Despertar.

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Había perdido la noción de cuánto tiempo llevaba en ese pozo, su garganta le dolía, su piel y sus manos, Minos trato por todos los medios de salir de esa celda incomoda, sentía que sus piernas ya no podían sostenerlo más en ese pequeño pedazo de piedra, estaba sentado o de pie, pero no podía acostarse, no podía descansar, no en realidad.

Sus ojos grises veían la puerta como su única salvación y el anochecer como las únicas horas relativamente cómodas, porque, prefería el frío de la noche al infernal calor de las mañanas.

Y como con Radamanthys, su memoria que estaba atada a la de la bestia que había tomado un lugar en su psique, había desaparecido, junto con una buena parte de sus recuerdos, no sabía porque se encontraba en ese sitio, no tenía muy claro quién era el que lo encerró, tal vez, fue el sujeto de cabello claro, de ojos lilas, ese que se decía su alfa o tal vez, ese era otro tratamiento, como muchos a los que se vio sometido en el sanatorio.

Estaba tan cansado, tan hambriento y sediento, que pensaba, pronto perdería la vida, podía ver ampollas en su piel, marcas rojas que comenzaban a sangrar, las que el mismo rascaba con sus uñas, buscando sentir algo más que calor, frío, sed o hambre, el dolor era una buena opción.

Minos no lo sabía, pero por fin había terminado esa semana de encierro, por fin una sombra abrió la puerta de su celda, un alfa de cabello claro y ojos lilas, que le ofreció una mano, la que sin dudarlo siquiera tomó, desesperado por salir de allí.

-Minos…

Ese era su nombre y esos brazos lo rodearon con algo parecido a la ternura, con un sentimiento casi paternal, Minos estaba demasiado cansado, sus piernas apenas podían sostenerlo, así que se desmayó en sus brazos, esos brazos que le parecieron demasiado cómodos.

No supo qué pasó, se perdió en esos brazos que le parecían cómodos y al abrir los ojos, se encontraba en una recámara limpia, con unos ventanales donde podía ingresar el sol, los que estaban recorridos lo suficiente para que hubiera luz, pero no tanto como para que los rayos de sol pudieran lastimarlo.

-Minos…

El alfa de cabello morado sostuvo su mano con delicadeza, podía ver que tenía varias vendas cubriendo su piel, donde se había lastimado lo suficiente como para sangrar, no sabía si le quedarían cicatrices, pero no importaba, supuso, tratando de cerrar los ojos.

Pero el alfa de cabello morado acaricio su mejilla, llamando su atención, para mostrarle algo de comida suave y té, esperaba que comiera un poco, Minos estaba hambriento, así que aceptó lo que le servían sin hacer demasiadas preguntas.

-Tuviste un desmayo Minos, en el sanatorio donde tus padres te encerraron, apenas pude liberarte de ese sitio.

Minos no recordaba nada de lo sucedido, como se lo había dicho Byaku, el médico que había atendido las heridas de su omega, quien le explicó que tras perder aquella fuerza oscura que vivía en su cuerpo, sus memorias serían confusas, al igual que su tratamiento en el pozo, que después de varias días, provocaría que apenas pudiera comprender aquello que sucedía por su mente.

-¿Recuerdas algo de lo sucedido?

Minos llevó una mano a su frente, no recordaba nada por lo tanto esa fue su respuesta, no sabía que estaba sucediendo, lo único que recordaba era que le temía, él sentía temor del alfa a su lado, que sostenía una de sus manos con delicadeza, de una forma que pensaba era imposible en ese sujeto.

-No, no recuerdo nada de lo que ha sucedido… ni siquiera mi niñez…

Y era cierto, había olvidado los sucesos del pasado, cuando la bestia usaba su cuerpo a su antojo, al mismo tiempo que sus memorias modernas, también estaban perdidas, no sabía que estaba pasando, ni porque tenía una mordida en su nuca.

Lágrimas de LunaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