Trilogía: A Través Del Tiempo

By AliceeHearts

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En un reino, hace muchos ayeres, había algo que todos ignoraban: una niña luchando contra sí misma a causa de... More

❅Aclaraciones antes de leer❅
Trilogía "A Través del Tiempo"
Sinopsis: La Reina de las Nieves
Dedicatoria
Playlist ATDT I: La Reina de las Nieves
Prólogo
1 Tengo que intentarlo
2 Ella era como él
3 Podemos protegerla
4 Es imposible
5 Los niños creen lo que dicen los cuentos
6 La quería a ella a su lado
7 Y sus ojos se encontraron
8 El frío no le molestaba
9 Su posible nueva amiga
10 Esconde, no sientas y no dejes que sepan
11 Cree en mí
12 Un castigo para el reino
13 La vida del rey
14 Días transformados en desesperanza
15 Mentiroso
16 La bella durmiente
17 Anna se había quedado sola
18 Hans de las Islas del Sur
19 Es peligroso soñar
20 ¡Silencio!
21 No fue el único en despertar
22 ¡Soy libre!
23 ¿Qué vas a saber tú de amor?
24 Por una vez trata de confiar
25 Monstruo
26 Su propia familia mágica
27 Cuida de mi hermana
28 Amor
29 Azules como apatitas
30 Amenazas que convertir en verdad [FIN DEL LIBRO 1]
Sinopsis: El Espíritu y el Viento
Dedicatoria
Playlist ATDT II: El Espíritu y el Viento
31 ¿Quién más?
33 Tengo que encontrarlo
34 Suena como un estúpido
35 Deja que te ayude
36 Hacia lo desconocido
37 Ve
38 No me dejes solo
39 Debí haber estado contigo
40 Para mí no es suficiente
41 Ya no existen
42 Princesas desdichadas
43 No dejaré que te pase nada
44 Creo que lo arruiné todo
45 No lo soporto
46 Creo que ya sabes quién es
47 Tu deseo más grande
48 Secretos
49 También me gustan los abrazos
50 Volviendo a conocernos
51 No era ni soy quién para interferir

32 Siempre lo pensé como un cuento

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By AliceeHearts

Se cumplía casi un año desde la catástrofe que casi hunde a Arendelle en un invierno eterno. Elsa llevaba la cuenta de los días. Pasado ya el cumpleaños de su hermana y un horrible catarro que casi les arruinó la celebración, podía volver sus pensamientos a los planes que tenía en la cabeza desde hace meses. Quería ir en busca de Jack Frost.

Cuando despertó después de la segunda fiesta de coronación no sólo la acompañó un terrible dolor de cabeza y poca tolerancia a la luz, aun podía sentir entre sus dedos la mano de su antiguo amigo y en su corazón la alegría de que hubiera vuelto. Pero duró apenas un momento. Entre sus dedos no había nada, no volvió a ver al muchacho y en su pecho quedó un pequeño vacío. El primer día lo tomó como la última visión de su infancia, como un cierre a los años de soledad y rechazó. Se llenó con Anna, con Olaf, con conocer a Sven y a Kristoff. A la semana se encontró a sí misma viendo por su ventana todas las noches, registrando los cambios de la Luna, esperando a que estuviera llena. Al mes su itinerario se llenó de asuntos reales, de responsabilidades para con el pueblo, de pláticas incómodas con Anna sobre días antiguos. Al ver que su alegre princesa estaba tan rota y herida en el fondo como ella apartó los pensamientos que la llevaban al muchacho ausente, a sus poderes o a sí misma y se centró solamente en complacer a su hermana.

Iba con ella a donde la invitara, salía todos los días del castillo a pasear por el pueblo, organizaban bailes y festividades de fechas antes olvidadas. Dejó de sentirse una líder con un gran peso en su espalda, comenzó a ser parte de Arendelle y de su propia familia. Aceptó la relación entre Kristoff y Anna e incluso le tomó afecto a ese nuevo hombre y a su reino. Elsa comenzó a vivir en el presente. Y, sin embargo, al pasar su cumpleaños en diciembre y el de Anna en primavera volvió a mirar la Luna y se dio cuenta de que aun quería verlo.

Lo quería en serio. Y quizá fue por eso que un día soleado, mirando hacia el océano y recordando su infancia volvió a escucharla:

La canción del viento.


❆❆❆


—¡Ven, ven, ven, ven!

