Dark Beauty © Libro 1. (TERMI...

By MiloHipster

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Dicen que los asesinos y criminales para que puedan ejercer su labor de asesinar o torturar, necesitan tener... More

Prólogo
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#Nota VIII
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CAPÍTULO FINAL 92
Epílogo
Extra
Personajes
Aviso.
DEDICATORIA
RECOMENDACIÓN ;)
AGRADECIMIENTOS

01

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By MiloHipster

Shelby Cash se encontraba de camino a la Universidad en su viejo escarabajo de tono aceitunado que dos años atrás su padre le había obsequiado por haber entrado a la Universidad más prestigiosa del país; aunque ella se mostró emocionada y agradecida, en su mente solo albergaba las ganas de poder comprar un coche de verdad. Nuevo y llamativo. Aparcó cuidadosamente entre un flamante Volvo rojo y un Audi negro perfectamente encerado. Maldijo entre dientes al ver a través del espejo retrovisor que el dueño del Volvo se aproximaba a ella con una sonrisa burlona, capaz de aniquilar a quien sea. Trenton Rex se plantó en la ventana del escarabajo y ampliando su sonrisa, se aventuró a abrir la puerta para "ayudarla a descender".

Shelby sabía bien su táctica, por lo que sonrió con coquetería y le entregó su mochila para que sintiera el pequeño gran pesor de sus cosas.

—Buenos días, Shelby Cash, ¿de nuevo tu escarabajo entre mi coche y el de Eric?

—Te recuerdo que yo fui la primera en ocupar este sitio—le contestó con arrogancia y le puso seguro a las puertas.

—Un día de estos no vamos a guardarte el lugar—le advirtió, haciendo una mueca de fastidio. Y Shelby se percató que los ojos verdes de Trenton ardían de rabia.

—Mejor cierra la boca y sé un caballero por primera vez en tu vida.

Él, abrumado, asintió, siguiéndola por todo el estacionamiento hasta llegar al salón de clases. El chico le arrojó la mochila al pupitre y salió encolerizado por la puerta del aula. Shelby siempre era el motivo de que todos centraran su atención en ella y aquel día no fue la excepción. Siempre, donde quiera que iba, los problemas lograban encontrarla.

—Cash—escuchó una voz peculiar que tanto amaba y odiaba a la vez. Volvió el rostro hacia atrás y se encontró con la radiante sonrisa de Lola, su única amiga desde el jardín de infantes.

—Lola—dijo ella a su vez y la chica se levantó de la silla y corrió enseguida a donde Shelby se encontraba.

— ¿Terminaste de hacer la investigación?

— ¿De los Asesinos y su manera de torturar a sus víctimas? —respondió con otra pregunta, haciendo que su amiga se partiera de la risa.

—Sí. De esa investigación.

—Por supuesto que la hice, ¿Acaso piensas que no haría un reporte entero de un tema que tanto me gusta?

—Comienzo a pensar que vas a terminar enamorada de un asesino.

—Es probable. Amo a los criminales y ahí entran asesinos, secuestradores y demás.

Los ojos de Lola se abrieron muchísimo y negó con la cabeza.

—Estás enferma, amiga mía—le palmeó la espalda con cara de tristeza, pero sonrió nuevamente a los pocos segundos.

—Estudiamos Leyes, ¿qué esperabas? Tengo una gran adicción para con los criminales—y sacó de su mochila una carpeta azul donde estaba plasmada su honorable investigación. El físico de Shelby Cash era de lo más insignificante comparado con el de sus demás compañeras. Su cabello lacio y castaño cortado hasta la altura de los hombros le daban una apariencia un poco mayor, pero su estatura de un metro cincuenta hacía dudar de su verdadera edad. Sus ojos mieles estaban adornados con unas largas y gruesas pestañas rizadas, pero sus cejas delgadas la hacían parecer una niña. Y no decir de su nariz mediana y algo redonda. Sus labios eran voluminosos y rosas. Aunque no le gustaba maquillarse, tenía una belleza exótica que hacía reparar miradas en cualquier lugar. En cambio, su amiga Lola, era una Barbie en persona: alta, rubia, ojos azules, de buen cuerpo atlético y muy hermosa. Shelby de antemano sabía que no podía algún día competir contra ella porque, a decir verdad, Lola era perfecta.

—Todos salgan de sus pensamientos. Era hora de iniciar la clase de las diferentes teorías del Derecho—proclamó el profesor mientras se deslizaba dentro del salón de clases.

—Qué divertido—le oyó susurrar a su amiga con aburrimiento.

Una hora más tarde, observaba desde su asiento como sus compañeros se arremolinaban para ver a través de la ventana que daba a la cancha de Fútbol americano en la cual se estaba dando un espectáculo. Miró hacia todos lados en busca de Lola, pero la divisó hasta el frente del tumulto de alumnos que intentaba ver por la ventana. Sulfurada, fijó la mirada en la carpeta que descansaba en sus manos y comenzó a revisarla sin mucha atención. No le agradaba que suspendieran las clases por motivos que no valían la pena como ver jugar al equipo de Fútbol contra el equipo de otra Universidad. Quizás para los jugadores era bueno jugar porque la mayoría de ellos estaba estudiando gracias a una beca que se les fue otorgada por su buen desempeño en los juegos. Pero para ella y los demás... ¡No había necesidad de prestarle atención a algo que no les iba a beneficiar! Por más descabellado que le parecía, deseaba con toda el alma que Trenton Rex—el capitán del equipo—se lastimara una pierna y así, dar por terminado el juego. Y de pronto, cuando pensó que todo iba bien, escuchó el grito de histeria de todos muy cerca de su tímpano.

— ¡Se ha roto la pierna! —aulló Stella, la más lista de la clase y todos ahogaron un grito— ¡Trenton Rex se ha lesionado!

— ¡Vamos a verlo! —gritó alguien más y todos comenzaron a correr en dirección a la puerta. Todos menos Lola. Ella se quedó mirando por la ventana y lentamente se volvió hacia Shelby, quién la miraba con el rostro pálido y sudoroso.

—Rex se ha lastimado la pierna al tratar de patear el balón—le informó y se sentó a su lado. Pero Shelby no respondió— ¿Cash?

— ¿En serio? —parpadeó, aturdida.

—Sí—hizo una mueca—fue espantoso. Cayó en una posición anormal y eso ocasionó una lesión grave.

— ¿Te preocupa más que perdamos?

—No. Pero Rex es el único que sabe jugar bien.

—Trenton no me agrada, pero lo que le pasó es algo terrible—tragó saliva.

— ¿Quieres ir a ver qué está pasando? —se levantó de un salto con los ojos brillantes. Shelby asintió, guardó rápidamente sus cosas en la mochila y se la echó encima del hombro. A dónde quiera que iba, su mochila la acompañaba. Ese era el protocolo de su vida. Descendieron por las escaleras y comenzaron a notar que todos los estudiantes de todos los grados estaban dispersos, tratando de averiguar el estado de salud de Trenton. Y la novia de él se encontraba hiperventilando en un rincón con varios profesores y enfermeras intentando tranquilizarla.

—Guau. Me parece que está alterada porque perdimos y no por Trenton—observó Lola con la nariz arrugada.

—Hasta yo estaría alterada por el juego y no por él—rio Shelby y Lola meneó la cabeza de un lado a otro, sonriendo. Salieron a la cancha donde todas las personas estaban gritando por el partido, que tenían las de ganar y tratando de saber el estado de salud de Rex. Había aproximadamente cien almas reunidas ahí y le era imposible asomarse a la cancha.

—Presiento que no vamos a poder salir al estacionamiento.

— ¿Ya quieres irte? Pero apenas acaban de iniciar las clases.

—Lola, viendo todo este panorama... ¿Crees que en unas horas tengamos posibilidad de salir sin antes ser aplastadas? —le gruñó.

— ¿Qué sugieres que hagamos? —repuso con el ceño ligeramente fruncido.

—Escapar a un lugar seguro y sé a dónde podemos ir—esbozó una sonrisa y cogió a su amiga de la mano y tiró de ella a través de las personas. Deambularon durante veinte minutos hasta que al fin lograron llegar al estacionamiento dónde muchos idiotas se encontraban sentados sobre los cofres de los autos y el suyo fue el único que no fue víctima de ellos; gesto que extrañamente le molestó. ¿Por qué no podían mirar que su escarabajo era un coche también? El bullicio cesó cuando Shelby pasó por entre los coches y abrió la puerta con brusquedad, miró gélidamente a los presentes y luego postró su mirada caramelo en su amiga, quién esperaba impaciente a entrar por el asiento del copiloto.

— ¿Qué hay de mis cosas? —preguntó Lola estando ya sentada en el asiento. Shelby rodó los ojos y se abrochó el cinturón de seguridad mientras arreglaba el espejo retrovisor.

—Volveremos por ellas después. Hoy amanecí de un humor de los mil demonios y lo que deseo en este momento es ir por una cerveza.

— ¿Una cerveza? ¿Tan temprano? —Shelby asintió, sonriendo—estás loca, Cash.

—Necesito algo que me despierte completamente—giró el volante y echó reversa sin importarle las protestas de los chicos que estaban atrás del escarabajo.

—Para eso vayamos por un helado o un batido de chocolate—le aconsejó. Shelby rio y maniobró el volante hasta que logró salir de la Universidad sana y salva. Sin embargo, no se percató que alguien, aparte de ellas, se encontraba dentro del escarabajo; en cuanto Lola se dio cuenta, gritó histéricamente haciendo que Shelby perdiera, durante unos segundos, el control del coche y frenara de golpe en medio de la calle a solo unos centímetros de un poste de luz.

— ¿Qué demonios haces dentro de mi coche, Rex? —le gruñó, tratando de no enfadarse. Su amiga se había asustado y observaba al chico con los ojos desorbitados.

—Necesitaba salir de ahí cuanto antes—contestó Trenton en un murmuro. Shelby alcanzó a verle la nariz quebrada y un moretón debajo del pómulo izquierdo. Definitivamente le habían dado una paliza.

—Se suponía que estabas en la enfermería—chilló Lola.

—Lo estaba—reconoció él—pero enseguida escapé y pensé en subirme a mi auto, pero había demasiadas personas arriba de él y vi que el tuyo estaba desierto y heme aquí. Sano y salvo.

—Genial. Ahora bájate, Trenton—Shelby abrió la puerta y bajó para darle paso a él para que saliera, ya que el escarabajo solo constaba de dos puertas.

—Vivimos a dos calles, Cash—agregó él, haciendo una mueca de dolor—llévame a casa y ya no te molestaré más. No quiero volver al juego.

Lola miró a Rex y luego a Shelby que se encontraba inclinada desde afuera con la cabeza metida al coche.

—Está lastimado—dijo Lola por fin. Trenton sonrió, pero su sonrisa se congeló al toparse con la mirada furtiva y agresiva de Shelby.

—Última vez que te saco de un apuro, Rex—lo amenazó y volvió a sentarse en el asiento—ya no me hables mañana ni pasado ni nunca, ¿entiendes?

—Entiendo.

—Por cierto, ¿no te habías lesionado de gravedad una pierna? —quiso saber Shelby. Él negó con la cabeza.

—Solo fue un golpe, pero estuve a punto de fracturarme.

—Ya veo—arqueó las cejas—aparte de idiota, mentiroso.

Condujo velozmente, o bueno, lo más rápido que su coche permitió, hasta que llegaron a la casa extraordinariamente elegante de Trenton Rex, donde lo esperaba la servidumbre con los brazos abiertos. Y esta vez Lola tuvo que cederle el paso a él porque Shelby no estaba de humor para más desfachatez.

—Gracias, chicas—se despidió muy animado.

—Gracias nada. Ahora cumple con el trato—le recordó ella y echó a andar el coche, dejándolo atrás. Lola chasqueó la lengua y se cruzó de brazos, señal de indignación— ¿Qué? ¿Ahora vas a defenderlo? Hemos sido testigos de que es un reverendo imbécil.

—Está herido y creo que él hubiera hecho lo mismo por nosotras.

—Ajá. Claro. Trenton Rex es un tonto y por desgracia, mi vecino y sé que te gusta.

—No me gusta—se ruborizó y miró por la ventana.

—Le diré que te gusta, a lo mejor lo hagas cambiar de genio—bromeó.

— ¿En serio lo harías? —volteó a verla y de sus ojos de pronto surgió un brillo infantil. Shelby arrugó la nariz y se revolvió incómoda en el asiento.

—Eh, estaba bromeando, pero si quieres lo haré.

—Lo dices solo para hacerme sentir bien. Nunca aceptarías que yo saliera con él.

— ¿Por qué no habría de aceptarlo? La que saldrá con él serás tú, no yo. Y si a ti te gusta el sujeto, estoy de acuerdo; a mí no tienes por qué darme explicaciones—dijo con seriedad—me importa tu bienestar y tu felicidad. Y si tu felicidad se llama Trenton Rex, yo estoy contigo. Incluso haré un cartel que diga "Trenton Rex y Lola Calvin se aman, se desean y pronto tendrán mil hijos en su primer año de casados". Suena bien, ¿no? —su amiga se había quedado boquiabierta con semejante locura y luego rompió a reír.

— ¡Estás loca!

—Yo haría cualquier ridículo para que rías de la misma manera en la que lo has hecho ahora.

—Te quiero.

—Yo te quiero más.

— ¿Estás consciente de que somos las más raras de la escuela y es por eso que nadie nos habla, excepto Rex?

—Estoy orgullosa de ser rara y Rex nos habla porque él es un idiota.



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