Amanecer

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La noticia de la fuga de Saga y Kanon fue una que recorrió cada una de las jaurías, justo como aquella que decía que los omegas de la jauría de Aspros habían abandonado el hogar, tras no sentirse seguros. 

El no tenía una jauría como tal, pero si comandaba una serie de lobos solitarios que habían acudido con él para recibir su consejo, encontrando que las organizaciones que trataban de imitar los rangos de los vampiros no eran de su agrado. 

Las lunas no eran más que una fachada que trataba de hacerlos sentir normales, como si fueran humanos o vampiros, pero esa organización con ellos no funcionaba a largo plazo, porque al final siempre ocurría como con los gemelos menores, terminaban por huir de su casa familiar, creando otro clan. 

Aunque debía admitir que le fascinaba lo que había escuchado de Saga, el gemelo mayor, poderoso, inteligente y hermoso, mucho más inteligente que sus hermanos, porque adivinó sus intenciones y huyeron a tiempo, antes de que lo cazaran con algún lobo indigno, así como para salvar la vida de Kanon. 

Su nombre era Shaka, era un extranjero que había viajado a esas tierras, era un Indu que era conocido como el hombre más cercano a dios, a Buda, algunos decían que era su reencarnación. 

Pero él solo se consideraba un licántropo, algo antiguo a decir verdad pero nada especial, así que había conseguido que varios de los suyos lo buscaran pidiéndole su consejo, se reunieron bajo su liderazgo sin que se lo propusiera realmente, formando alguna clase de jauria. 

Una libre, en la cual cada uno de sus aliados podían hacer lo que desearan, siempre y cuando, no dañaran a sus aliados, porque bien sabía que entre salvajes debían existir más reglas, porque fácilmente las diferencias derivan en violencia. 

Aspros había escuchado hablar de su jauría y deseaba que sus lobos se aliaran con los suyos, deseaba sangre nueva, pero ellos no deseaban servirle a ninguna clase de manada, ellos eran libres, podían hacer lo que desearan, pero al mismo tiempo, se sintió tentado a aceptar la mano de Saga. 

Quien escapó antes de que siquiera pudieran compartir algunas palabras, algunos puntos de vista, y consideraba que eso era mucho mejor, así no tendría la desagradable idea de que no podía rechazarlo, o que no le interesaba su opinión. 

-Saga y Kanon robaron otro banco, con este ya van siete, pero lo extraño es que no están buscándolos a ellos, sino a tres jóvenes omegas que se escaparon del Santuario. 

Un alfa de cabello morado pronunció, esperando su respuesta, él era un vampiro, hijo del mismísimo Shion, a sus espaldas había un licántropo de cabello café, un gigante, un omega, que actuaba como el guardaespaldas de su aliado y amigo. 

-¿Cuales son sus apellidos? 

Quiso saberlo, estaba sentado con las piernas cruzadas, sus manos enfrente de su pecho, sus palmas entrelazadas, con los ojos cerrados, trataba de meditar, pero no lograba concentrarse, pensando en Saga, ese hermoso soldado, que era un omega y que era sin duda magnífico. 

-Walden, Griffon y Garuda… 

Eran nombres antiguos, tres apellidos de los doce nombres malditos, cuyo destino estaba atado a las sombras y la magia negra, era una mala señal que solo significaban problemas, terribles actos que serían realizados antes de que esa pesadilla terminara. 

-Esas son malas noticias… 

Fue lo único que pudo decir, aun con los ojos cerrados, tratando de tomar una decisión. 

-Muy malas noticias. 

*****

Ilias fue el encargado de regresar a Hasgard a la jauría, obedeciendo las órdenes de Aspros, quien había sido muy claro, de no escuchar sus ordenes tendrian que mandarlos lejos, a él y a su cachorro, cuyo nombre era Regulus, un niño pequeños, de unos cinco años de edad que acababa de perder a su madre. 

Lágrimas de LunaWhere stories live. Discover now