Descubrimiento

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Pandora estaba molesta, porque Kagaho le había solicitado apartar a Violate de su hermano y las órdenes de Valentine, que actuaba como un estupido a lado de Radamanthys, arruinaban su promesa, pero, no dijo nada, solo tuvo que marcharse, sabía que la única razón por la cual el hombre de cabello rosa no la destruyó fue para mandarle ese mensaje a su mentor, que era claro, ya no lo necesitaba.

-Eso lo veremos, Valentine, eso lo veremos…

Valentine la vio marcharse en silencio, disfrutando como sus mascotas la guiaban a la salida, para que no creyera que podía deambular a su antojo en su hogar, eso no era posible y no se lo permitiría, esa casa era después de todo, su refugio, donde se encontraba su esposo, su omega, su señor.

-Earhart recibirá su lección, no temas por eso Radamanthys.

Era el nombre de su abuelo, quien lo atacó el mismo día en que intentó llamar a una fuerza oscura a esa mansión, pero no acudió a ellos, porque se trataba de un omega, le dijo su abuelo cuando empezó a golpearlo con saña, le había fallado.

-¿Temer?

Pregunto sentándose de nuevo en el asiento enfrente del piano, encontrando divertidas las palabras de Valentine, ya no había nada que temer, todo eso ya había sucedido, así que ya solo faltaba dejarse arrastrar a la oscuridad.

-Todo lo que alguna ocasión temía que sucediera, ya lo hizo, ya pasó… así que… qué más da Valentine, estoy aquí, soy tu esclavo… qué más da.

Valentine volteo al escuchar esa derrota en su voz, verle sentado frente al piano que trataba de tocar, pero en el pasado se rehusó a hacerlo, no tenía porqué aprender música, danza o arte para entretener a un alfa.

-No eres mi esclavo…

Era gracioso, Valentine sonaba como si en verdad creyera en esas palabras, que no era un esclavo, que no había regresado a su casa familiar para servirle, casi podía creer que el viejo amigo de su infancia estaba presente, aquel que quiso protegerlo de la golpiza propinada por su abuelo, en quien confió alguna vez.

-Todo lo que he hecho… todo lo que hice y haré, solo es una forma de protegerte Radamanthys… mi señor Radamanthys…

Antes de su caída en desgracia esa era la forma en que Valentine le hablaba, se suponía que él había nacido con un destino, que lograría grandes cosas, por eso aprendía de esos libros, por eso fue apartado de los brazos de su madre, quien había fallecido por extrañas causas, aunque muchos pensaban que su abuelo simplemente la mató.

-Mi señor, ellos quieren llevarte a la mesa de los doce lados, quieren sacrificar  tu vida por algo mucho más grande, pero nada hay más grande que tu…

Valentine sonaba casi como un demente, actuaba como uno, acariciando sus manos, restregando su rostro contra estas, besando sus nudillos, el dorso, sus palmas, para despues, simplemente, sonreirle.

-No lo permitiré, no les dejaré dañarte.

Las cicatrices que cubrían su cuerpo eran bastante notorias, las que se había hecho al escapar de esos túneles y aquellas producidas por Valentine, cuando lo poseyó de camino a su mansión, quien comenzó a recorrer cada una de ellas, con algo parecido a la vergüenza.

-Pero… tampoco dejare que otro alfa te aparte de mis brazos, ellos, cualquier otro, sin importar su belleza, no podrán protegerte, pero yo si, yo que he aprendido todo lo necesario, que descifre el libro negro, el misterio del gusano y tantos otros libros terribles, solo para tenerte a mi lado.

Valentine se acercó un poco más a su cuerpo, olfateando su cuello, percibiendo su aroma, escondido entre aquellos de los jabones, de las esencias que usaba para bañarse, mucho más tranquilo, al no estar aquella peste, de ese alfa con la sangre de la luna en sus venas.

Lágrimas de LunaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu