Dark Beauty © Libro 1. (TERMI...

By MiloHipster

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Dicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener... More

Prólogo
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#Nota VIII
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CAPÍTULO FINAL 92
Epílogo
Extra
Personajes
Aviso.
DEDICATORIA
RECOMENDACIÓN ;)
AGRADECIMIENTOS

84

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By MiloHipster

No. No era tocar el cielo, era tocar definitivamente la gloria. Thomas apenas y respiraba tras haber escuchado la voz ronca de Austin aun sobre sus labios susurrando su nombre.

—Nos están mirando... —logró murmurar Thomas.

—Me importa un rábano, deja que nos miren.

Lo cómico de ese momento fue que los lentes de Thomas terminaron en el suelo sin darse cuenta. A pesar de ser el blanco perfecto de las miradas asombradas de sus amigos, no se apartaron, sino al contrario, se abrazaron cálidamente.

—¡¿Pero qué demonios acaba de pasar?!

Thomas deshizo el abrazo rápidamente y se ruborizó simultáneamente al escuchar la voz llena de cólera de su madre. Todos los presentes volvieron el rostro a la recién llegada. Austin, frunció el entrecejo al notar la tensión de su chico, se inclinó a recoger sus lentes y lo agarró de la mano como gesto protector, lo cual tomó por sorpresa a Thomas y encolerizó más a su madre.

—¡Oye, suelta a mi hijo en este momento! —avanzó a ellos con aire sulfurado, pero se detuvo en seco cuando Egon y Gabbe la interceptaron justo antes de agarrar a Thomas del brazo.

—Disculpe, ¿Qué cree que hace? —preguntó Egon, quitándose los lentes y poniéndoselos sobre el cabello. Sus ojos negros ardían de algo inexplicable; por lo que Shelby se apresuró a situarse junto a él y a tomarlo de la mano para tranquilizarlo si acaso se enfadaba más. La madre de Thomas hizo caso omiso a la pregunta de Egon y se dispuso a pasar a través de ellos.

—No—siseó Gabbe—no se atreva—la empujó suavemente hacia atrás y Thomas ahogó una exclamación. La expresión furtiva de Egon era palpante y mezquina.

—Es mi hijo—masculló la señora Wilson con rigidez y le dio un manotazo a Gabbe con fuerza, dejándole una marca roja en el antebrazo. Un músculo palpitó en la mandíbula de Gabriel y Egon gruñó.

—Madre, basta—interpuso Thomas, jalando a Austin consigo.

—¿Qué significa todo esto? ¿por qué estabas abrazando a ese chico y por qué lo agarras de la mano? —preguntó la mujer, precipitadamente, mirando fijamente a Austin con asco—Thomas, dímelo.

—Mamá... —balbuceó.

—Señora Wilson—interpuso Austin, estrujando la mano de Thomas—permítame presentarme. Me llamo Austin Williams y... —miró a Thomas con ternura, haciéndolo ruborizar—quiero a su hijo. Él me quiere también.

—Mi hijo no es un bastardo homosexual, así que suéltalo—proclamó la mujer hecha una furia y se abalanzó a Thomas con la intención de jalarlo lejos de Austin, pero tal fue la sorpresa al ver cómo su hijo se negaba a ser manipulado por ella— ¡Thomas!

—Me has echado de casa y a partir de ahora, todo lo que pase en mi vida, simple y sencillamente ya no es de tu incumbencia.

Egon soltó una risa nasal en plan burlón y la madre de Thomas se ruborizó ante el comentario de su hijo.

—No te eché de casa, mi amor. No pensarás que hablábamos en serio tu padre y yo, ¿verdad?

—¿Acaso piensas que esto es un juego, mamá? ¡Soy gay! —gritó Thomas con orgullo y alzó la mano con la que sostenía la de Austin.

—No. No lo eres. Solo estás confundido; volvamos a casa... —de pronto, se oyó un disparo a sus espaldas y absolutamente todos se precipitaron al suelo, excepto Egon y Gabbe. Buscaron al responsable con la mirada y repararon en la anciana Beck. Ella sostenía una pistola en dirección al cielo y su rostro estaba ensombrecido de coraje.

—Vieja loca, ¿Qué le pasa? —graznó la señora Wilson con antipatía y algo de temor.

—Vieja loca tu abuela—espetó Martha con cara de pocos amigos. Bajó el arma, pero apuntó directamente a la mujer, quién retrocedió inmediatamente—sucede, querida tonta y retrógrada, que Thomas es un chico súper agradable y que daría yo por tenerlo como nieto y Austin, oh, Austin es un amor de chico y debes estar orgullosa que gusta de tu hijo y existe un vínculo real entre ellos...

Britany Wilson abrió la boca con la intención de replicar, pero se quedó en silencio. Juntó las cejas con indignación y miró de soslayo a su hijo. Thomas apenas y la miró, ya que se había refugiado detrás del hombro de Austin, autocontrolándose de ver a su mamá en ridículo.

—Thomas, hijo, vamos a la casa. Tú no perteneces a estas personas, ellos son criminales—oyó decir a su madre en un hilo de voz. Le dolió terriblemente verla en aquella situación, pero desgraciadamente había llegado al límite. Ya estaba cansado de hacer las cosas "bien" aunque estuvieran mal, solo por el simple hecho de hacerle el gusto a sus padres. Lo habían presionado desde los quince años a tener novia y se excusaba de que no había nadie linda; pero ahora, el momento de la verdad, estaba justo ahí.

Soy gay—repitió con fiereza—y estas personas, que son criminales, se han vuelto mi familia ahora. Me han apoyado tanto en tan poco tiempo y más de lo que ustedes hicieron, madre—miró que, a unos pasos, su padre se acercaba con pasos prepotentes hacia ellos.

—¿Qué pasa aquí? Regresa a la casa, Thomas.

—Oh, estupendo, otro idiota más al que tendremos que abrirle los ojos—gruñó Martha, preparando de nuevo el arma de vuelta al cielo y Shelby soltó una risita. La prepotencia del señor Wilson se redujo a nada en cuanto sus ojos se postraron en la pistola de Martha y en los presentes. El temor salió a relucir en todo su esplendor y se pasó una mano por el cuello, con aire nervioso.

—Vámonos, Thomas—repitió su padre—no hagas que llame a la policía.

—Mi padre es policía, señor. Y no hay nada que pueda hacer al respecto—interrumpió Trenton, sacándose los lentes de encima y fulminándolo con la mirada. Intimidar personas siempre había sido el fuerte de Egon, pero en ese momento, no necesitó emplear sus encantos para ello, ya que sus amigos habían aprendido a utilizar la amabilidad forzada para ejecutar su más preciado trabajo. Incluso le sorprendió ver el avance de Rex en tan solo unos días y la manera de sobrellevar las cosas a la perfección. Egon sopesó la situación que era esta: Thomas por fin había destapado su más oscuro secreto de ser homosexual. Austin también sentía lo mismo por él. Trenton parecía más un criminal que él mismo y Shelby estaba tan hermosa como siempre. Y Gabbe estaba extrañamente protegiendo con su cuerpo a Caroline de cualquier incidente que pudiese pasar. Raro. Muy raro. Arrugó la nariz al ver como el padre de Thomas se abría paso entre él y Gabbe para llegar a su hijo. En un movimiento rápido y como si se hubiesen sincronizado, Egon y Gabbe giraron en redondo para someterlo de los brazos y aplastarlo contra el caluroso asfalto. Britany Wilson ahogó un grito e intentó ayudarlo, pero Shelby y la anciana saltaron para acorralarla. Caroline retrocedió alarmada y Thomas, aun sujeto de Austin, se acercó unos pasos a su padre con remordimiento en el rostro.

