Dark Beauty © Libro 1. (TERMI...

By MiloHipster

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Dicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener... More

Prólogo
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#Nota VI
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#Nota VIII
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CAPÍTULO FINAL 92
Epílogo
Extra
Personajes
Aviso.
DEDICATORIA
RECOMENDACIÓN ;)
AGRADECIMIENTOS

66

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By MiloHipster

A pesar de que ambos dispararon al mismo tiempo, no se hirieron, gracias a un tercer disparo que los aturdió y se pusieron a la defensiva. Egon miró como Shelby se desplomó del susto y corrió cojeando a auxiliarla, tiró el arma al suelo, pensando que una bala la había herido, pero no tenía ningún rasguño. Solo estaba desmayada de la impresión y la atrajo a su cuerpo para protegerla de quién sea.

—¡¿Quién eres tú?! —vociferó Austin en el umbral con la pistola al techo y con Thomas detrás de su espalda, agazapado. Estaba muy herido, pero no tanto como Egon. Su rostro estaba sucio de tierra y sangre, y tenía unas marcas limpias que se deslizaban desde sus ojos hasta la barbilla. El recorrido de lágrimas secas.

—Me llamo Gabriel—respondió el sujeto que aun empuñaba el arma hacia ellos. Y en cuanto Thomas y Austin miraron a Shelby en el suelo con Egon, gruñeron horrorizados.

—¡Le disparaste, hijo de perra! —masculló Austin, claramente enfadado y sin miramientos, le disparó al desconocido en el pecho, pero en vez de que el chico cayera al suelo aullando de dolor, sonrió y le disparó de vuelta en dirección a sus pies, pero sin lastimarlo. Solo para asustarlo.

—No le disparó nadie—dijo Egon con desdén, mientras arrullaba a Shelby, pegada a su cuerpo—ella únicamente se ha desmayado.

—Bastardo, imbécil. Buen truco al usar un chaleco antibalas poco visible, veremos si en tu estúpida cabeza hay un casco nivel tres incluido—espetó Austin al tiempo que disparaba a la cabeza de Gabbe. El chico de ojos azules titubeó y retrocedió con una pizca de miedo, pero el arma de Austin se atascó justo en el momento que apretó el gatillo.

—¿Ya terminaste de jugar? —masculló Gabbe, claramente irritado y recuperando la compostura. Su rostro alegre y angelical se había esfumado y ahora apretaba los labios con rabia—me voy a llevar a la chica conmigo, y más les vale cooperar por las buenas.

—Te has equivocado de persona—siseó Egon irradiando veneno en cada una de sus palabras—ella no irá contigo a ninguna parte.

Dejó a Shelby tendida en el suelo y se incorporó con demencia.

—Tengo una orden estricta de enviarla de vuelta a su padre—dijo el chico de ojos azules, arrastrando las palabras—además, ella no puede estar viviendo en medio de todos ustedes, son sucios y sádicos. Quién sabe de dónde vinieron con esa apariencia.

—No es de tu incumbencia—espetó Austin, tratando de componer la pistola—ella forma parte de nosotros.

—Shelby Cash no es un criminal como ustedes—replicó Gabbe con calma—solo dejen que la lleve con su padre y no habrá heridos.

—¿Quién te ha dicho que somos criminales? —preguntó Egon muy cerca de su oreja y Gabbe se apartó repentinamente.

—Te conozco muy bien, Egon Allen Peitz.

—Se me hace conocida tu cara, pero no sé dónde te he visto y no me importa—masculló el mencionado—ahora lárgate. No tengo humor para matarte; porque estoy de luto.

—Denme a la chica—repitió Gabbe—o me veré forzado a...

Y cuándo iba a terminar la frase, Austin se deslizó minuciosamente con la vista en Egon y propició un golpe con la culata del arma en el cuello de Gabbe, quién cayó al suelo inconsciente.

—Thomas, Austin—los llamó Egon en un rugido—átenlo.

—¿Qué pasará con Shelby? —preguntó Thomas y ayudó a Austin a arrastrar a Gabbe hacia el pasillo.

—Yo me haré cargo de ella—siseó encolerizado—cúbranle la boca también. Necesito estar con Shelby a solas, por favor.

Thomas asintió y siguió arrastrando al chico, pero antes de retirarse del todo, volvió a asomarse a la habitación.

—Lamento lo de Martha. Austin me lo contó.

—Yo también lo lamento—carraspeó, mirándolo a través del rabillo del ojo. Entonces la voz del recepcionista surgió a lo lejos y Thomas hizo una mueca.

—Quédate tranquilo, me haré cargo de hablar con el recepcionista, no te preocupes—le informó y cerró la puerta. Mientras tanto, Egon se despojó de su asquerosa ropa y entró a bañarse en lo que Shelby volvía en sí. Y procuró no tardar demasiado para que ella no despertara y corriera en busca de ese cretino, de mirada patética que se le hacía conocido. Cuando se lavó la sangre del cuerpo, salió con una toalla alrededor de su cintura y en silencio sacó ropa limpia y se vistió sin quitarle la vista de encima a ella. Se miró al espejo del baño, dándose cuenta de los golpes que adoraban su rostro. Por primera vez en años, los ojos se le llenaron de lágrimas y evitó a toda costa su salida, pero la imagen de Martha siendo tacleada por la espalda y después torturada frente a sus ojos hizo que aquella pequeña defensa que aún le quedaba, se derrumbara. Ni si quiera supo si la anciana murió realmente, solo vio que ella le gritaba que corriera con Austin y se salvaran porque realmente no había salida alguna. Los hombres de Marlon Blake los habían interceptado a mitad del camino de regreso y le fue difícil contener más el llanto ante el horrible recuerdo. Dos lágrimas enormes rodaron por sus mejillas y se obligó a parar. Sorbió por la nariz y le propició un puñetazo al espejo, haciéndolo añicos. Esos malditos bastardos iban a pagar muy caro la muerte de Martha Beck. Su familia. Ya había sido demasiado tener que perder a Aubrey y a la anciana, y no estaba dispuesto a perder a alguien más. Mucho menos a Shelby... ya que, si la perdía, no estaba seguro de lo que sería capaz de hacer. Y la llegada de ese individuo de ojos azules le perturbaba. Pero no era tan importante en ese momento. Ahora le importaba saber que Shelby estaba bien y hablar con ella sobre lo que había pasado. Mentalmente se preparó para afrontar la realidad. Se desplazó hacia donde estaba y se arrodilló frente a la cama, sosteniéndole la mano y acariciándole el rostro.

—Mi bella dama, estoy bien. Nadie está herido. Necesito hablar contigo, es importante que sepas sobre Martha—se le quebró la voz—mira, soy un hombre destrozado, sentimental y físicamente, pero sé que serás la única persona que me hará sentir mejor a pesar de todo. Yo no sé por qué el universo me castiga de manera repetitiva, perdí a mi familia biológica y perdí parte de la familia que elegí para toda la vida; y te soy sincero—sorbió por la nariz y apretó la mandíbula—no sé qué haría si algo te sucediera, realmente me volvería loco. Un loco de verdad, un desquiciado como Norman o peor aún. Eres como mi ancla y faro, que me detiene y me arrastra a la cordura, ilumina mi camino hacia un sitio seguro y no deja que me pierda de nuevo. Hoy pensé que te encontraría con los brazos extendidos a mí y me consolarías, pero me decepciona ver que no fue así. No sé quién sea ese sujeto idiota con el que estabas, ni quiero saberlo, solamente quiero saber en qué pensabas cuando lo dejaste entrar a la habitación. Él es un bastardo que te quiere separar de mi lado y eso no lo voy a permitir. Sé que no estás escuchándome, pero le voy a dar la oportunidad de vivir si promete apartarse de mi camino y de ti. ¿Okey, Shelby? —le besó la frente y cerró los ojos—mi instinto homicida ha desaparecido casi por completo y eso te lo debo a ti. Ya no soy el mismo sujeto que conociste en Austria, que asesinaba sin miramientos. Soy capaz de perdonarle la vida a quién sí lo merezca, pero puedo ser un jodido sanguinario si así lo deseo. Todo está en manos de ese nuevo amigo tuyo. Su decisión será la elección que tomaré con respecto a su vida.

De pronto, sintió la mano cálida de ella cubrirle la mejilla y se estremeció. Ni si quiera le importó darse cuenta que Shelby lo había escuchado en un momento tan depresivo. Lo escuchó en un estado tan vulnerable que incluso se ruborizó. Pero, ¿A quién le importaba? Solamente le permitía a ella presenciar su verdadero yo sin complicación alguna.

—¿Has escuchado todo lo que he dicho?

—Sí—susurró—y te amo. Ese chico, Gabbe, está muy equivocado si piensa que puede meterse en nuestro camino. No lo asesines, déjalo ir, pero dejándole en claro que aquí no es bienvenido.


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