—Sí, sí, ya voy-

Sintió el golpe en todo el rostro. Era su culpa, estaba confiando en Anna para guiarlo con los ojos vendados.

—Poste —gruñó alegre.

—¡Ups! Lo siento.

Lo movió y volvió a jalarlo y a correr. Estaba muy emocionada por enseñarle lo que fuera que la tenía tan ansiosa desde temprano. Una semana había pasado desde el incidente y desde entonces Anna desbordaba felicidad y amor todo el tiempo. Kristoff no podía evitar que se le contagiara, después de todo ver a la persona que más quería feliz era razón suficiente para serlo.

—¡Muy bien, muy bien! —Gritó la princesa contenta—. ¡Aquí es! ¡Uy!

Le sacó la venda y apenas Kristoff pudo ver de nuevo abrió la boca asombrado. Frente a él se encontraba el trineo más bello, moderno, reluciente y elegante que jamás hubiera visto.

—Te debía un trineo.

Sven estaba a un lado, modelando junto a su nuevo vehículo con una medalla adornándole el pecho.

—¿Es en serio?

—¡Síii! —chilló la princesa sin poder seguir conteniendo su emoción—. ¡Y es el último modelo!

—No, no, no puedo aceptarlo.

—¡Tienes que! ¡Sin quejas ni devoluciones! Ordenes de la reina —le dijo apuntándolo con el dedo—. Te nombró maestro y proveedor oficial de hielo de Arendelle.

—¿Qué? Eso no existe —le dijo con el tono con el que siempre la molestaba.

—Ay, claro que sí. Y hasta tiene porta vasos.

Lo tomó del brazo emocionada. Se tornó seria un segundo después y se frotó las manos, nerviosa.

—¿Te gusta?

Kristoff por fin se permitió emocionarse de vuelta, completamente conmovido.

—¿Gustarme? ¡Me encanta! —gritó tomándola de la cintura y alzándola. Anna soltó un grito de sorpresa convertido en risas mientras la hacía girar—. ¡Podría besarte!

Se miraron. En un segundo la devolvió al suelo y trató de retractarse, o decirlo mejor, o arrepentirse o ser romántico.

—Podría. Quiero decir, me gustaría, yo... ¿se puede? ¿Puedemos? ¿Perdón? Espera, ¿qué?

Sintió los labios de Anna en su mejilla. Al verla le sonreía con vergüenza y encanto.

—Podemos —dijo con una vocecita y Kristoff no dudó más en envolverla entre sus brazos y besarla en la boca.

Desde entonces casi se cumplía un año y se habían besado muchas, muchas veces más. A Anna le encantaba besarlo, abrazarlo, jalarlo, llevarlo por todas partes y expresar su amor de mil y un maneras. Él quizá no era tan expresivo, pero se aseguraba de mostrarle su amor y cariño de la forma que él podía hacerla sentir correspondida: le devolvía cada gesto y la seguía ciegamente a donde quisiera. Se reía con ella y procuraba a Elsa, quien era lo más importante para Anna. La llevaba a comer con su familia una vez por semana y los demás días pasaba a verla al castillo. Sentía que actuaba como un idiota enamorado, algo que un año antes lo habría matado de vergüenza, ahora lo aceptaba porque era lo más feliz que había sido nunca. Amaba a Anna, le fascinaba. No encontraba en ella algo que no le gustara, incluso cuando se enojaba y no paraba de hablar, o cuando se precipitaba y tomaba decisiones dudosas, o cuando se sentía triste e iba a esconderse de todo el mundo. Siempre la quería. Y por eso quería casarse con ella.

Estaba seguro de que Anna le diría que sí, a pesar de no sentirse del todo merecedor. Iba a esforzarse todos los días por hacerla feliz, no tenía ningún problema con la pedida. Su único inconveniente era Elsa.

Tenía algo importante a su favor: conocía a Anna desde hace un año, no un día. No había tratado de matarla, le ayudó a llegar con Elsa. Y a la reina jamás la trató con condescendencia. No se le ocurría alguna razón para que se negara a no ser que no le gustara que fuera un chico de exteriores, que dormía en el suelo en una cueva, que se bañaba en un lago y hacía voces de reno. Nunca le expresó disgusto por esas cosas, pero con los nervios llegaba la inseguridad y temía que la mala experiencia con Hans hiciera que Elsa se negara a casar a su hermana a los diecinueve años. Claro que no tenían que casarse de inmediato, Kristoff podía esperar, sólo quería el sí. El permiso. La expectativa.

Por eso aquella tarde estaba bien vestido, con el cabello peinado y una postura excelente. Sabía que Anna saldría con Olaf ese día a revisar los huertos, por lo que podía tener al menos dos horas para hablar con la reina. Incluso anunció su llegada y espero de pie en una pequeña habitación a pesar de que solía pasearse por el castillo como si fuera su casa.

—Kristoff —le dijo Elsa al llegar—. ¿Qué está pasando?

—¿A qué te refieres?

—¿Por qué estás así vestido? ¿por qué no subiste?

—¿No me queda bien?

Elsa lo inspeccionó de arriba abajo y le arqueó una ceja.

—¿Es para Anna? ¿Celebran algo?

—No, sólo me apetecía algo diferente.

—¿Y Sven?

—Afuera.

—¡Eso sí es raro! Ya dime qué es lo que pasa.

—¿Podemos sentarnos?

Elsa lo miró por un momento antes de asentir e indicarle un par de sillones. Uno frente a otro. Kristoff se sentía sudar bajo la chaqueta. No aguantaría mucho tiempo.

—Iré directo al punto si no te molesta.

—Para nada.

—Muy bien. Verás, hace ya un año que conocí a Anna y debo decir que eso cambio mi vida para... ¿Elsa?

La reina no le estaba prestando atención. Había girado la cabeza hacia la ventana, y buscaba con los ojos algo a su alrededor. Parecía que escuchaba algo, algo que Kristoff no. Notó que la reina se frotaba las manos.

—¿Elsa? —Volvió a llamarla y ella salió de su trance.

—Perdón, no escuché.

—¿Está todo bien?

—Sí, debe ser el aire, no pasa nada. ¿De quién hablabas?

—De Anna...

—¿Está bien?

—Claro que está bien, ¿no debería?

—Anna está bien.

—Sí... Bueno, como decía, hace un año que la conozco y mi vida ha cambiado desde entonces.

—También la mía —agregó con una sonrisa.

—Sí, claro. Creo que la de todos. Desde entonces eres libre y las puertas están abiertas...

—Y está Olaf.

—Claro, Olaf le cambia la vida a cualquiera.

Elsa se rio, Kristoff la imitó por los nervios.

—También llegaron Sven y tú. Ese ha sido otro cambio importante.

—¿En serio?

—Sí. Desde entonces Anna no solo tiene un novio, tiene dos amigos. Y yo también.

Kristoff se quedó sin habla. Sus nervios se disiparon. Se dio cuenta de que su vida no sólo la había cambiado Anna, no era lo único importante que había obtenido después de su gran aventura. Él también había hecho nuevos amigos. Con Olaf, Sven y Elsa había planeado la fiesta de la pincesa, resultando en un gran equipo.

¬—En fin —soltó Elsa, volviéndolo al presente—. Muchos cambios. Sigue por favor.

—Sí. En fin, ustedes han cambiado toda mi vida y estoy muy agradecido y quiero continuar así.

Elsa asintió.

—Es por eso que quiero tu bendición- Digo, pedir, solicitar tu bendición para poder-

Elsa se puso de pie de un salto. Kristoff temió lo peor, un enojo repentino, pero en los ojos de Elsa había pura confusión.

—¿Estás bien?

—¿No lo escuchas? —le preguntó sin mirarlo, buscando a su alrededor.

—¿Qué?

—Se fue.

—¿Elsa?

La reina tardo un poco más en volver esa vez. Soltó un suspiro y miró por la ventana por unos segundos antes de volver a mirar a su amigo.

—Lo siento, Kristoff. Necesito... Hay algo urgente, ¿crees que podamos hablar después?

—¿Estás bien?

—No sé.

—¿No sabes?

Elsa dudó un momento antes de hablar. Parecía temer de lo que pudiera salir de su boca.

—Kristoff, ¿crees que pueda ver a Pabbie?

El hombre abrió la boca sorprendido. En todo ese tiempo Elsa jamás había querido acompañarlos a ver a los trolls. Una de las primeras cosas que había hablado con Kristoff después de conocerlo fue sobre los trolls precisamente: le pidió que por favor no le hablaran a Anna de sus poderes de los que seguro sabían. No le explicó más, apenas se conocían y era una orden directa de la reina. Él le aseguró que así sería, aunque ella no se lo dijera, él sabía por qué y lo respetaba. Siempre fingía creerse las excusas que ponía Elsa cuando la invitaban para despistar a Anna, no insistía. Que ahora quisiera verlo debía ser por un tema de gran importancia.

—¿Está todo bien?

—Sí. No. No sé. Necesito hablar con él.

—¿Es sobre tus poderes?

—¿Qué? No. Eso está bien. Creo.

—¿Sobre lo que escuchaste?

Elsa lo miró sorprendida.

—¿Lo oyes también?

—No.

—¿Cómo supiste entonces?

—Me lo dijiste cuando estabas parada. Me preguntaste si no lo había oído.

—Debes creer que estoy loca.

—Nah —le dijo olvidando su plan de formalidad, relajando la postura y pasándose la mano por el cabello—. He escuchado y visto cosas más imposibles de creer. Crecí entre seres mágicos, ¿recuerdas?

—Apuesto a que has visto de todo.

—Lo más extraordinario que he visto son tus poderes. En eso aun vas a la cabeza.

Elsa volvió a sonreír.

—¿Qué es lo que escuchas? Te llevaré con Pabbie si quieres, pero tal vez yo pueda ayudarte. No lo sé todo, pero cosas me han contado.

Ella suspiró de nuevo y finalmente volvió a sentarse.

—Antes, cuando apenas se descubrió todo y hui del castillo, escuché una voz. Casi pareció que me ayudaba a escapar. Y volví a escucharla cuando Hans y los guardias fueron a buscarme. Y ahora ha vuelto.

—¿Crees que sea un mal augurio?

—No lo sé. Hace un año que no la oía y todo estuvo bien. Si te soy sincera, me pone nerviosa. Creo que puede significar peligro, pero...

—¿Pero?

—La primera vez que la oí fue cuando era niña, en un momento de felicidad. Creo que la voz quiere ayudarme.

—¿Eso te dice?

—Oh, no habla. Es una melodía.

—Igual y no sea una voz solamente, quizá sea alguien.

Elsa apretó los labios.

—Una vez Pabbie me contó que existen seres invisibles y mágicos por todo el mundo. La mayoría son buenos. Por ejemplo, una vez me habló de un chico mágico que volaba por Arendelle y cuidaba a-

—¿Qué? —lo cortó con los ojos abiertos como platos—. ¿De quién te habló? ¿Dónde? ¿Cuándo?

—N-no me dijo su nombre. Fue algo que me contó cuando era niño después de preguntarle sobre...

—¿Sobre qué? —le preguntó impaciente, al borde de su asiento.

—Sobre... Sobre ti...

Elsa se alejó lentamente, sin poder despegarle la vista. Sus ojos se movían entre cada uno de sus ojos y su boca entreabierta se decidía que sonido hacer.

—¿Lo sabías?

—Sí. Yo... —soltó un suspiro, rendido, sabiendo que era momento de la verdad—. Yo estaba ahí cuando fueron a buscar a Pabbie, cuando cambiaron los recuerdos de Anna.

Elsa palideció.

—¿Le has dicho...?

—¡No! No, no. Claro que no. No quise entrometerme en sus asuntos.

—¿Y al chico? ¿Lo has visto?

—No. Siempre lo pensé como un cuento.

La reina soltó una risa en forma de aire.

—Un cuento. Claro. Puedes explicarme el resto en el camino.

—¿En el camino? ¿A dónde vamos?

—Con Pabbie. Donde quiera que esté lo tiene que saber Pabbie. 




N/A 

OMG Kristoff ahora es importante jsjsjjsjs

Este es uno de los cambios más significativos para mí, ya que en la versión anterior este arco en realidad era la introducción de Rapunzel y Flynn que ahora han sido removidos de la historia porque no aportaban la gran cosa, en su lugar, Kristoff tiene protagonismo jeje

Ahora, si tengo que revelar que aun falta para ver de vuelta a nuestro querido protagonista que anda perdido, pero espero que disfruten estos capitulos de busqueda para hacer más jugoso el reencuentro 7u7

En fin, disculpen la ligera tardanza, estuve un poco ahogada en tareas pero ando muy comprometida con esto por lo que no más abandonos

Gracias por leerme, lo pueden hacer de nuevo pronto y yo los leo a ustedes en los comentarios<3

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