando por los alrededores, pudo ver a lo lejos a las dos yeguas, acompañadas por el potrillo Iron, quien estaba a punto de crecer sin control. Sean le tenía mucho cariño al animal y no le extrañaba, pues esa pequeña criaturita era adorable.

Sparks estaba separado de las yeguas, porque era un semental sin una pizca de caballerosidad, y eso en un caballo no era tolerable. Si quería juntarse con las damas, tenía que comenzar a comportarse dignamente, o de lo contrario, cuando quisiera comenzar a tener descendencia, se iba a llevar más de una coz por parte de Melo o Gaspy. Y era normal. Tanta energía, no era buena.

Pasando por delante del granero, siguió el camino central que creaban las vallas, y paro de golpe al oír un relincho furioso desde el interior del establo. Girando hacia el edificio, puso rumbo al lugar, cuando un galope a su espalda, la distrajo.

Montado sobre un inquieto Sparks, Craig, el capataz que trabajaba para ellos y en el cual Noah había puesto su confianza, se acerco.

--¡Buenos días, señora!

Sonriendo hacia el amable vaquero, miro hacia arriba a los ojos castaños. Acercándose un poco para palmear ligeramente Sparks, mientras desistía sobre lo de señora. Por mucho que lo intentase, Craig y los muchachos, no iban a dirigirse a ella, como Emma.

--Buenos días.

--¿Dando un paseo mañanero? He oído que últimamente se encuentra mal. ¿Cómo se encuentra?

Aun no les habían informado a nadie, ni familia ni empleados, que ella estaba embaraza. Iban a esperar a ese mismo día, que tenían la primera cita prenatal, para anunciarlo en una barbacoa. Ella ya había llamado a Mami, para hacer un encargo de galletas con formas de piececillos, para que las mandara a casa de los padres de Noah. De ese modo, ambas familias se enterarían de la noticia, casi al mismo tiempo.

--Estoy un poco mejor, gracias.

El vaquero asintió. Parecía un poco más aliviado al oír su respuesta y eso le alegro. Tenía la esperanza de que ellos pudieran formar una unión semejante a la que los tíos de Noah tenían con sus vaqueros. Si ocurría eso, seria inmensamente feliz, pues ella sabía que el señor Lachlan tenía a sus hombres como parte de su familia.

A lo lejos, en el establo, un nuevo relincho llego a sus oídos, recordándole el por qué había empezado a acercarse al edificio en primer lugar. Mientras caminaba, miro por encimad el hombro a Craig, que parecía un poco confuso.

--¿Tenemos algún caballo malo?

--No, señora. De hecho... El establo debería de estar vacio.

¿Entonces por qué se oye a un caballo? Se pregunto ella, mientras caminaba por el suelo de tierra, hacia el enorme portón de madera que daba entrada al lugar. A su espalda, unos pasos mucho más fuertes que los suyos, le dijo que Craig la estaba acompañando, para saciar la curiosidad del porque un caballo estaba allí dentro, cuando debería estar gozando de la libertad de la cantidad de terreno que tenia para correr.

Nada mas asomarse al interior, su corazón se apretó en un puño al ver a Goliat en uno de los cubiles. Tenía puesto una apretada cabezada, que era obvio, con solo echarle un vistazo, que le estaba haciendo daño en la cara. Al otro lado de la puerta que lo mantenía cautivo, Parker permanecía de pies e impasible ante el sufrimiento del animal.

Su temperamento estallo. Dio un paso a través de la puerta y erupciono.

--¡¿Qué infiernos crees que estás haciendo?!

La sorpresa de saberse pillado, hizo que el chico abriera los ojos de par en par cuando se volvió hacia ella. En el cubil, Goliat relincho una vez más, haciendo un esfuerzo inmenso por dar a conocer su dolor. Ella se acerco al caballo.

--¿Por qué haces esto, Parker? ¿Qué intentas?

--Nada, señora. Solo estaba por ensillarlo para poder ir al padre norte a reparar unas vallas junto a los demás.

Desatando las cintas de cuero que mordían la piel del animal, se giro con los ojos entornados y un enfado descomunal.

--¡Se te dijo que Goliat no podía ser montado por nadie que no fuese Noah! ¿No comprendes las palabras simples o que pasa?

--Señora...

--¡Señora, y una mierda! Si se dice que Goliat no es apto para que lo montéis, es porque no lo es. Es muy sencillo de entender ¿No crees?

