Decisiones.

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Aquellas palabras pronunciadas por Minos eran más de lo que necesitaba escuchar y no estaba dispuesto a desobedecer al omega que trataba de seducirlo con demasiado ímpetu, tratando de arrebatarle la ropa frenéticamente.

Cuyas muñecas sujeto con fuerza, relamiendo sus labios, al ver como Minos temblaba ligeramente, algo sorprendido, mirándole con cierta aprensión, sintiendo como era llevado a la cama, donde Albafica aun sostenía sus muñecas, su boca manchada con su propia sangre, sus colmillos afilados visibles.

Dándole la apariencia de un depredador, cuya mirada estaba fija en cada uno de sus movimientos, con tanta atención que le hizo estremecer, tragando un poco de saliva, al recordar que le había dado de su sangre, que lo había mordido y debido a su propia fuerza vital en ese momento se veía joven, hermoso.

-No te arrepentiras por esto, aunque… no creo que comprendas lo que significa la eternidad.

Y era que en esa vida esperaba vivir eternamente a su lado, cuando le diera el beso inmortal, para convertirlo en un vampiro, cuando le ayudará a renacer desde las sombras, aunque esto significara que un mal mayor abriera los ojos, Albafica lo amaba y deseaba seguro.

-Pero no importa, la eternidad la pasaremos juntos, los dos amandonos, alimentándonos de las vidas mortales...

Albafica vio la expresión de Minos, como pasaba de temor a excitación, le gustaba ser uno con el, deseaba ser inmortal como deseaba tener poder, tener riquezas, las que le habían arrebatado injustamente.

-Quiero eso.

Fue su respuesta desesperada, besando sus labios, y claro que no diría nada más, era su Minos, era un demonio con una apariencia hermosa, tan fría, tan delicada como la suya, un monstruo, exactamente como lo era él.

-Tu y yo, para siempre.

Minos asintió, eso era lo que deseaba y eso era lo que tendría, el amor inmortal, el amor eterno, un sentimiento que era mucho más parecido a una enfermedad que a una bendición, porque si llegaba a arrepentirse de su decisión, no podría separarse del hermoso vampiro, que le había buscado toda su eternidad, que le había encontrado varias veces y en algunas de estas era rechazado.

-Eso me agrada…

Minos era un amante de la belleza y Albafica era el hombre más hermoso que había visto en toda su vida, mucho más hermoso que Lune, quien le había dicho alguna vez que sería su alfa, cuando apenas era un niño.

-Tu me mantendrás apartado de Lune, no es verdad…

Albafica se tenso inmediatamente al escuchar ese nombre. uno que odiaba con todo su corazón, porque después de su locura, de su desesperación, se dio cuenta que le había robado a su omega, que este le había destruido, se había llevado a su pequeño, su poder, su riqueza, todo cuanto le pertenecía a Minos, su sirviente lo había tomado para él y en algunas vidas, hasta el afecto de su amado le había arrancado.

Y aquellas ocasiones no lo soporto, no pudo permitirlo e intentó recuperarlo a como fuera lugar, comprendiendo que Minos amaba a su enemigo, a quien le robó todo cuanto era y de alguna forma, antes de darse cuenta de lo sucedido, su amado era destruido por sus propias manos.

Como lo había dicho Afrodita, él era un monstruo, ambos lo eran y aunque a su pupilo le dio todo cuanto pudo, se daba cuenta también, que la educación dada por Lune lo había corrompido, a pesar de tener su sangre, no eran iguales, no se parecían en nada, su hijo, su único heredero, fruto de su amor a Minos, era más parecido a Lune, que a él.

Por lo cual, siempre le había tenido cierto desprecio, sentía cierto desagrado, uno que tal vez no podía ocultar y que le llevó a darle la forma de huir a Shura, para que no fuera destruido, pero al mismo tiempo, para que no le estorbara en el momento de poseer, de apoderarse de Minos.

Lágrimas de LunaWhere stories live. Discover now