Dark Beauty © Libro 1. (TERMI...

By MiloHipster

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Dicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener... More

Prólogo
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#Nota VIII
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CAPÍTULO FINAL 92
Epílogo
Extra
Personajes
Aviso.
DEDICATORIA
RECOMENDACIÓN ;)
AGRADECIMIENTOS

89

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By MiloHipster

—Eh, Shelby...

Shelby abrió poco a pocos los ojos y bostezó perezosamente al sentir los cálidos brazos de Egon alrededor de abultado vientre. Él, al parecer, seguía dormido. Y se hallaban en el sofá de la sala junto a los demás después de la estupenda velada la noche anterior. Enfocó mejor su visión para encontrar a la persona que la había despertado. Era Austin y tenía el rostro pálido. Ella juntó las cejas y con ayuda de él, se incorporó en el sofá cuidadosamente para no despertar a Egon. Se abrazó a sí misma tras sentir el aire helado que se colaba por las ventanas junto con algunos copos de nieve. Echó un vistazo al jardín y se volvió para ver a su amigo que estaba impaciente por su atención. Austin era el único despierto aparte de ella, o eso pensó antes de darse cuenta que Trenton no estaba ahí.

—¿Qué pasa? —se cruzó de brazos, mirándolo. Los ojos verdes de Austin se desviaron para ver a Egon y al resto, y regresó a mirarla con más desasosiego.

—¿Y bien? —le instó, comenzando a enfadarse y él asintió dando un suspiro.

—Ven. Será mejor que Egon no lo sepa—susurró y al ver el rostro de Shelby con confusión, añadió: —al menos de momento. Trenton quiere hablar contigo primero con respecto al problema.

—¿Qué problema? —se impacientó y sintió escalofríos.

—Ven—repitió Austin y se apresuró a alejarse de la sala, rumbo a la cocina. Shelby recogió el saco de Egon y se lo colocó sobre los hombros a causa del frío y se apresuró a seguir a su amigo. Al llegar a la cocina, se encontró a Austin calmando a Trenton, quién se agarraba del cabello y balbuceaba palabras incoherentes y negaba con la cabeza violentamente. Shelby entornó los ojos y se acercó con prudencia, a sabiendas que no era buena idea.

—Trenton, amigo, ¿qué pasa? —murmuró ella, con cautela. Entonces Trenton se quedó quieto, empujó a Austin fuera del camino y cogió a Shelby de los hombros con rudeza.

—Oye, tranquilízate. No la toques—gruñó Austin, poniéndose frente a Shelby.

—Trenton, ¿Qué pasa? —repitió Shelby con incertidumbre.

Él llamó. Ha llamado desde hace varias semanas y yo pensé que era buena no decirlo, pero no puedo continuar callándomelo. Ya no puedo con esta zozobra que me está carcomiendo por dentro, siento que voy a enloquecer, Shelby—Trenton logró hablar mientras se daba de golpes en las sienes con los puños.

—Primero que nada, debes calmarte—murmuró Shelby mirando cómo Austin sostenía a Trenton lejos de ella—y segundo, dime de qué hablas.

Trenton asintió y ella percibió un dejo de cordura en sus ojos.

—Él vendrá muy pronto, Shelby. Él vendrá a matarnos a todos.

—¿Quién? ¿Quién vendrá? —preguntó ella, sabiendo la respuesta.

—Norman White y ese tal Marlon Blake. Ya saben dónde estamos.

Shelby tardó alrededor de unos segundos en procesar aquella confesión. Se le heló la sangre y palideció tal y como Austin se había puesto.

—¿Cómo supo tu número? —interrogó, para saber absolutamente todo.

—¡No tengo idea! —masculló irritado—solo llamó y contesté pensando que era mi madre o mi padre, pero no, ¡Era él! ¡Ese rubio de mierda!

—¿Qué te dijo?

—Me dijo que ya sabe dónde estamos y que vendrá a matarnos.

—¿Y qué le respondiste?

—¡Que no lo intentara porque llamaremos a la policía! Y él solo reía y colgaba. Pero hoy llamó hace un rato y me dijo algo que me dejó horrorizado.

—¡¿Qué te dijo?! —Shelby lo agarró del antebrazo con fuerza.

Asesinó a mi padre—le tembló el labio inferior y se negó a llorar—y posteriormente moriré yo. Básicamente me dio a entender que seré el primero en morir de todos nosotros.

—Oh Dios, lo siento tanto—se sintió rara y triste por él—pero no caigas en su juego, solo quiere molestarte—le dio ánimos—él no podrá contra Egon y Gabbe.

—Ni conmigo—terció Austin con rabia—lo mataré por haber matado a mi hermana.

Trenton asintió, pero seguía temblando.

—¿Te dijo algo más? —Shelby lo presionó.

—Sí... —balbuceó—él está aquí.

«Norman White» [DÍAS ATRÁS]

—¡No deberías estar asustándolos de esa manera, Norman! —espetaba Lola cada que descubría al rubio hablando por teléfono con Trenton, su antiguo amor.

—¿Qué quieres que haga? Estoy haciendo mi trabajo—le respondía él y la dejaba hablando sola en alguna parte del recinto de Blake.

Harper y Roxanne no dejaban de pensar en Trixie Cash y en Dorian Tyler, quienes se hallaban recluidos en el cubículo fétido, en el que todas pasaban durante un largo lapso y a menudo llamaban a la rubia para que entre las tres asearan a Trixie en aquel estado de inconsciencia del que no salía. Y llamaban a Norman para que se ocupara de Tyler, a veces se negaba y terminaban haciéndolo ellas. Lola no dejaba de hacer las tareas a pesar de estar embarazada y nadie la ayudaba, excepto sus nuevas amigas.

—¿Te has puesto a pensar que la madre de tu amiga necesita ayuda médica urgentemente? —le preguntaba Roxanne cuando la aseaban.

—Por supuesto que lo he pensado, pero, ¿qué podemos hacer estando aquí? Tendré un bebé dentro de poco y estoy segura que no habrá ningún médico para atenderme—respondía Lola con melancolía. Su hijo iba a nacer en medio de un ambiente putrefacto, lleno de odio, muerte y sangre. Días después, Lola divisó a Norman guardando algunas cosas en una mochila y se quedó sigilosamente detrás de la puerta, viendo todo lo que hacía, pensando que él no la descubriría.

—Sé que estás ahí—bufó él, sin molestarse en darle la cara, ya que estaba de espaldas a ella.

—¿A dónde vas? —quiso saber ella, entrando definitivamente a la habitación.

—A trabajar—respondió mientras inspeccionaba las diferentes armas que iba a llevar consigo.

—¿Vas a matar a alguien? —se le formó un nudo en la garganta al pronunciar esas palabras que eran dichas en ese lugar a cada hora del día. Él asintió— ¿puedo saber a quién?

Entonces Norman giró sobre sus talones y la miró con sus gélidos ojos grises, penetrándole el alma a la rubia.

—He retomado la cacería en contra de Egon—espetó—pero no lo voy a matar primero, sino a alguien más.

—¿A quién? —susurró, muerta de miedo.

—Al familiar de alguien que tú conoces bastante bien—esbozó una sonrisa lobuna y se dio la vuelta para continuar metiendo sus pertenencias. Lola se quedó estática en su sitio, sin saber que hacer o decir. Estaba aterrada.

—Por favor, dime a quién... —insistió en un hilo de voz.

—Al padre de tu querido amante—replicó él con diversión—al padre de Trenton Rex.

—¿Qué? ¿Por qué él?

—Porque era miembro de la policía y sigue contando con refuerzos. Y no me arriesgaré a que lleguen cuando esté en medio de mi labor—se puso unos guantes negros y se colgó la mochila sobre un solo hombro. La mirada que le regaló a Lola fue confusa. No había rabia ni odio en sus ojos, sino... ¿dolor? ¿decepción?... ¿miedo?

—¿Cuándo vuelves?

—Espero volver antes de que des a luz—respondió y alargó una mano a ella con vacilación y le rozó una de sus mejillas suavemente—intenta no morir, ¿okey? Mantente con vida hasta que yo regrese. Marlon está al tanto de tu estado y sabe que ese par de zorras estarán al pendiente de ti. Así que ni se te ocurra morir o te mataré.

Lola casi sonrió por la ridiculez de sus palabras. Lo que él tenía de demente, lo tenía de gracioso.

—Intenta no ser tan sádico—fue lo que ella dijo y él asintió, complacido.

«Lincoln, Nebraska»

—¿Por qué el ambiente se tornó fúnebre? ¡Carajo! —exclamó Martha en medio del desayuno—se supone que ayer fue un día estupendo y hoy tendría que ser mejor.

Egon asintió estando de acuerdo con ella, puesto que Shelby, Austin y Trenton no tenían si quiera ganas de probar bocado. Thomas estaba muy preocupado por Austin, pero se negaba a demostrarlo frente a Egon, ya que él también sabía sobre las llamadas y había prometido guardar silencio. Los únicos que erraban, aparte de Egon, sobre el tema, eran Gabbe, Caroline, la anciana Beck y Kevin, quienes comían tranquilamente. Y aunque Egon desconocía el problema, presentía que algo no andaba bien y por eso se negó a comer.

—Martha tiene razón—sentenció Egon con molestia— ¿qué les pasa? Y tú—miró a Shelby con los ojos estrechados—tienes que comer—siseó entre dientes y ella asintió. Shelby comenzó a picar el desayuno y la mano con la que sujetaba el cubierto le temblaba considerablemente—mi bella dama, ¿qué está pasando? —Egon le sujetó la mano con ternura y se llevó el dorso a sus labios, dándole un beso.

—Nada—le aseguró—es solo que tengo dolor de cabeza—la respuesta fue vaga y Egon asintió, sin creerle—necesito descansar—argumentó ella luego de unos segundos y le echó una mirada a Gabbe, quién bebía animadamente de su café, para que la acompañara.

—Te acompaño... —comenzó a decir Egon, pero ella lo interrumpió.

—No es necesario, quédate desayunando—se levantó de la silla y miró otra vez a Gabbe y este le correspondió la mirada, dándole a entender que había captado el mensaje. Egon juntó las cejas y la siguió con la mirada hasta que desapareció al inicio de la escalera. Trenton no disimuló para nada y echó a correr detrás de ella.

—Iré a ver a Trenton—anunció Austin—regreso en un minuto.

El gemelo se deslizó fuera de la mesa y trató de comportarse lo menos obvio posible, pero falló. Egon miró de soslayo a la anciana y al resto de los presentes que estaban en la mesa.

—¿Alguien puede decirme qué pasa? —gruñó Egon, desatando su irritabilidad.

—De seguro no es nada—agregó Caroline, sirviéndose más café—mejor espérate a que Shelby descanse para que te muestre la ecografía de los bebés.

Y todo rastro de angustia se disipó del rostro de Egon y relajó los hombros. Iba a ser padre de gemelos.

—Está bien, de todas maneras, lo he pensado bien y prefiero saber si son niños o niñas—replicó—aunque sé que, fuera del tema de mis hijos, algo anda mal, lo presiento.

—Tranquilo, no debe ser nada—sentenció Kevin sonriendo de oreja a oreja—piensa en los nombres que les pondrás a tus bebés en vez de pensar en cosas negativas.

—Puedo sugerir algunos nombres—se ofreció Thomas, tratando de distraer a Egon.

—¿Qué? ¡No! —vociferó la anciana—yo tengo un sinfín de nombres perfectos, así que yo le diré algunas opciones, ¿no es así, hijo?

Egon rio.

—Shelby tiene que estar de acuerdo también.

—Y lo estará—interpuso Gabbe, pasándose una mano por el cabello—eh, ahora vuelvo. Iré al baño.

Al parecer, hablar de los gemelos logró que Egon se tranquilizara y ocupara su mente en otra cosa. Por lo que Gabbe aprovechó a escabullirse lejos de ellos para poder hablar con Shelby a solas. Aparentó ir al sanitario que estaba por la sala y dándose cuenta que Egon estaba lo suficientemente absorto charlando, cambió de dirección, dio un salto rápido a la escalera y subió corriendo como si su vida dependiera de ello. Vaciló unos segundos y se detuvo un instante para cerciorarse de que Egon no lo seguía antes de continuar ascendiendo. Se tropezó antes de llegar al último escalón y cayó de bruces al suelo, salvándose de no haber caído hacia atrás y rodar por los escalones. Maldijo entre dientes y miró unos pies femeninos, algo hinchados, pero bien cuidados, frente a su rostro y sonrió antes de alzar la cabeza para verle la cara a Shelby.

—¿Qué crees que haces? —lo cuestionó con los brazos en jarras. Gabbe apenas podía verle la frente porque su pronunciado estómago le obstruía la vista, así que se incorporó y se frotó el dedo gordo del pie para apaciguar el dolor.

—Tropecé—contestó y la vio caminar rumbo a su habitación. La siguió cojeando y se sorprendió ver a Trenton, y a Austin ahí. Gabbe juntó las cejas cuando ella cerró la puerta con seguro.

—¿De qué me perdí?

Shelby aspiró profundo y comenzó a ponerlo al tanto de lo que estaba pasando. A medida que él se fue enterando, entornó los ojos y se llevó una mano a la frente, tratando de relajarse. Y no era para menos. ¿Quién no estaría nervioso y asustado después de que un asesino te sentenciaba a muerte?

—¿Cómo que ha llamado varias veces? ¿Por qué no nos lo dijiste, Trenton? ¡Pudimos habernos largado antes! Ahora dices que está aquí y que ha matado a tu padre, ¡Por Dios, reacciona! —espetó Gabbe, claramente molesto. Era una de las pocas situaciones en las que Shelby lo había visto enojado y daba un poco más de miedo que Egon.

—¡No sabía qué hacer! —gritó Trenton, furioso—además, ¿crees que voy a decírselo a Egon como quién no quiere la cosa? No lo conoces, estúpido de mierda. Él es capaz de ir a buscarlo y morir para salvarnos el trasero a todos; y, por si no te has dado cuenta, ¡Sigo sin superar la muerte de mi padre! Sin él, nadie de nosotros tuviera un techo en el cual estar ahora.

Gabbe se quedó en silencio, reflexionando. Trenton tenía razón, ¿Qué podía hacer? Austin negó con la cabeza y se dio a la tarea de consolar a su amigo y Shelby se cruzó de brazos mirando a Gabbe. Los ojos azules de él se postraron en los de ella con remordimiento.

—Te dijimos esto porque confiábamos en ti—siseó Shelby, enfadada—y no para que regañaras a mi amigo. Ten compasión por él.

—Yo también perdí a mi padre de la misma manera: Asesinado. Sé que no es fácil, pero yo era un niño cuando sucedió y aprendí a la mala que llorar o sentirse culpable no soluciona nada; y lo mejor que debemos hacer es enfrentar la realidad y buscar venganza.

Shelby se mordió el labio inferior y se quedó en silencio.

—Sugiero que se lo digamos a Egon—continuó Gabbe, tras un lapso de silencio de agonía en el que solo los sollozos de Trenton ahogaban el ambiente.

—¿No oíste lo que te dije? —bramó Trenton, limpiándose las lágrimas— ¡Él irá por ese idiota y morirá!

—Entonces digámosle solamente que ya sabe dónde estamos, guardando en secreto sobre la posibilidad de estar aquí—siseó Gabbe—así rápidamente nos pondremos de acuerdo para abandonar este lugar en lo que ese bastardo hace acto de presencia.

Shelby, que se hallaba jugando con su sortija, levantó la mirada a Gabbe.

—¿Y a dónde iremos? —preguntó.

—A un lugar cálido, ya sabes, para que no sientas frío para cuando nazcan tus bebés—respondió él, sonriéndole con ternura. Y ella se ruborizó.

—No es buena idea—repuso Austin, volviéndose para verlos—Shelby no está en condiciones de estar viajando en auto durante horas.

Gabbe hizo una mueca. Tenía razón.

—Pero, ¿Qué otra alternativa tenemos? Shelby corre más peligro estando aquí y en espera a que ese rubio demente ataque.

—Definitivamente hay que decírselo a Egon—corroboró Austin, asustado y mirando a Trenton, quién asintió sin miramientos.

—Se lo diré yo—interpuso Shelby—podré tranquilizarlo si se precipita.

—En ese caso voy por él. No es buena idea decirlo frente a Martha, Caroline, Kevin y Thomas—susurró Gabbe, rumbo a la puerta.

—Thomas ya lo sabe—replicó Austin—pero no lo traigas. Solo a Egon e inventa alguna excusa para que nadie más venga.

Vieron al chico de ojos azules y pecas en el rostro abandonar la habitación y esperaron alrededor de tres minutos. La puerta se abrió lentamente y a Shelby se le cortó la respiración al ver el hermoso rostro de su amado aparecer en el umbral con perplejidad.

—¿Qué infiernos se traen todos ustedes? —preguntó enfadado y suavizó su rostro al verla— ¿Shelby?

—Es necesario que lo sepas de una vez—comenzó a decir Austin y Trenton tembló.

—¿De qué hablas? —se mostró intimidado.

—Norman ha estado llamando a Trenton durante semanas, asesinó a su padre y ya sabe dónde estamos—soltó Shelby entre balbuceos. Egon se quedó inmóvil con los ojos fijos en ella. Después reaccionó.

—¿Qué? —fue lo único que dijo.

—Norman ha estado... —Gabbe se proponía a repetir las palabras de Shelby, pero Egon lo calló al alzar la mano.

—Cierra la boca, McCall—musitó y miró a Trenton—Rex, explícame lo que Shelby trató de decir.

Sin embargo, Trenton se negó a hablar. Se aferró a sí mismo y abandonó la habitación dando empujones a Gabbe, Austin y Egon, quienes trataron detenerlo.

—¡A ver! ¿por qué no me lo habían dicho? —rugió Egon, dándole un puñetazo a la pared, la cual se agrietó y tuvo que endurecer la mandíbula para soportar el dolor de sus nudillos lastimados.

—Nos acabamos de enterar, todos—agregó Austin con desesperación—Trenton no quería hacerlo, pero hoy Norman le dijo que había asesinado a su padre y que vendría por nosotros.

—¿Y cuándo pensaban decírmelo?

—Yo sugerí que no podía pasar más tiempo—dijo Gabbe—ellos no querían decírtelo.

Egon miró a Shelby con rabia y después a Austin con furia.

—¿Quieren morir o qué? —les espetó—Norman de seguro ya está aquí y no tardará para hacerse presente. ¿Acaso están locos? ¡Nos vamos ahora!

Egon no esperó a que se quedaran a procesar la información, sino que los obligó a guardar sus principales pertenencias porque se iban a ir en menos de dos horas lejos de ahí.

—Gabriel, tú le dirás a Martha y a Caroline que surgió un imprevisto y es hora de largarnos. No olvides guardar la calma porque Kevin se puede asustar, ¿okey? —Gabbe asintió ante la orden de Egon y se apresuró a pasar la voz. Egon miró a Austin—encárgate de Thomas y de Trenton.

Austin salió corriendo y su vista se plasmó en Shelby. Ella estaba llorando en silencio. Y él lo supo al instante sin necesidad de verla a la cara porque ella estaba de espaldas. Cuidadosamente se acercó a donde estaba y la abrazó por detrás, sintiendo como sus hombros se relajaban bajo su tacto. Se limitó a besarle el cuello y la mejilla.

—¿Por qué siempre que pasa algo bueno en nuestras vidas, al poco tiempo algo terrible sucede? —titubeó Shelby con la voz quebrada.

—Norman no va a tocar a nadie—le susurró en la oreja—lo mataré antes de que lo haga.

—Suponiendo que lo asesinas, ¿Qué pasará después? Tu antiguo jefe mandará refuerzos y...

—...y los mataré.

—¡No! —intentó alejarlo de su espalda, pero él no se apartó— ¡No entiendes! Él no descansará para hacernos daño. ¡Y no te olvides de mi padre! Él también te quiere muerto.

—Mi bella dama, ¿crees que me importa mi vida? Estoy preocupado por ti. Mataré a quién sea solo por ti. Dejé de preocuparme por mí cuando te conocí. En pocas palabras, tú eres mi vida ahora y me niego a perderte—dijo—tu padre está dispuesto a protegerte y lo apoyo. Si me mata, al menos sé que lo hará alguien que también te ama, y que quiere lo mejor para ti y no pondré resistencia—suspiró con tranquilidad—no le haré daño a tu padre, aunque eso implique mi muerte y posteriormente, tu salvación.

—Dios, no digas eso—Shelby no pudo evitar ponerse a llorar de nuevo y con mayor intensidad—te ordeno que pares. Ni quiera sabes si serás padre de niños o de niñas y ya estás hablando de muerte.

—Entonces dímelo ahora—le acarició el cuello con sus labios—tenemos tiempo de hablar de ellos a solas.

—¿Por qué haces todo tan difícil? —se llevó las manos a la cara— ¿por qué lo haces?

—No sé a qué te refieres—se mostró confundido.

—¡Haces que te ame con todo mi corazón, sabiendo que, si te pasa algo, yo no podré soportarlo!

Egon la agarró de los antebrazos y la hizo girar lentamente hacia él para quedar frente a frente. Luego le quitó las manos del rostro y la obligó a mirarlo a los ojos.

—No va a pasarme nada—le aseguró—y si dices que me amas tanto, dime si tendré hijos o hijas. No quiero esperar hasta el parto, quiero saberlo ahora.

—¿Quieres saberlo porque sabes que quizás no podrás conocerlos? —se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas y él sonrió.

—No, claro que no. Ya sabes que soy muy ansioso y deseo saberlo.

—Tendremos la parejita—Shelby sorbió por la nariz, recargó su mejilla sobre el corazón de Egon y se dejó abrazar por él—tendremos una niña y un niño.


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