Su humor iba volviendo más y más oscuro, al ver como Parker solo quería ganar tiempo para inventar una escusa tras otra. Mirando a Craig, ella señalo al vaquero que intentaba maltratar a Goliat.

--¿Lo has tenido vigilado?

--Si. Es la primera vez que le pillo haciendo algo así, señora, de lo contrario hubiese ido a decírselo al jefe o mejor, lo hubiese despedido directamente.

--Bien.

Mirando de nuevo a Parker, hablo hacia Craig. Quería mantener vigilado a aquel tipo, para que no se acercara nuevamente a ninguno de sus animales.

--Llama al sheriff, voy a poner una denuncia por maltrato animal. Y prepara también su despido.

La boca de Parker se abrió de par en par al oír sus palabras. Sus ojos se abrieron y achicarse al momento, cuando su enfado prevaleció sobre la sorpresa de saberse despedido.

--¡No puede hacer eso!

--Claro que puedo.

--No es mi jefe. El señor McCarter...

--Da la casualidad, de que este terreno y sus animales, son de ambos. Soy propietaria del lugar, y por lo tanto, soy tu jefa. Y tal y como dijo Noah, no voy a permitir que nadie lastime a mis animales.

--¿Y tú qué coño sabes de cómo se debe cuidar de un caballo? Estos animales necesitan disciplina, y...

--¿A eso llamas tu disciplina? Eso es maltrato.

--¿Qué sabrá una mujer y un ciego de cómo cuidar caballos?

Mascullo él. Arqueando una ceja, inflo los pulmones para estallar. Por el rabillo del ojo vio como Craig abría la boca para replicar. Ella sentía la imperiosa necesidad de lanzarse al cuello del tipo arañarle los ojos por el modo despectivo que había dicho ciego, intentando insultar a Noah por su condición, sin embargo Craig la agarro por un brazo.

--¡Cuida tus malditas palabras!

--¡Eso, capullo!

Intervino ella, desde detrás de Craig, puesto que el capataz no le dejaba ponerse delante para pelearse verbalmente con Parker.

--Puede que el señor Noah sea ciego, pero tiene mucho más corazón que cualquier de nosotros. El no cree que los animales sirvan para sacarles dinero, y ha dado una oportunidad de trabajo al pueblo, cuando más lo necesitábamos. No solo eso, esta donando dinero y ayudando. Así que cierra esa bocaza impertinente que tienes, si no quieres que lo haga yo.

Cada palabra dicha por Craig, era cierta. Noah estaba dando dinero a una institución pequeña que ayudaba a los animales que algunos de los ganaderos no quería, porque ya no les daba dinero. Estaba a punto de adoptar a un toro, que como él, era ciego y no servía para los rodeos. El corazón que latía bajo aquel enorme pecho, era gigantesco y bondadoso y a veces, como era caso con Parker, la gente se aprovechaba de él. Pero para eso estaba ella, para frenar a la gente sin escrúpulos que pensaba que podía mangonear al hombre como les placiera.

--Venga ya, Craig. ¡Los ranchos están para sacar dinero! ¿Qué clase de idiota compra uno, si no es para vender cabezas de ganado a los mataderos, o para hacer negocio con los potros y las yeguas? ¿Es que te has vuelto loco?

--No. He abierto los ojos. Me gusta trabajar en un rancho, donde no tengo que tratar a los animales como fajos de billetes.

--¡Son billetes! Son un montón de fajos que ese cegato con mentalidad de Greenpeace, está desperdiciando.

Apretando sus manos en puños, se asomo por un lateral de Craig y grito.

--Y tú no eres más que un idiota con monedas por neuronas. Maltratador. Capullo. Idiota... ¡Neandertal!

Grito con toda la fuerza de la que sus pulmones eran capaces. Frente a ella, el cuerpo de Craig tembló hasta que se carcajeo. Mientras que Goliat, tras ella, se inquieto.

--Buena, jefa. Muy buena.

Parker no pareció recibir bien los insultos. Su rostro se puso rojo por la ira, cuando su cuerpo se tenso bajo la camiseta de algodón, dispuesto a lanzarse a por ella, como un energúmeno. Y cuando lo hizo, el poderoso cuerpo de Craig, lo freno.

Plantando las manos en el pecho del vaquero, el capataz lo empujo hacia la otra punta del establo.

