Pesadilla

123 15 12
                                    

-Vayan por ellos...

Pronunció Kagaho, sin embargo, negó eso, no le importaba en realidad capturar al pintor, ni a Violate, mucho menos le importaba la vida de Sukyo, lo que él deseaba era regresar a Aiacos a casa, debía estar muy asustado, muy deprimido, lo mejor era regresarlo a su mansión.

-Olviden esa orden... sólo deseo que capturen a mi hermano, no deseo que lo lastimen.

Kagaho esperaba que sus soldados dieran con Aiacos, que escuchaba las pisadas de los soldados a sus espaldas, como apresuraban el pasado y podía ver que había un vehículo, donde ingresaron Alone, Dohko y Violate cargando a su pequeño.

-Vayanse... yo tengo mucho de qué hablar con mi hermano.

Violate quiso decirle que no lo hiciera, que no se quedara, pero Aiacos ladeó la cabeza, volteando en dirección de los soldados que ya preparaban sus armas, abriendo los brazos, respirando hondo, porque su alfa sabía que él siempre había odiado que le trataran como pensaban debía comportarse un omega.

-Te veré cuando crea que estás segura, Violate, cuida de nuestro pequeño.

Susurro con una sonrisa, volteando en dirección de aquellos soldados, levantando las manos, no deseaba que lastimaran a su pequeño y deseaba que huyeran, lo mejor, era evitar que dispararan en contra de su esposa, su alfa y su cachorro.

-Llevenme con Kagaho... no pondré resistencia.

Los soldados le abrieron el paso y Aiacos comenzó a avanzar en la dirección de su hermano, que esperaba con las manos detrás de su espalda, con una sonrisa que le congeló la sangre, pensando en las palabras pronunciadas por Minos, que decía que él destruyó a su familia, que intentó matar a su alfa, que lo mantenía en ese lugar como un esclavo, un juguete.

-Aiacos, estaba tan preocupado por ti, pensando en lo que tendrías que sufrir al apartarte de nuestro hogar.

Pasó varios meses apartado de su hogar, muchos más días que ese puñado fuera del sanatorio, preguntándose porque Kagaho deseaba hacerle daño a su familia, porque robarle a su cachorro, dañar a su alfa.

-Siempre te defendí... siempre pensé que tu eras el único que me amaba en esa familia, que me considerabas alguien valioso...

Kagaho ladeó la cabeza, sin comprender las palabras de su hermano, que estaba demasiado lastimado, actuando como si lo hubiera traicionado de alguna forma, cuando él, al tratarse de su hermano menor, solo deseaba protegerlo, cuidarlo de cualquier daño.

-Yo te considero alguien valioso mi amor, porque pensarías lo contrario.

Aiacos sintió como Kagaho colocaba sus manos en sus hombros, con demasiada naturalidad, con una expresión desagradable, con una sonrisa retorcida, haciéndole pensar en la forma en que esos médicos observaban a los omegas, comprendiendo una desagradable razón por la cual, su hermano quiso destruir a su alfa, robarle a su cachorro, arrebatarle lo que deseaba para sí mismo.

-Porque me mandaste lejos y ni siquiera me visitabas... como si fuera un trapo viejo, algo sin valor para ti...

La energía que rodeaba su cuerpo había desaparecido, no entendía la razón, pero, si conseguía que lo llevara a su hogar, podría destruir a su hermano, vengarse de una buena vez de toda esa familia que le había dado la espalda desde el dia de su nacimiento.

-Quiero ir a casa...

Kagaho asintió, acariciando la mejilla de Aiacos con delicadeza, para besar sus labios con una expresión soñadora, un beso que Aiacos recibió con sorpresa, para después, ser guiado a la limusina que esperaba a tres omegas, pero solo transportaria a uno de ellos.

Lágrimas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora