Dark Beauty © Libro 1. (TERMI...

By MiloHipster

1M 80.8K 7.4K

Dicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener... More

Prólogo
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
#Nota
18
19
2O
21
22
23
#Nota II
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
#Nota III
37
38
39
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
#Nota IV
56
57
58
59
60
61
62
63
64
65
66
67
68
69
#Nota V
70
71
72
73
74
75
76
77
78
79
80
81
82
83
84
85
#Nota VI
#Nota VII
86
87
88
89
90
#Nota VIII
91
CAPÍTULO FINAL 92
Epílogo
Extra
Personajes
Aviso.
DEDICATORIA
RECOMENDACIÓN ;)
AGRADECIMIENTOS

40

10K 747 21
By MiloHipster

«Norman White»

En la mañana, a la hora del almuerzo, el mismo policía de la noche anterior llegó a arrojarle un trozo de pan y una botella de agua con una sonrisa radiante; como si le encantase ver el sufrimiento de los demás. Norman le devolvió la sonrisa y cogió la botella de agua, ignorando por completo el pan rancio; y borrando la sonrisa del policía.

—Eres el sujeto más raro que he visto.

Norman, mientras bebía de la botella, alzó sus rubias cejas y asintió. Cuando bebió toda el agua, agregó ensanchando su sonrisa:

—Sé buen samaritano y no me dirijas la palabra.

— ¿Por qué debería de obedecerte? —inquirió el sujeto con aires de suficiencia. Norman no respondió y siguió mirando al vacío. Haciendo irritar la paciencia del policía, quién presa de la indiferencia del rubio, se apresuró a abrir la puerta de la celda. El austríaco clavó de pronto sus ojos grises en él y esbozó una sonrisa maquiavélica, dejando perplejo al hombre de uniforme policíaco.

— ¿Ves que rápido puedo hacer que me obedezcas sin que yo te lo diga?

— ¿Obedecerte? —el policía junto las cejas con desdén.

—Cierra la puerta otra vez, es por tu bien.

La boca del policía se contrajo en una firma línea recta y sopesó la advertencia. Cogió de nuevo las llaves y volvió a cerrar la celda, siendo presa del escrutinio de los demás reos.

—Te vas a quedar tres días aquí—le ladró con desprecio—ni si quiera vendrán a buscarte y probablemente te quedes más tiempo.

Norman solo se limitó a asentir con aire despreocupado. Ya después se encargaría del idiota, lo que ahora tenía en mente era llevar a cabo su plan de huida. Era la primera vez que lo atrapaban en prisión, ya que siempre había logrado escapar. Y por eso su nombre no estaba dentro de los más buscados como lo estaba Egon. Egon. De solo pensar en él le provocaba toda serie de demencia con respecto a la mejor manera de matarlo junto con su amiga. Shelby Cash. A ella la iba a matar de todas maneras porque le había propiciado una paliza cuando robaba en su casa. Vaya coincidencia...

«Shelby Cash»

Lo único que albergaba en su cabeza era Egon Peitz. ¿Era posible que se hubiese deshecho de Evan por puro coraje? Pensar en Evan torturado y muerto le causó escalofríos. Se quedó pensativa mientras su madre le detallaba lo que sabía.

—... ¿tienes alguna idea de quién pudiera haberle hecho algo?

— ¡Douglas no lo mató! —exclamó en un arranque de locura; dejando perpleja a su madre—es decir, no sé. Discutió con Douglas, pero él se fue mucho antes de que Evan se fuera.

—No pensé en Douglas—su madre frunció el ceño, descontenta.

—Sigo alterada. Y con esto de Evan creo que he empeorado.

—Ya, cariño—le palmeó la espalda y suspiró—la que me preocupa es Caroline. No quiero que lo sepa, ya que, es probable que al chico le haya ocurrido algo grave.

—Tiene que saberlo.

— ¿Podrías decírselo tú? Charlie no tiene el valor de hacerlo y yo tampoco.

—Mamá...

—Por favor.

La tristeza que albergaba en los ojos de su madre la conmovió. Y asintió sin dudarlo. Ahora ella tenía que hacer la peor parte. Miró con compasión a su madre y esta apretó los labios tratando de sonreír.

— ¿Ahora tengo que hacerlo? —preguntó con incertidumbre.

—Cuando estés lista, cariño. Pero que sea hoy—se levantó y se acercó a la puerta con aire despistado—por cierto, hace un momento llamaron ese par de gemelos queriendo hablar contigo, les dije que no. Pero dejaron dicho que vendrían a verte más tarde y quiero que aproveches para cortar amistad con ellos y Douglas. ¿Okey?