--¿Dónde crees que vas? ¿Piensas golpear a una mujer? Si que has caído bajo, chico. Qué vergüenza.

--¡Cállate, Craig! Voy a darle una lección a esa puta.

Estallo Parker, dando un fuerte tirón a su camiseta, se preparo para una nueva carga, cuando la voz de Sean lleno el lugar.

--¿Por qué no me la das a mi?

Con el alivio que le produjo la cercanía de su guardaespaldas, ella miro hacia la entrada y suspiro. El cabreo de Sean parecía alcanzar niveles insospechados y suponía que cuando acabara de sacar la basura, ella iba a recibir un buen sermón por su parte. Se lo tenía merecido, pues busco pelea con el vaquero, cuando estaba claro que ella no podía meterse en ninguna. No estando embarazada al menos. Pero estaba tan harta de los hombres que se creían dioses que podían controlar todo y a todos, que su temperamento implosiono ante la visión del dolor que Goliat sufría por culpa del tipejo.

Sean camino hacia el interior, con su enrome cuerpo preparado para una pelea corta, donde el saldría como claro vencedor. Sin embargo, Parker no fue capaz de dar dos pasos hacia el guardaespaldas, su instinto de supervivencia se lo impedía.

--¿No ibas a darme una lección? Venga, chico. La espero.

--No, yo...

--Vamos. Adelante.

Parker negó con fuerza, sabiendo que si caía en manos de Sean, se convertiría en un montón sanguinolento sobre el suelo de madera.

Apoyando una mano en la espalda de Craig, miro los ojos castaños cuando este le echo una mirada por encima del hombro.

--Llama al sheriff.

El asintió, sacando un teléfono de uno de los bolsillos delanteros de sus vaqueros, marco rápidamente el numero de la comisaria y se puso a hablar con quien fuese que hubiese contestando. Alejándose por un momento, paso al lado de Sean, y la dejo desprotegida al pensar que Sean tenía todo controlado, dándole un momento a Parker para atacar.

Lanzándose a por ella como si fuese el saco de boxeo que necesitaba para expirar su rabia, Parker la miro con odio mientras daba una zancada en su dirección. Asustada por lo que podría ocurrirles a sus bebes, retrocedió hasta chocar con la puerta cerrada del cubil de Goliat.

--¡Emma, abajo!

Grito Sean. Obedeciendo su orden, se agacho y cerró los ojos mientras se cubría la cabeza con los brazos, escuchando un estruendoso golpe que reverbero sobre el suelo, cuando ambos hombres colisionaron a unos pocos pasos de ella. Los sonidos de la lucha menguaron en cuestión de unos pocos segundos. Atreviéndose a mirar, abrió los ojos con desmesura, cuando vio a Sean a horcajadas sobre la espalda Parker. Los brazos del vaquero estaban retorcidos hacia atrás en una incómoda posición, mientras su mejilla se aplastaba contra el suelo.

--¿Quieres volver a intentar tocarla, campeón? Si lo haces, te romperé el cuello.

Parker mascullo algo que ella no escucho, pero su guardaespaldas sí. Sean tensiono sus brazos, aferrando la tela que cubría los hombros del vaquero lo estampo por segunda vez contra el suelo, inclinándose sobre la cara de chico con fuego en su mirada verde y un rostro amenazador. Nunca había visto a Sean cabreado, y estaba claro que no quería volverlo a ver.

--Inténtalo y acabaras en una bonita caja de pino, sobre la que meare para despedirte.

Escupió Sean, antes de enderezar un poco su espalda y mirarla con preocupación.

--¿Estás bien?

Mirándolo con atención, relajo su cuerpo y se sentó sobre el suelo.

--Si. Gracias.

--Ya hablaremos.

Dijo el guardaespaldas, entornando sus ojos verdes. Si, preveía un numero indecible de horas de sermones, en un futuro cercano, pero no le importaba... Sean le había salvado a ella y a los bebes.

Cuando Craig entro y vio el panorama que había allí, arqueo las cejas y la miro en busca de información. Ella negó con suavidad, aceptando la mano que él le ofreció, cuando se acerco. Poniendo en pie, sintió como sus piernas temblaban bajo su peso. Su corazón aun latía un poco acelerado, pero poco a poco se iba calmando.

--El sheriff está en camino.

--Bien. Traer cuerda. Vamos a atarlo hasta que llegue la patrulla.

--Voy.

--¡Esto es un abuso!

Se quejo Parker, mientras Sean y Craig lo movían para atar sus muñecas. Su guardaespaldas quería asegurarse de que no hiciera nada en contra de ella, y lo agradecía. El susto por el que había pasado minutos antes, aun la tenía un poco temblorosa. Fueron rápidos atando la fina soga sobre las muñecas del vaquero y una vez lo tuvieron inmovilizado sobre el suelo, Sean se puso en pie y camino hacia ella.

Observándolo con atención, comprobó que ni siquiera se despeinado. Estaba claro que Sean tenía un entrenamiento increíble, como guardaespaldas. Y aunque su aparecieran era dura y autoritaria, cuando la abrazo contra su pecho, fue capaz de sentir el ligero temblor que recorría su enorme cuerpo.

--Si vuelves a hacer algo así, voy a decirle a Noah que te nalguee.

Con una pequeña sonrisa, rodeo la cintura de su guardaespaldas y se tranquilizo.

--Gracias por salvarme.

--De nada.

***

Aunque había tenido un paseo movidito, después de ver como se llevaban a Parker, con su pertinente denuncia por maltrato animal, ella y Sean caminaron de vuelta a casa. En silencio, entrando por la puerta y se encontraron con Noah en la cocina. Su chico tenía una taza de café delante de él, mientras que sus dedos tamborileaban sobre la mesa.

--Podrías haberme dicho que te ibas.

Murmuro él cuando le rodeo los hombros por detrás y lo abrazo. Presiono su mejilla contra su oído y asintió.

--Lo siento. No esperaba tardar tanto.

Frente a ella, Sean aqueraba las cejas para incitarla a contarle todo lo sucedido. Apretando por un momento los labios, cedió con un corto suspiro cuando comprendió que no tenia de otra. Noah necesitaba saberlo.

--¿Qué pasa?

--Quiero contarte algo.

Comenzó ella, incorporándose para sentarse a su lado. Noah giro sobre la silla, frunciendo las cejas tras la montura de sus gafas, tenso la parte superior de su cuerpo esperando cualquier golpe que ella estuviese a punto de compartir. Su silencio estaba haciendo estragos en los nervios del hombre, así que con un pequeño suspiro, se soltó.

--He ido a dar un paseo.

Noah asintió despacio, dándole tiempo a que siguiera. Sean rodo los ojos.

--¿Quieres decírselo de una buena vez? Está a punto de saltar fuera su propia piel, Emma.

Mirando a Noah, comprobó que era cierto.

--¡Lo siento! Veras... mientras daba el paseo, e...

--Al grano, Emma.

Pidió Noah, incapaz de esperar.

--He despedido a Parker por que le he visto maltratando a Goliat. La policía se lo ha llevado detenido, porque también me ha atacado y Sean ha tenido que pararle los pies.

La noticia produjo una reacción en Noah, convirtiendo al hombre en una bella estatua, ella fue capaz de ver como las venas bajo la suave piel sobresalían, acompañadas por los tendones que Noah tensaba en un intento vano por controlar su temperamento ante el conocimiento de que tanto ella como los bebes habían estado en peligro y que su caballo había sido maltratado por un idiota al que le dio una segunda oportunidad, al creer que estaba tomándose un comentario un poco más serio de lo normal. Estaba claro que no lo hacía y que ahora se arrepentía de no haberlo echado ese día tres semanas atrás.

Lo echo, hecho estaba y eso demostraba el buen corazón de Noah. Ahora estaba claro que ella también tenía que convertirse en los ojos del hombre, para tratar con todo aquel listillo que intentase aprovecharse de su bondad.

Su chico finalmente se hablo.

--¿Los bebes y tu, estáis bien?

--Si. Sean le pateo el culo antes de que pudiera dar dos pasos seguidos.

Estaba orgullosa de su guardaespaldas y agradecía su presencia, como nunca.

--Pero sería conveniente, que le echaras un señor sermón a tu chica, puesto que mosqueo intencionadamente al tipo.

Dijo Sean, atrayendo la atención de Noah con sus palabras. Ella salto sobre su asiento, poniéndose de pie, señalo a Sean con un dedo.

--¡No ha sido a propósito! Ese idiota estaba diciendo cosas sobre Noah.

--¿Y qué?

Pregunto su chico con voz grave. Bajando la mirada hacia él, vio la preocupación y el enfado en su atractivo rostro.

