El anciano.

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-Tomen este pago y llevenlo a la bóveda, yo tengo otra reunión que atender.

El más hermoso de los tres jóvenes, el que tenía cabello celeste ondulado, se sorprendió por esas palabras, porque rara vez su señor caminaba por su cuenta y eran menos las ocasiones en las cuales tenía una reunión, de la cual no le había dicho nada.

-¿No quiere que lo llevemos?

El anciano negó eso, observando fijamente a su sirviente, que trago un poco de saliva, retrocediendo cuando el sol empezó a salir, iluminando con eso las calles, era el momento de huir, al menos para el.

-Agradezco tu preocupación Afrodita, pero puedo cuidarme solo.

La luz del sol bañó la mano de su señor, que sonrío, porque no le hizo daño, nunca lo hacía, aunque llevaba demasiado tiempo sin alimentarse, su última víctima había sido el soldado que tenía enfrente suyo, un hombre hermoso que liberó de las calles cuando tan solo era un niño.

-Ni siquiera el sol puede dañarme, pero a pesar de que te alimentas de la sangre de esos dos, si tu te quedas aquí, serás calcinado.

Era un vampiro muy joven, de apenas unos años de edad y aunque estaba agradecido con él, sabía que podía morir de una forma dolorosa si lo seguía a donde deseaba acudir, buscando a un viejo amigo.

-Lo siento mi señor... pero como no se ha alimentado en mucho tiempo, solo me preocupaba por su seguridad.

El vampiro anciano sonrió, con una expresión amable, para después darle la espalda a su soldado, cuyo nombre era Afrodita, para que pudiera marcharse en compañía de sus dos favoritos, uno de ellos se hacía llamar Deathmask, el otro Shura.

-Debemos irnos...

Pronunció el de la barba corta en la barbilla, llamando la atención de Afrodita quien asintió, subiendo en el vehículo con las ventanas cubiertas, un automóvil grande que tenía la apariencia de una carroza fúnebre.

-Si, es hora de irnos.

*****

Defteros vio ese intercambio en silencio, sin interrumpir a su hermano, quien sabía que le tenía un cariño especial a su viejo amigo de la infancia, pero al mismo tiempo sabía, que su amigo estaba decepcionado, igual que lo estaba Saga y no lo culpaba por ello.

Dejo que Saga y Kanon se marcharan porque temia la decision que Aspros tomaria respecto a sus hermanos, uno de ellos era un omega al que podría desposar con algún alfa que no se lo mereciera, con Kanon, podría ser aún peor, ese muchacho podía ser asesinado por su propio hermano mayor, para que no le quitara el poder.

Por un momento pensó en abrir la celda que daba al interior de lo que Aspros llamaba las guarderías, preguntándose si acaso no era lo mejor, dejar que Hasgard se marchara de una buena vez, antes de que su hermano terminara de caer en la locura, sin embargo, ya había sido castigado por dejar ir a sus hermanos, no deseaba recibir otra reprimenda.

Defteros tenía una máscara de madera que cubría su rostro, con remaches y seguros de plata, que no tocaban su piel, pero si trataba de transformarse lo harían, eso terminaría sucediendo.

No podia transformarse, asi no podia arrebatarle el trono a Aspros ni evitar que actuara como un demente, haciendolo sentir culpable y humillado, como si fuera un cobarde, tal vez eso era, porque no deseaba recibir otro castigo.

Hasgard por el momento tendría que soportar ese cautiverio, hasta que encontrara la forma de quitarse su máscara, así podría transformarse y así podría enfrentarse a su hermano mayor, al que se estaba perdiendo en su oscuridad.

Lágrimas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora