Hay historias demandantes. Historias que, pese a que quizás tienen tramas sencillitas, suaves y ligeritas, exigen toda tu atención y te mantienen cautiva hasta que no te dignas a buscarles un lugar en tu vida. Eso me ocurrió con De nuevo tú.
La verdad es que ni siquiera estaba en mis planes escribirla. Tampoco la tenía en mente cuando estaba por terminar Pandemónium y tenía que empezar a decidir qué diablos iba a escribir una vez que acabara con la trilogía. Sin embargo, llegó y me mantuvo atrapada de principio a fin.
Sé que es una historia un poquito distinta a las que las tengo acostumbradas, pero de verdad necesitaba de Bruno y Andrea. De su historia fresca, sin muchos dramas, pero con muchísimas lecciones que darme. Espero que a ustedes también las haya mantenido como a mí: ilusionada. Sonriente.
Y, pues nada... No puedo irme de aquí sin antes agradecer a unas cuantas personitas que estuvieron por aquí en el proceso creativo de De nuevo tú.
Para empezar, quiero agradecerte, Brenda, por toda la asesoría legal. De no haber sido por ti, no habría podido deshacer el desastre que me inventé. ¡Muchísimas gracias por todo!
Gracias, Majo, Génesis, Tania, Mary, Nair y Monse. Por fangirlear conmigo aún cuando Bruno y Andrea todavía ni siquiera eran algo seguro. Las adoro. Gracias por estar siempre aquí.
Gracias a mis tóxicas favoritas: Ana, Michell, Ysa, Lau, Dash, Andre, Clau, Fer, Kath, Mariana, Marsch y Lu, por aparecer tan repentinamente de la mano de De nuevo tú y por siempre, siempre, siempre sacarme las más grandes sonrisas. Las quiero muchísimo (a todas. Sin preferencias. Ya saben).
Y, finalmente, quiero darles las gracias a ustedes, por estar. Por permanecer.
Así esta sea la primera historia que lees en mi perfil, o te las hayas devorado todas, significa muchísimo para mí saber que, aunque sea durante unos momentos, compartimos esto: A Bruno y a Andrea. ¡Gracias! ¡De verdad, gracias! Amé cada comentario (los leo absolutamente todos, pecadoras). Cada voto. Cada interacción en redes sociales respecto a la novela.
Y no me despido. Tengo la esperanza de que nos leamos por ahí en alguna nueva historia o, ¿por qué no? Alguna de las antiguas.
¡Mil gracias por todo! ¡Diez mil gracias por tanto!
¡Nos leemos muy pronto!
Un abrazo,
-Sam.
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