--¿Qué importa lo que dijera sobre mi? ¡Estas embarazada, Emma! Y ese hombre podría haberte hecho mucho daño. Podríamos haber perdido a los bebes. ¿Has pensado en eso? ¿Qué haría yo sin vosotros, Em? Me convertiría en una sombra sobre esta tierra, porque no sería capaz de seguir viviendo. A eso me relegarías, si a ti o los bebes os pasara algo.

Con la vista puesta en sus pies, mordió el interior de su mejilla cuando comprendió que Noah tenía razón. Sin embargo, no fue capaz de callar cuando Parker insulto a Noah. Algo en ella hacía que saltara sobre cualquier que insultara a Noah. Lo amaba y quería que los demás viesen el increíble hombre que era, sin importar que sus ojos no funcionasen como lo hacían los de la mayoría de la gente. Se centro en algo que él no controlaba, como era su ceguera y no era justo que los despreciaran por su incapacidad. El era mucho mejor que cualquier vidente.

..Lo siento.

Susurro.

Noah abrió los brazos, dándole un lugar donde cobijarse cuando las lagrimas comenzaron a caer sin control por sus mejillas. Sentándose en el regazo del hombre, se acurruco contra su amplio pecho, mientras el frotaba su espalda con ternura.

--Si dicen cosas sobre mí o no, haz oídos sordos a sus palabras. La única opinión que me importa es la tuya y la de la gente que aprecio y quiero, los demás pueden decir misa, cariño. Pero aunque hayas cometido una temeridad, te agradezco que saltaras en mi defensa. Pero no lo hagas más ¿De acuerdo?

Asintiendo contra el fuerte hombro de Noah, prometió controlarse mejor. Al menos durante el tiempo que estuviese embarazada. Sin embargo, estaba claro que iba a ser difícil mantenerse quieta cuando escuchara la porquería que la gente decía sobre cosas que no conocía. Pero por él y por los bebes que ambos esperaban con tantas ganas, se controlaría.

--Ahora vámonos. Tenemos una cita prenatal ¿Lo has olvidado?

--No.

Noah suspiro, besando la cima de su cabeza.

--No estoy enfadado, Em.

Si lo estaba. Y era normal. Inconscientemente había puesto en peligro a los bebes. No fue a propósito, ella solo quería defenderlo frente a la gente que decía cosas sobre él, pero estaba claro que en esos momentos de su vida, tenía que controlarse un poco mejor a la hora de decir cosas a los demás. Sobre todo si cabía la posibilidad de que se lo tomara tan mal como para atacar a una mujer. Pero tenía claro que no podía hacer de nuevo lo que hizo en el establo. Por el bien de los bebes, por el de Noah y por el suyo propio, dejaría que Sean manejara esas situaciones.

--¿Estáis listos para irnos?

--¿Estas lista, Em?

--Solo tengo que cambiarme de zapatos.

--Pues venga. Te esperamos en la camioneta.

Dijo Sean. Ella asintió en silencio, poniéndose en pie, se alejo de ambos hombres y subió las escaleras hacia su habitación. Aun pensaba en las palabras de Noah, cuando entro al cuarto para cambiarse de zapatos. No iba a seguir atosigándose mentalmente, por una acción que ya no tenía solución. Procuraría ser más cuidadosa, puesto que, efectivamente, llevaba dos vidas dentro de ella y que dependían de su bienestar para crecer fuertes y sanos hasta que maduraran los suficiente para salir al mundo, donde Noah y ella les daría la bienvenida con los brazos abiertos.

La consulta del médico era bastante simple y clínica. Una vez estaba envuelta por esa esterilidad que caracterizaba a los lugares de sanidad. No había nada que le diese al lugar un ambiente cálido y eso comenzaba a ponerla de los nervios. Las plantas de plástico, los posters sobre salud y bienestar y las sillas incomodas sobre las que dejaban sus lumbares, comenzaban a ponerla de mal humor.

Cuando sus dedos comenzaron a tamborilear sobre el duro muslo de Noah, ella supo enseguida que estaba a punto de saltar sobre sus pies para ponerse en movimiento, con la única intención de alejar su mente del entorno que la rodeaba.

--Se paciente.

Dijo Noah con cierta sorna.

--Estoy empezando a odiar los ambientes estériles.

Mascullo, sintiendo como Noah le rodeaba la cintura para mantenerla quieta sobre la silla. Usando su mano libre para entrelazar los dedos con la de ella, se la llevo a los labios y le beso los nudillos con suavidad.

