Dark Beauty © Libro 1. (TERMI...

By MiloHipster

1M 80.8K 7.4K

Dicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener... More

Prólogo
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
#Nota
18
19
2O
21
22
23
#Nota II
24
25
26
27
28
30
31
32
33
34
35
36
#Nota III
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
#Nota IV
56
57
58
59
60
61
62
63
64
65
66
67
68
69
#Nota V
70
71
72
73
74
75
76
77
78
79
80
81
82
83
84
85
#Nota VI
#Nota VII
86
87
88
89
90
#Nota VIII
91
CAPÍTULO FINAL 92
Epílogo
Extra
Personajes
Aviso.
DEDICATORIA
RECOMENDACIÓN ;)
AGRADECIMIENTOS

29

9.9K 799 28
By MiloHipster

«Norman White» [PERSPECTIVA NARRADA POR ÉL]

¿Quién iba a imaginar que la pequeña zorra que me propició una paliza sería la amiga de Lola y mejor aún, que estaría sentada a poca distancia de mí, en el asiento trasero del coche del bastardo de Rex? Shelby Cash. Así era como se llamaba. Fabuloso. Sonreí amistosamente cuando ella clavó sus ojos mieles en los míos. Era una oportunidad gloriosa para hacerle pagar lo que me hizo.

—¿Dónde conociste a Lola? Ella nunca me contó nada sobre tener un nuevo amigo de Austria—me preguntó con interés y percibí un dejo de insistencia en su voz. ¿Me había reconocido? No. No podía ser, porque ya me hubiera vuelto a golpear, por lo que me limité a desviar la mirada al cristal. Lola, afortunadamente, había apagado la luz otra vez y conversaba con su novio sin prestarnos la más mínima atención.

—La conocí en el aeropuerto. Yo no sabía mucho inglés y ella fue de gran ayuda.

—¿Tiene mucho que viniste?

—Tiene unos días.

Ella no replicó ni hizo el ademán de querer continuar con la conversación y yo me apresuré a abrir el cristal y respirar el aire nocturno.

—¿Qué te pasó en la cabeza? —le oí preguntar.

—Unos delincuentes lo golpearon el día del apagón—respondió Lola antes que yo y bufé.

—No eres el único que recibió una paliza esa noche—repuso Shelby, ignorando por completo a Lola. Sonreí a mis adentros y la miré por unos segundos—entraron a saquear mi casa.

—Esos malditos criminales solo buscan provocar perjuicios—me lamenté. Mi voz se suavizó y ella asintió.

—¿Qué te parece, eh Shelby? También tengo un amigo de Austria—alardeó Lola de repente y yo la escuché con atención.

—Supongo que te felicito—se encogió de hombros.

—Ahora no eres la única que tiene un amigo de ese país—canturreó Lola con excitación y yo miré a la chica que estaba junto a mí con mucho interés. Se me hizo extraño que ella también tuviese un "nuevo" amigo austríaco tal y como Lola me tenía a mí. Lo primero que pensé fue el estúpido de Peitz, pero la absurda idea abandonó mis pensamientos cuando Lola replicó.

—Y hablando de Douglas, tu querido amigo austríaco—su voz era totalmente desagradable— ¿Dónde se encuentra él?

Resoplé con aburrimiento y abandoné todo indicio de interés en la conversación de ambas féminas. Incluso Trenton puso los ojos en blanco cuando ellas dos casi se pusieron a discutir con sarcasmos disfrazados de amabilidad. Vaya amistad tan ridícula. ¿Quién infiernos se llevaría con alguien que no soportaba? Era estúpido, pero de igual manera, ellas eran idiotas. De pronto, una súper y magnífica idea me cruzó en la cabeza. Shelby Cash irradiaba la misma frialdad que yo, la misma tenacidad para defenderse y la misma brutalidad para golpear a sus víctimas. No estaría mal que yo intentase ser su amigo solo para engatusarla de ir conmigo a Austria y así poder entregársela a Marlon. Pero no sin antes haberla disfrutado a mi antojo. Sonreí lobunamente cuando el coche se detuvo frente a una discoteca repleta de personas de diversas edades. Me apresuré a bajar enseguida y escruté a mi alrededor para ubicarme. No me sentía del todo bien, pero decidí que sería buena idea despejarme un rato de esa aburrida casa. Lola me dedicó una sonrisa seductora al tiempo que agarraba la mano de Rex con sensualidad. Gesto que me provocó arcadas. Sacudí levemente la cabeza y me topé con los ojos de Shelby, quién me escudriñaba el rostro sin escrúpulos. Enfadado, hice una mueca de fastidio y alcancé a Lola sin esperar a la chica que siguió mirándome aun estando de espaldas a ella. Había una extensa fila para poder acceder. Pasaban alrededor de cinco personas y luego nos deteníamos. Sentí una eternidad hasta que fue nuestro turno y al parecer, Trenton era amigo del encargado de la puerta, puesto a que se saludaron amistosamente y nos dejaron pasar sin ningún tipo de problema. Avancé unos pasos dentro de la estancia y aspiré el delicioso aroma del tabaco. Detestaba esa clase de lugares, pero amaba el licor y los cigarrillos. El humo flotaba en el aire. Y las diversas luces de colores me hacían parpadear y bizquear los ojos repetidas veces. Caminé entre las personas que bailaban excitadas en el centro de la discoteca, bajo la típica bola plateada que giraba sobre sus cabezas y ocupé el sitio cálido que quedaba libre en la barra del mini bar de la discoteca. A pesar de que la música no era mi estilo y eran desconocidas para mi cerebro, al poco rato me encontré bebiendo tequila y moviendo los pies al ritmo de las canciones que desconocía. No era de esperar que yo no le echase un vistazo rápido a las decenas de chicas que bailaban a unos cuantos pasos. Sabían moverse bastante bien e incluso había un par de chicas que desde que me senté en la barra, no habían dejado de mirarme. Les envié una mirada seductora y una de ellas me llamó con el dedo. Bebí mi último trago de tequila, con la intención de tener sexo sucio esa noche, cuando de pronto; el rostro de Shelby Cash apareció frente a mí, deteniéndome abruptamente.

—Estaba buscándote, Norman—dijo con la barbilla en alto y a pesar del ruido, logré escucharla— ¿Quieres bailar? Estoy aburrida y tanto Lola y Trenton, están felizmente teniendo un faje en el rincón de la pista.

Señaló con el dedo uno de los rincones y alcancé a verle la rubia cabellera de Lola desaparecer entre la cabeza de su novio. Y sí, estaban teniendo casi sexo. Chasqueé la lengua y me froté la venda con una mano.

—Me duele la cabeza—argumenté.

—Se baila con los pies, no con la cabeza. Vamos.

Achiqué los ojos cuando ella me cogió del brazo y me arrastró a la pista, muy lejos de aquellas dos féminas. Adiós sexo sucio. Shelby arrugó el entrecejo al verme de pie frente a ella sin moverme. Estaba paralizado y a la vez encolerizado.

—Bueno, ¿vas a moverte o no?

—Me moveré si lo haces tú—sentencié.

—Muévete tú y lo haré yo.

—Entonces espera sentada—gruñí.

—Eres una persona detestable—le oí decir—pero estás de suerte. Solo porque planeo olvidarme de alguien, haré lo que me pides. Bailaré y siéntete agradecido porque no elegí a otro chico para hacer el ridículo.

Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos para verla bailar. Había comenzado una canción lenta y pegadiza y en español, en la que absolutamente todos se pusieron en parejas y comenzaron a bailar, con sus cuerpos fusionados. Arquee ambas cejas, desafiándola.

—¿Te apetece esperar la próxima canción? —preguntó, claramente ruborizada—bailar bachata no es lo mío.

—¿Qué es bachata? —quise saber.

—Un género de música—elevó los ojos al techo.

—De acuerdo. Solo porque en serio es horrible la canción.

Estuvimos parados como imbéciles en medio de la pista mientras que las personas bailaban a nuestro alrededor. Era patético. Ridículo. Me froté la barbilla con incomodidad y opté por dirigirme a la pared con la intención de no llamar la atención estando de pie sin bailar junto a los demás. La chica me siguió y se recargó en la misma posición que yo.

—¿Cómo es que tienes un amigo austríaco? —interrogué como quien no quiere la cosa. Ella suspiró con recelo.

—Ya no es mi amigo. Es un idiota, enfermo de furia.

—¿Lo conoces de hace tiempo?

—Una semana y media más o menos, pero; ¿Qué importa?

—¿Cómo dijiste que se llamaba?

Noté que su cuerpo se ponía rígido y desviaba los ojos a otro lado, menos a mí.

—Douglas. Douglas Dex.

Asentí sin saber por qué y me estremecí. ¿En dónde carajos encontraría a Egon Peitz? Ya habían pasado unos días y tenía que encontrarlo antes que él me encontrase a mí. El dicho de Marlon era: MATA A TU ENEMIGO ANTES QUE TE MATE A TI. Sin embargo, también mi vida corría peligro si no cumplía mi promesa de llevárselo. Marlon Blake también estaría dispuesto a matarme. Y eso no estaba en mis planes. Miré con rabia a Shelby Cash, que había pasado los últimos minutos parloteando de su amiguito y carraspeé, dándole a entender que se callara y que la canción horrorosa había concluido. Ahora se escuchaba una canción movida y alocada, que, al parecer, ella conocía y dio unos cuántos saltos sobre su propio eje.

—The Strokes—le oí decir emocionada—Reptilia.

—No sé qué carajos dijiste, pero...

Y ella tiró de mí hasta el mismo lugar donde nos habíamos quedado de pie sin bailar. Y ahí fue cuando Shelby comenzó a bailar como una loca, sonriendo y dando vueltas y girando en círculos. Movía las manos como si estuviera tocando una guitarra eléctrica. Miré a mí alrededor y vi que las demás personas bailaban como ella, incluso más dementes. Me vi forzado a unirme a ella, sintiéndome realmente atormentado. Luego de unos segundos, sentí sus pequeñas manos tocarme los brazos y ayudarme a fingir que tocaba una guitarra invisible. Al principio me negué rotundamente, pero a medida que la canción avanzada, me reí de mí mismo al estar disfrutando una canción extraña con una desconocida, que pronto sería mi mercancía y mi víctima. Bailé unas seis canciones más y abandoné la pista en busca de algo de beber. Por desgracia, Shelby me siguió casi pisándome los talones.

—Un tequila, por favor—dije al cantinero y este asintió. Volví el rostro hacia ella y junté las cejas con cierta desconfianza.

Shelby me robó el tequila que el cantinero me había otorgado y extendió sus brazos hacia mi cuello. Y como si fuera algún tipo de película cursi, me plantó un maldito beso en los labios, donde mi piel sintió escozor por la herida y con los tequilas estaba al rojo vivo. Pensé en rechazarla y decirle ALEJA TUS ASQUEROSOS LABIOS PRECOCES DE LOS MÍOS. BRUJA TONTA. Pero pensándolo bien, la dejé hacerlo. Debía sentirse tan desdichada como para besar al sujeto que intentó matarla. Ella estaba jugando con fuego y no sabía que a veces el fuego en vez de quemarte un poco, te podía consumir completamente.

«Shelby Cash» [PERSPECTIVA NARRADA POR ELLA]

Ciertamente no tenía control sobre mis acciones. Pasé de estar bailando como una idiota en la pista con Norman, a después estar besándolo con un frenesí que desconocía. Pero mientras lo besaba, me imaginaba estar besando a Egon en vez de él. Me separé enseguida y me senté en la silla continúa con la cara entre las manos, muerta de vergüenza.

—¿Qué? ¿Tengo mal aliento? —pronunció dificultosamente aquellas preguntas que me causaron gracia. Negué con la cabeza y él se acercó un poco más a mí.

—Si tuvieras mal aliento, te hubiera mandando al demonio—respondí con aspereza.

—Okey. ¿Por qué infiernos me besaste? —sentí el reproche en su voz y me animé a verlo. Sus rubias cejas estaban arqueadas y esperaba mi respuesta.

—Necesito olvidar algunas cosas...

—¿Estás pasando por una ridícula ruptura amorosa? —su tono burlón me hizo enfadar y no le respondí. Y por más descabellado que sonara, Norman se me hacía muy parecido a Egon en todos los sentidos.

—Ruptura amorosa no, es algo peor.

—Bien—dijo—oye, tráeme dos tequilas.

Volteé a verlo y vi que se refería al cantinero, que gustosamente asintió. Resoplé irritada y oculté la cabeza entre mis brazos sobre la barra. La música golpeaba mis sentidos con fuerza, haciendo que comenzara a dolerme absolutamente toda la cabeza.

—Aquí tiene, señor.

Norman carraspeó, tal vez después de haberse bebido el tequila a pecho. Me animé a mirarlo y noté que esperaba que yo bebiera el otro tequila.

—No, gracias.

—Tomaste el que yo iba a beber ese rato. Ahora bébelo.

Por razones impropias de mí, obedecí. Más rápido de lo que alguna vez obedecí a Egon Peitz y traté de no pensar en ello. Bebí con rapidez aquel líquido que quemó mi garganta y se alojó en mi estómago con protesta.

—¿Se están divirtiendo?

—Estábamos divirtiéndonos—repliqué de mal humor, tratando de darle la espalda a Lola. Ella estaba sola de pie, entre nosotros y no había rastro de Trenton.

—¿Dónde está Trenton? —advertí la voz de Norman. Le hablaba con tal suavidad que dudé de su amabilidad.

—Fue al baño—se encogió de hombros— ¿Quieres bailar, Norman?

—Claro, vamos.

Puse los ojos en blanco cuando los vi caminar a la pista y comenzaron a bailar. Norman parecía más alegre estando con ella que conmigo. Vaya cretino. Pero, de todas formas, él era amigo suyo, no mío. Así como Egon lo fue. Me mantuve serena un largo rato en la barra, siendo presa de las cantidades de chicos que no me quitaban la mirada de encima. Apreté los labios como muestra defensiva, pero el acoso no cesó y yo comencé a enfadarme. De repente, sentí la presencia de alguien situarse en el asiento que Norman había dejado libre y me limité a echar un vistazo. Era Trenton. Se había mojado el cabello y también la cara. Tenía los ojos rojos y una sonrisa amenazadora en los labios.

—¿Te drogaste? —cuestioné.

—¿Cómo lo sabes?

—No es difícil adivinar. Pareces un vago.

—Claro—dijo sonriendo como loco—un vago.

—Deberíamos irnos. No puedes conducir así —le aconsejé.

—Nos iremos más tarde. Ahora quiero bailar—suspiró— ¿Y Lola?

—Está bailando con Norman.

—Maldito rubio—masculló.

Reí ante su comentario. Era la primera vez que lo miraba con cierto estrés y mal humor. A decir verdad, nunca había visto que se pusiera celoso. Ni si quiera cuando andaba con su antigua novia, Katia. Esa chica era más zorra que Lola y jamás la celó. Entonces era probable que sí le interesaba Lola de verdad y eso me tranquilizó. Tiempo después, Trenton se deslizó a la pista y consiguió una pareja rápidamente después de haberle declinado la oferta de bailar. Me sentía aburrida y cada vez más desdichada. A medida que transcurría las horas, fui dejándome llevar por el licor que, pensándolo bien, estaba delicioso. Cerré los ojos con cansancio y la ebriedad corriendo por mis venas. Recargué la cabeza entre mis brazos sobre la barra nuevamente y resoplé. No sé ciertamente qué fue lo que pasó, ya que luego de haberme quedado inconsciente, abrí los ojos y me hallé en brazos de alguien que me dirigía a la salida. No era Trenton, por su forma de vestir, ni tampoco Norman. Pero por el peculiar aroma de su persona, me di cuenta con vaguedad que posiblemente se trataba de Egon. Era una tontería. Parpadeé aturdida cuando volví en sí, a pesar de que todo me daba vueltas y miraba todo borroso. Alargué una mano y la posé en el pecho de esa persona. La deslicé por su cuello y parte de sus brazos, pero por tener la cabeza en las nubes, no logré identificarlo. Oía los latidos de su corazón junto a mi oreja y el sonido me adormeció. Ahí fue donde de verdad perdí el conocimiento. Y desperté a la mañana siguiente en mi cama. Aún estaba oscuro, señal de que todavía era de madrugada y sentí una punzada de dolor en las sienes que me dejó aturdida. Quedé recostada un poco más en mi cama antes de levantarme. Y la verdad es que no tenía la fuerza ni el humor de levantarme. Solo me importaba saber quién era ese sujeto que me había sacado de la discoteca estando al borde del colapso. Mi subconsciente me decía a gritos que era Egon. Pero mi lógica me decía que era imposible. Él no podía haber adivinado donde estaba.

«Egon Peitz» [PERSPECTIVA NARRADA POR ÉL]

En los días siguientes, después de haber lastimado a Shelby, me la pasé el mayor tiempo posible frente a la pantalla de la computadora, rastreando a Norman, pero sin éxito. Parecía como sí la tierra misma se lo hubiese tragado y eso me enfureció. Ya era vienes, era de noche y no paraba de pensar. Tenía tantos pendientes en la cabeza que ni desatando mi furia con algún objeto, pararía mi inestabilidad mental. Y lo que menos faltaba era que Martha me presentara a un par de hermanos que eran principiantes en el mundo de la delincuencia y que ellos tenían planeado ir a provocar un desastre en una discoteca de la ciudad donde habitaba un sujeto que les debía dinero y necesitaban de mi ayuda como experto. Al principio me negué, pero a medida que lo meditaba, terminé accediendo. Esos chicos eran más o menos de la edad de Shelby. Tenían veinte años y eran gemelos. Ver a dos personas con la misma cara, era espeluznante. Sin contar que una era chica y el otro chico. Aubrey y Austin Williams. Agradecí en silencio que al menos eran de distintos sexos. Me vestí rápidamente y me planté en la puerta a esperarlos, ya que ellos hablaban en privado con Martha.

—Egon, cuídalos bien—me advirtió Martha, riéndose al salir a verme—son principiantes.

—Vaya. Para ser principiantes, aspiran a ejecutar un trabajo de los que tienen experiencia—observé. Enseguida sentí la mirada azulada y mezquina de la chica, acompañada de su hermano, que tenían extrañamente diferente color de ojos. Los de él eran verdes.

—No nos subestimes—declaró Austin en un gruñido. Arqueé las cejas, y curvé las comisuras de mis labios hacia abajo, aprobando el temperamento del chico.

—Tampoco a mí me subestimen—sentencié con la mandíbula apretada y avancé un paso a ellos. Instantáneamente, Austin abrazó a Aubrey protectoramente y sonrió petulante.

—Chicos, Egon es muy sádico en su trabajo. Así que obedezcan sus órdenes— musitó Martha, dándole una calada a su cigarrillo.

Tiempo después ya me encontraba en el asiento del copiloto del auto de Martha, con Austin conduciendo y Aubrey en la parte trasera. Sentía la mirada penetrante de la chica en el cuello, gesto que me incomodó y traté de ignorarlo.

—¿Cuántos años tienes? —oí su voz femenina a unas pulgadas de mi oreja y me aparté de inmediato. Repudiaba la cercanía de cualquiera.

—Veinticinco años—respondí entre dientes.

—¿A qué edad comenzaste...?

—¿Se supone que debo darte información de mi vida? No quiero ser grosero, pero no estoy de humor para platicar mi vida privada con personas que no pienso conocer.

—No le hables de esa manera a mi hermana—repuso Austin en un siseo.

—¿Me estás dando órdenes? —gruñí. Y de pronto vi que el rostro del chico se ruborizaba y negaba con la cabeza. Ninguno de los dos objetó una sola palabra en el resto del trayecto. Llegamos pronto a la discoteca y entramos por la parte trasera, donde no había nadie a la vista. Y al segundo que di un paso dentro de aquella estadía, mis oídos por poco estallaron al percibir la magnitud del volumen de la música que se filtraba por las paredes. Sacudí la cabeza y los fui siguiendo por un pasillo.

—Esto quizás tarde un poco—dijo Austin con fastidio— ¿Por qué no vas con Egon a echar un vistazo a la pista de baile?

—No decidas por mí —espeté.

—¿Podrías acompañar a mi hermana? —reiteró. Aubrey puso los ojos en blanco.

—Bien. Pero yo no bailo—le informé en un siseo y comencé a caminar hacia la puerta donde estaba el centro de la música. Sentí la mano de Aubrey cernirse en mi codo y a pesar de que intenté apartarla, ella no se despegó. Ahogué un suspiro ahogado y accedimos a la verdadera discoteca, en donde sentí el olor del tabaco y sudor de las personas.

—Voy a ir a bailar. Búscame cuando Austin vuelva—me avisó y no me dio tiempo de protestar. La vi alejarse entre las personas y yo me animé a ir por una bebida. Pero no había ningún asiento disponible, por lo que me quedé de pie junto a la barra y pedí vodka. Transcurrió el tiempo y yo comenzaba a sentirme aburrido. Sopesé la idea de largarme, pero esos chicos podían necesitar mi ayuda. Me dediqué a escrutar el rostro de todos los presentes sin prestarle realmente atención. Mis ojos barrieron todo el lugar y casi me reí al ver a un tipo que estaba de espaldas con la cabeza vendada bailando con una chica rubia. Patéticos. Volví la mirada a la barra y por poco escupí mi bebida al reconocer la cabellera castaña de Shelby enterrada entre sus brazos sobre la barra. A pesar de que había muchas posibilidades de que se tratase de otra chica, estaba seguro que era ella. ¿Qué chica, aparte de Shelby, provocaría que mi instinto protector saltara a la vista? Mis sentidos me decían que se trataba de ella. Deslizándome entre los individuos de la barra, llegué hasta ella. Alcancé a escuchar un gorjeo salir de su garganta y percibí una botella casi vacía de tequila cerca de su cabeza. La levanté lentamente y con delicadeza para no asustarla. Olía a cigarrillos y alcohol. Al momento que aparté su cabello de la cara, casi sonreí al verle su rostro sonrosado y algo sudoroso. Estaba dormida o estaba sufriendo un coma de licor.

—Shelby—murmuré cerca de su oreja y ella gruñó—tendré que llevarte a casa. Este lugar no es apropiado para ti—deslicé mis brazos debajo de sus piernas y la alcé en el aire, apretándola a mi pecho. Y ella enseguida se acopló a mi cuerpo.


SIGANME EN MIS REDES SOCIALES PARA ESTAR EN CONTACTO:

Continue Reading

You'll Also Like

82.2K 8.2K 48
En esta historia no hay un príncipe azul o un guapo Hombre lobo que te jure amor eterno. Mucho menos un sexy vampiro millonario que se enamora de ti...
2.8K 173 6
Leifr es un mercenario que fue obligado a ganarse la vida arrebatando la de los demás. Pero no solo es un asesino: es un rebelde, parte de la resiste...
13.8K 2.9K 60
Libro 1 de la serie "Destino" La chica de la Dulce voz cuenta la historia de Luke Foster; un joven que a sus 18 años se vio obligado a pasar un año d...
28.6K 2K 40
después de lo ocurrido en la mina MC , queda en shock respecto a lo que se entera por otro lado los chicos exigen muchas cosas a MC , pero una person...