Shelby asintió y su madre, complacida, abandonó la habitación. Angustiada y enfadada, se desenredó el cabello, pensando en la manera más sutil de hablar con su hermanastra. Tal vez Evan estaba bien y Egon no tenía nada que ver. La extraña culpa la tenía con muchos nervios y ni si quiera se sentía fuerte para hablar sobre ese asunto. Aún tenía molestias con su muñeca y eso la estresaba. Miró por el balcón y dejó que el sol le tostara la piel durante unos minutos. Al otro lado de la calle, a unos metros de distancia de la casa, Shelby alcanzó a ver un sujeto oculto detrás de un coche, acechándola. Y supo rápidamente quién era. Salió de su habitación y bajó corriendo hacia la calle, miró de reojo a Caroline, quién seguía pegada a su teléfono sin moverse del sofá. Se mordió los labios con inseguridad y salió al exterior. Miró a todas direcciones y escuchó con atención cada sonido. Posó la mirada con interés en el sitio donde había visto al sujeto y desde ese nuevo ángulo no lograba ver nada más que un auto.

—Shelby, por aquí.

Giró en redondo ante la voz femenina de Aubrey que surgió de la nada. La divisó escondida entre unos arbustos y la llamó con la mano. Shelby, conteniendo la risa, se acercó a ella con una leve sonrisa. Aubrey se había disfrazado de chico y era idéntico a Austin, salvo el color de sus ojos.

—Tus padres me alucinan. También a Austin y a Egon —masculló en voz baja y sonrió.

—Ellos alucinan a medio mundo.

—Pobre de ti—bromeó y luego la seriedad atravesó su rostro—te he traído todas tus cosas. Egon me dio órdenes de traértelas cuanto antes.

— ¿Por qué no vino? —sintió una punzada de desesperación—necesito hablar con él—Aubrey miró a todos lados y salió de su escondite con la valija de Shelby y su mochila de la escuela en el hombro.

—Shelby, Egon se fue—le informó—ni si quiera hemos hablado con él personalmente desde ayer, solo nos dejó una nota con órdenes claras. No dijo a donde iba ni cuando volvería—un espasmo de pánico recorrió el cuerpo de Shelby y se quedó con la mirada pérdida unos segundos. Cuando reaccionó, notó la azulada mirada de Aubrey sobre ella.

— ¿Cómo que se fue? ¿Qué decía la nota exactamente?

—Puedes leerla si quieres—dejó la valija en el suelo y palpó sus bolsillos en busca de la nota. Al fin la encontró y se la entregó. Las letras de Egon, muy parecidas a garabatos, la estremecieron y comenzó a leer con suma atención.

«Gemelos, lleven las cosas de Shelby a su casa en cuanto lean esto y procuren vigilarla bien durante el tiempo que yo estaré fuera. Me iré unos días porque tengo unos asuntos que atender. Si necesitan algo, vayan con Martha. Ella ya está enterada.

Egon.»

—Debe estar bromeando—dijo Shelby y estrujó la hoja en sus manos.

—No. Se llevó algunas cosas consigo.

— ¿Tienes algún número donde pueda localizarlo?

— ¿No tienes su teléfono?

—No he visto mi teléfono desde hace días, pero necesito hablar con él.

—Toma el mío. Está registrado como Jefe Peitz—le entregó un móvil anticuado y con las manos temblorosas, buscó su número en la agenda. Mientras esperaba que contestara, se mordió la uña del dedo pulgar y se dedicó a caminar en círculos. Aubrey se sentó sobre la valija a esperar.

—Aubrey, te dejé claro que...

En cuanto su voz apareció en el auricular, Shelby tosió con toda la intención y después se animó a interrumpirlo.

— ¿A dónde te vas, Egon? —masculló. Al parecer, él se sorprendió porque tardó en responder.

— ¿Qué haces con el teléfono de Aubrey? —su voz era mezquina y dura.

— ¿Qué haces tú, mejor dicho?

— ¿Qué?

— ¿A dónde vas? —repitió.

—Necesito tiempo para aclarar lo que estoy haciendo.

— ¿Has pensando que Norman quizás ya ha escapado y que vendrá por mí?

—Eso me ha tenido con migraña desde ayer—suspiró—pero los gemelos estarán cuidándote.

—Me siento más segura si estás conmigo—no quería sacar lo cursi, pero si así podía hacerlo regresar, lo haría.

—Tengo otros asuntos que atender, Puppy.

— ¿El asunto se llama Evan?

Hubo un repentino silencio fúnebre que inundó el ambiente por ambas partes. Se escuchó otro suspiro ahogado y un gruñido.

—No sé de qué hablas.

—Sí. Sí sabes. Evan ayer desapareció de la nada y con el único que discutió fue contigo.

— ¿Estás acusándome de algo que ni si quiera tenía idea que había pasado? —siseó con voz cautelosa.

—Es simple sospecha, además, te estás yendo cuando casualmente pasa este disturbio. ¿Y no es mucha coincidencia?

—Maldita sea, Shelby—ladró, furioso—no te tengo que dar explicaciones de mis jodidos actos. Soy libre para ir a donde yo quiera. No estoy atado a ti ni a nadie.

—Me da igual que te largues—era obvio que mentía. No le daba igual, de hecho, lo necesitaba.

—Entonces no veo el motivo de tu llamada—repuso con frialdad.

— ¿Qué te he hecho yo para que me hables así? —se mostró ofendida. Y sí que lo estaba.

—Nada. Solamente quiero que me dejes hacer las cosas a mi manera, ¿okey? No me iré para siempre. No puedo dejarte deambular sola por ahí, regresaré pronto.

— ¿Lo prometes?

—Lo prometo

Y la línea quedó muda. Aubrey la miraba con desdén y guardó su teléfono cuando Shelby se lo entregó. Estaba cabizbaja y pensativa.

—Sea lo que sea que te haya dicho el señor Peitz, no le tomes importancia. Martha dijo que era un tipo de pocas palabras, pero de buen corazón.

—Egon es incapaz de sentir cariño por nadie.

—Digan lo que digan, él te tiene cariño, aunque no lo acepte. Y viceversa.

—Es difícil no quererlo a pesar de que sea un idiota.

Aubrey sonrió ampliamente y la ayudó a meter sus cosas a unos pasos dentro de la casa.

—Me tengo que ir. Y no te preocupes, tanto Austin y yo vamos a estar afuera de tu casa vigilando si ese rubio vuelve. Tú tranquila.

—Con mucho cuidado, por favor.

—Descuida —se despidió con la mano y se echó a correr por la calle. Suspiró agobiada y pateó sus cosas para poder cerrar la puerta. Tardó unos minutos en golpearle la realidad: tenía que hablar con Caroline, quién se había puesto a ver la tv sin ánimos. Sigilosamente, se deslizó junto a ella y la tomó de las manos. Los ojos llorosos de su hermanastra le sonrieron con cariño.

—Hola, Cash—dijo con una sonrisa débil.

— ¿Sabes algo de Evan?

Procuró sonar lo más serena posible para no exaltarla. Caroline meneó la cabeza en negación y con una sonrisa triste, se frotó el puente de la nariz.

—No—respondió—no responde a mis llamadas ni a mis mensajes. Hablé a su casa y me dijeron que desde anoche no se ha reportado con nadie y tampoco lo han visto.

— ¿Qué crees que haya hecho?

— ¿Qué quieres decir? —la miró con extrañeza.

—Me refiero a qué cuál será la razón por la que no te devuelve las llamadas—se acomodó dos mechones de cabello detrás de las orejas.

—Haciendo hipótesis de todo lo que pudo haberle ocurrido, llegué a la conclusión de dos teorías—añadió con determinación—la primera es que está enfadado por lo que le dijiste, pero es poco lógico. La segunda es que algo le pasó y está en problemas. Evan jamás me desecharía por una estupidez.

Aquellas palabras le provocaron una serie de sentimientos encontrados. Después de todo Evan había sido su novio más lindo jamás visto. Tragó saliva con incertidumbre y se atrevió a sonreír brevemente.

—Caroline, hermana... —comenzó a decir Shelby, sintiendo que su garganta se le cerraba—me han dicho algo sobre Evan.

— ¿Dónde está? ¿Él está bien? —un brillo infantil y esperanzador atravesó su mirada.

—Encontraron su coche vacío cerca de Central Park. Había rastros de sangre en él, mechones de su cabello y, además, un zapato suyo fue encontrado a unas calles de distancia.

Cuando concluyó de hablar, la sonrisa de Caroline se ensanchó y se congeló en sus labios, incapaz de creer lo que acababa de escuchar.

— ¿Caroline? —deslizó una mano hacia su barbilla para que la mirara a los ojos—debes guardar la calma... —Y ahí fue donde Caroline se levantó bruscamente y salió corriendo a la calle. Sobresaltada, Shelby fue tras ella y paró en seco al verla caer de rodillas a la sucia acera. Un grito desesperado salió de su garganta y Shelby sintió pena, antes de verla correr sin rumbo.

«Egon Peitz» [HORAS ATRÁS]

Luego de haber golpeado a Evan hasta la muerte, guardó la calma durante unos minutos antes de arrastrar su cuerpo inerte a su auto sin importar que el rastro de sangre y cabello quedase por todos lados y que su miserable zapato quedara en medio de la calle. Observó con desprecio la cara destrozada del chico y lo lanzó a la cajuela del Cadillac. Se deslizó dentro del coche y comenzó a conducir sin rumbo. Se había puesto nervioso al llevar dentro de su vehículo el cadáver de alguien, ya que, no estaba preparado para ocultarlo. Había reaccionado sin pensar y ahora tenía que buscar la manera de deshacerse del mezquino cuerpo. Se agarró de los cabellos en un semáforo y se percató que sus nudillos estaban manchados de sangre. Maldijo durante todo el trayecto al departamento. Se cercioró de que los gemelos no estaban a la vista y entró a hurtadillas, en busca de dinero y ropa extra. El cadáver no iba a quedar en Nueva York, sino en otro lugar y ni si quiera iban a encontrar una parte entera. Lo eliminaría por completo. Sin rastro. Tenía que sacrificar la seguridad de Shelby por la suya. Sin embargo, cuando encontró lo necesario y lo guardó en el auto, se encargó de dejar una nota para los gemelos con indicaciones. Se frotó el puente de la nariz con brusquedad y gruñó con severidad, sopesando la situación. No tenía alternativa. Debía huir. Se refrescó la cara y lavó sus manos, viendo como el agua se teñía de sangre y se iba por el lavabo. Dejó absolutamente todo limpio para que nadie sospechara ni evidenciara nada. Sacudió la cabeza y salió apresuradamente cuando escuchó un ruido en la planta alta. Comenzó su marcha en dirección a una ciudad cercana. Moría de cansancio, pero era lo que debía hacer, además, Shelby no tenía por qué enterarse de la muerte de ese chico. Condujo hasta el amanecer a base de cafés de las diferentes tiendas de autoservicio que encontraba a su paso y de chocolates, aunque bien, prefería las cosas saladas como una hamburguesa, pero como estaba muy preocupado, incluso el hambre se le fue de las manos. Se detuvo a descansar por un rato debajo de un árbol hasta que se sintió lo suficientemente estable para continuar. Arrugó la nariz pese al fétido olor que emanaba de la sangre del bastardo que ocupaba la cajuela y escupió, sacando la cabeza por la ventana. Tiempo después, su teléfono comenzó a sonar y pensando que se trataba de Aubrey, contestó, pero se llevó la sorpresa de que era Shelby y no tuvo el valor de cortar la llamada. Era estúpido pensar que incluso ahora la voz de esa chica lo ponía nervioso. Cuando concluyó la llamada incómoda con ella, miró el libro que había querido regalarle y gruñó. Se sorprendió de lo lista que ella era. Había adivinado rápidamente que él había sido el asesino del novio de su hermanastra en un primer momento. Vaya. Sonrió entre dientes. Y de pronto, mientras conducía, miró un lado de la carretera con fascinación. Estaba en un lugar alejado de Nueva York y aquel lugar era perfecto: Árboles secos entrelazados entre sí, entre rocas y tierra con basura. ¿Quién sospecharía que un ciudadano de Nueva York estaría ahí enterrado, esperando a fusionarse con la porquería de ese lugar?


SIGANME EN MIS REDES SOCIALES PARA ESTAR EN CONTACTO:

Continue Reading

You'll Also Like

33.5K 1.9K 13
es una historia de amor entre Dipper y Bill después de dos años se encuentran una bes mas pero Dipper no recuerda lo que paso entre bill y el, el pr...
530K 31.6K 77
Puede que Logan Wilkinson sea unos de los chicos que más gustan al sexo femenino y que provoca que el masculino intente imitar. Se hace de rogar con...
2.8K 173 6
Leifr es un mercenario que fue obligado a ganarse la vida arrebatando la de los demás. Pero no solo es un asesino: es un rebelde, parte de la resiste...
29.2K 2K 40
después de lo ocurrido en la mina MC , queda en shock respecto a lo que se entera por otro lado los chicos exigen muchas cosas a MC , pero una person...