--Vas a tener que acostumbrarte.

--Lo sé.

Se quejo, recostándose contra el hombro de Noah cerró los ojos y suspiro. Se había levantado temprano, después de tener un pequeño episodio de nauseas que posteriormente le dieron la libertad necesaria para dar una vuelta por la propiedad. Estaba cansada. Tenía sueño y algo de hambre. Ahora que estaba punto de entrar, todo comenzaba a atacarla sin descanso y ella se estaba impacientando e irritando. Y una futura mama irritada, no era nada bueno.

Cuando la puerta de la consulta se abrió y siendo conscientes de que eran los próximos, se pusieron de pie en seguida. Ahora eran los dos los que estaban un poco hasta el gorro de aquel lugar, y presentía que en un futuro, muy próximo, las visitas que tuviera a partir de entonces , no serian allí, aunque eso les hiciera trasladarse una hora o dos hacia otro lugar donde pudieran darle un sitio más acogedor que aquel. No era nada en contra de los profesionales, de hecho, era la primera vez que iban, pero con solo el ambiente que se respiraba, no era capaz de obligarse a ir una segunda vez.

--Pasen, por favor.

Con los papeles del hospital en la mano, y con el brazo de Noah rodeando su cintura, entraron detrás del doctor a la consultar. Nada más sentarse, Turco adopto su postura predilecta para esperar. Tumbado y dormido, el perro hizo caso omiso a cualquier otro estimulo que no fuese el de su dueño.

Al entregarle los papeles al doctor y tras una breve conversación, el médico le pidió hacer una revisión. A ella no le importaba. Quería saber cómo iba en el embarazo y esas jugosas noticias estaban en manos del buen doctor.

Después de una revisión ginecológica, el médico procedió con lo que ella más ansiaba. La ecografía.

--Vamos a ver.

Murmuro el hombre, mientras exprimía un gélido gel azul sobre la piel de su bajo vientre. Mirando a la pantalla que tenia frente a ella, mientras el comenzaba a mover aquel extraño micrófono sobre su vientre, presionando un poco para tener una mejor percepción de los bebes. En la pantalla, ella fue capaz de ver dos manchas negras, una al lado de la otra, pero separadas, con un puntito blando en su interior.

--Pues si, efectivamente, son mellizos.

--¿Están bien?

Pregunto Noah, sentado a su lado.

--Si. El tamaño es proporcional a las siete semanas y tres días. Y todo se ve absolutamente normal. ¿Está tomando alguna vitamina prenatal?

--Si. En el hospital me recetaron dos.

--Muy bien. Asegúrese de no olvidarse ninguna ¿De acuerdo? Es muy importante.

--No lo hará.

Prometió Noah, apretando ligeramente sus dedos, emocionado por saber que los bebes estaban ahí y estaban bien. Su chico no podía verlos, no podía saber que estaban ahí, pero confiaba en las palabras del doctor y en ella, para asegurarse de que era cierto y no un sueño, el hecho de que se iba a convertir en papa.

El embarazo iba a pasar un poco desapercibido para Noah, porque no podía ver los cambios, ni ver a sus bebes, y por eso, el momento que mas ansiaba, era verlo cuando tuviera ambos brazos ocupados con sus hijos. Ver la cara que pondría cuando tuviera entre sus brazos al fruto de ellos dos, era una imagen que deseaba con fervor, poder contemplar. Pero hasta que la fecha llegase, proporcionarle tanta información verbal, sonora y táctil, para que el pudiera vivir el embarazo con intensidad.

Su ceguera no era un impedimento para disfrutar del crecimiento de sus dos hijos, dentro de ella. Y cuando ambos nacieran, se ocuparían de darle estímulos no visuales, para que supiera que era papa de dos preciosas criaturitas.


_______________________________

Hola Brujís!

Aquí tenéis el capitulo. Finalmente pude ponerme a escribir. (¡Gracias Melo! que eres artífice de esa canción que me tiene enamorada y con la cual he conseguido escribir) 

He prometido compensación por la tardanza. Y os la daré. El siguiente capitulo llegara acompañado de... ¡El primer capitulo de la novela de Kyle y Sean! Se va a llamar El Corazón de Sean. 

Por lo demás, pasar un buen miércoles, ser buenas hasta el viernes y leer mucho!

OS ADORO BRUJÍS!!!

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