—¡Voy a refundirlos a todos en la cárcel! —forcejeó Chad Wilson, sufriendo quemaduras en la mejilla a causa del cemento ardiente, gesto que a Egon le causó gracia.

—Lo que estás sintiendo en la cara no es nada comparado a lo que yo sufrí en prisión, así que por más que me amenaces, no vas a lograr que te levante del suelo rápidamente y te cure la piel, ¿o sí? —vaciló Egon.

—Por favor, suelten a mi padre—repuso Thomas con el rostro serio y la voz ronca—suéltenlo.

Gabbe titubeó por unos segundos, sin embargo, le quitó las manos de encima al hombre y retrocedió con los ojos puestos aun en él. Egon ni si quiera hizo el ademán de soltarlo.

—Egon—murmuró Shelby—suéltalo, cariño. Es el padre de Thomas.

La voz de Shelby era como un tranquilizante para Egon, a pesar de debatirse entre escucharla o continuar torturando a ese hombre, cedió. Tensó la mandíbula y lo empujó con brusquedad. Chad Wilson se incorporó de inmediato y se sentó en el suelo, sacudiéndose el polvo de la ropa y su esposa lo ayudó a levantarse. Ambos le enviaron una mirada herida a su hijo y comenzaron a caminar en dirección a su casa. Thomas se mordió los labios y miró a Austin con desesperación.

—Tienes todo el derecho de ser feliz, Tom—le recordó Gabbe, tocándole el hombro.

—Estás conmigo ahora—replicó Austin, sonriendo de oreja a oreja. A Thomas casi le temblaron las piernas al descubrir aquella sonrisa que el gemelo tenía muy guardada.

—Es necesario que hable seriamente con mis padres—sentenció Thomas con decisión, porque si quería dejar todo resuelto, aquella era la única manera. Nada iba a interferir con su felicidad al lado de Austin Williams. Se acomodó los lentes y miró a los presentes con el rostro seguro y serio.

—Estaremos aquí. Tómate el tiempo que quieras—Shelby le echó los brazos encima y se quedaron unos segundos abrazados—extrañamente formas parte de nosotros y de ninguna manera te abandonaremos.

—Te acompaño—se ofreció Austin.

—No—se acomodó la camisa y cuadró los hombros—esto tengo que hacerlo yo solo.

Thomas se dirigió a su casa con pasos torpes, pero decididos. Austin tuvo el impulso de echarse a correr tras él y agarrarlo de la mano, decirle que lo iba a proteger de cualquier cosa, pero en ese momento, Thomas necesitaba luchar solo la batalla.

—No pensé que fueras gay—le dijo Caroline a Austin al cabo de un momento—no te conozco, pero por las pocas veces que te vi, parecías todo un chico amante de las chicas.

Egon y Martha ahogaron una risa. Austin se ruborizó.

—Nena—replicó Austin, sonriéndole pícaramente—no soy gay. Soy bisexual.

—Ah—Caroline frunció el entrecejo y se quedó por unos minutos en silencio—recuerdo haber visto a una chica idéntica a ti, ¿dónde está?

El silencio que a continuación inundó el ambiente, fue fúnebre. Austin bajó la mirada y parpadeó numerosas veces para calmarse. Su respiración se había agitado por el recuerdo y tragaba saliva considerablemente.

Murió—contestó Egon con sequedad—y es un tema del que no nos gusta hablar, Caroline.

—Oh, lo siento—se disculpó y miró a Gabbe con perplejidad, y este se encogió de hombros. Martha gruñó y se sentó en el asiento de copiloto del Peugeot en lo que regresaba Thomas. Trenton avisó que tenía ganas de tomar una cerveza y Austin se ofreció a acompañarlo.

—Ya regresamos—dijo Trenton. Shelby abrazó a Egon y él se encargó de llenarla de besos en la cara como muestra de distracción. ¿Qué otra cosa podía hacer en la espera?

—El padre de Trenton es policía. Eso no lo sabía—silbó Gabbe—podría ser una salida.

—¿Qué quieres decir? —Egon lo miró con atención, sin dejar de abrazar a Shelby.

—Piensa—la emoción que irradiaba el rostro de Gabbe era deslumbrante. Parecía un niño que acababa de descubrir una caja de dulces en los cajones de la cocina—Trenton podría llamarle y pedirle que nos esconda en un lugar seguro hasta que todo esto termine. Además, Shelby está embarazada y no puede ir de un lado a otro con miedo. Ella necesita tranquilidad y un lugar donde estar sin salir corriendo—aquel último comentario captó la atención completa de Egon y miró a su novia. Los ojos mieles de Shelby se dilataron y la besó en la frente, asintiendo.

—Tienes razón, McCall—corroboró—conozco al padre de Rex y quizás nos ayude.

—¿Lo conoces? —interrogó Shelby.

—Sí. Él fue quién me ayudó a trasladarme cuando te buscaba por toda la ciudad después de que escapé de prisión.

—¿En serio? —él asintió y Shelby se quedó pensativa—no me lo habías contado.

—No encontré ocasión para hacerlo, Puppy.

Austin y Trenton volvieron minutos después con dos sixpack de cervezas Sol y las dejaron sobre el techo del auto.

—¿Quieren? —preguntó Trenton, destapando una lata y dándole un sorbo.

Shelby negó con la cabeza y continuó acariciándole a Egon el contorno de su rostro con los dedos. Él río. Austin destapó la suya al igual que Gabbe y Martha. La anciana se lo bebió de un sorbo y soltó un eructo fuerte.

—Lo siento, mis niños. Mamá no había probado esta deliciosa cerveza en años—se disculpó y abrió otra lata. Caroline se acercó con timidez y agarró una. Miró de reojo a Shelby mientras se sentaba en la acera a beberlo.

—Egon, toma una—dijo Gabbe, pasándole la lata con confianza, pero él negó con la cabeza— ¿por qué no?

—Porque no. Prefiero comprar un refresco—explicó Egon y miró a la casa de Thomas— ¿será que me da tiempo de comprar y regresar antes de que el chico vuelva?

—La tienda está a dos calles. Supongo que sí—respondió Trenton. Egon hizo una mueca y miró a Shelby.

—Acompáñame.

La tienda se hallaba a dos calles exactamente, pero Egon no deseaba comprar ningún refresco, lo que quería era besar a su novia como solo a él le gustaba. Cuando estuvieron lejos de la vista cotilla de los demás, Egon agarró a Shelby de la cintura, como de película y sonriéndole de una manera traviesa, la besó desprevenidamente.

—Si querías besarme en un lugar privado, me lo hubieras dicho y así poner una mejor excusa—canturreó Shelby besando sus mejillas y parte de sus labios.

—¿Qué más da? Te necesito a cada hora, minuto y segundo del día, los siete días de la semana y los trescientos sesenta y cinco días del año. ¿Eso es poco? No, te necesito como el oxígeno que respiro y eres como mi droga. Jamás me cansaría de ti. Soy adicto a todo lo que tenga que ver contigo y déjame decirte que nunca había estado tan loco por una persona.

—Pensé que lo que más amabas era matar personas y hacerles daño—bromeó ella, y él gruñó, haciéndose el ofendido.

—Estás en lo correcto. Antes vivía por matar personas, ahora vivo para mantenerte con vida.

—Egon.

—¿Sí, amor mío? —la miró a los ojos y ella se estremeció. Podía pasar un siglo y él seguiría derritiéndola con su hermosa mirada oscura.

—¿Qué pasará en estos nueve meses?

—Quiero creer que el padre de Trenton nos ayudará a escondernos en todo tu embarazo. Cuando nazca el bebé, buscaremos la manera de protegerlo también.

—No quiero perder a Martha y a los chicos. Mi padre es enemigo de tu antiguo jefe y pronto se encontrarán cara a cara—se apretó a su pecho y Egon se limitó a acariciarle la curva de su espalda con la palma.

—Por el momento no podemos prever que no se enfrenten, pero sí ocultarnos todos nosotros.

—¿Crees que acepte el papá de Trenton?

—No, pero Trenton tiene la responsabilidad de convencerlo. Y yo quizás lo ayude—esbozó una sonrisa tranquilizadora y Shelby presionó su mejilla sobre el corazón de Egon para guardar la calma.

«Thomas Wilson»

—Esperaba cualquier cosa de ti, menos la idiotez de gustarte personas de tu mismo sexo. ¿Acaso no te das cuenta, Thomas? Te van a hacer mucho daño—ladró su madre con los ojos llorosos—conozco psicólogos buenísimos que pueden ayudarte a salir de esa situación...

—¡No estoy enfermo! —gimoteó el chico, al borde del colapso. La seguridad que había tenido al ir a buscar a sus padres estaba nula. Se había desvanecido y se sentía vulnerable.

—Otra opción para tu condición es buscarte una chica que acate nuestras reglas para que con el tiempo sientas atracción por el sexo opuesto—opinó su padre con aire distraído. A Thomas se le retorcían las entrañas del coraje.

—Estar aquí es una pérdida de tiempo. Será mejor que me vaya porque me esperan—espetó y se levantó del sofá con el semblante endurecido de la ira y la vergüenza.

—No vamos a dejar que vuelvas con esos malditos criminales. No perteneces a ellos—gruñó su padre y se aproximó a la puerta, bloqueándole la entrada.

—Papá, apártate de la puerta.

—No.

—Llamaremos a la policía—amenazó su madre. Thomas, cansado de todo y de las palabras mezquinas de sus padres, cogió a su padre de las solapas y lo arrinconó con fuerza contra la puerta y esta se abrió. Pero su madre se las ingenió para sujetarlo del brazo antes de que él saliera a la calle. Forcejaron como idiotas, incapaz de razonar. No había otra opción más que utilizar la fuerza bruta. Y con el dolor de su alma, empujó a su madre con brusquedad, tirándola al suelo.

—¡Basta! —vociferó Chad Wilson y se le fue encima a su propio hijo. Thomas vio todo negro cuando él le propició un derechazo directamente a su mejilla. Se tambaleó hacia atrás y antes de perder el equilibrio, alguien lo mantuvo en su sitio justo a tiempo. Reconoció el aroma de Austin y se dio la vuelta para abrazarlo y sentirse protegido en su pecho. Los ojos verdes de Austin ardían de locura y tanto Britany y Chad Wilson palidecieron.

—Thomas definitivamente no va a quedarse a vivir en este maldito infierno—carraspeó Austin—se irá conmigo y ustedes no llamarán a la policía.

—¿Qué te hace pensar que vamos a hacerte caso? —Britany lo desafió, abrazando a su esposo—es nuestro hijo.

—¿No conocen a Egon Peitz? Si no lo conocen, búsquenlo en Internet y ahí obtendrán la respuesta. Llamen a la policía y van a saber de lo que hablo—sonrió lobunamente—y ahora me despido, señores—se volvió a Thomas con cariño y tomándolo del mentón, lo besó enfrente de sus padres sin ninguna vergüenza. Cuando dejó de besarlo, miró una vez más a los padres de Thomas y ensanchó más su sonrisa—si no me quieren como yerno, no hay problema. Pero yo quiero a su hijo como mi novio y eso prácticamente nos hace familia política.

A Britany Wilson casi se le salieron los ojos por la impresión.

—¡Insolente!

—Sí. Soy insolente—y volvió a besar a Thomas enfrente de ellos.


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