Venganza.

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Venganza.

Minos al escuchar su nombre volteo a ver a su invitado, aunque más bien era un intruso, jadeando, llevando una mano a su cabeza, levantándose con demasiada velocidad, para inmediatamente retroceder, pensando que estaba loco, siempre se lo habían dicho, el era un demente y por eso debía estar solo el resto de su vida.

-No... no es posible...

Susurro para sí mismo, cerrando los ojos con fuerza para después volverlos a abrir, pero allí estaba él, esa visión, como si fuera un sueño o un ángel de la guardia, únicamente un fragmento de su imaginación que le hacía creer que a alguien le importaba.

-Tu no estás vivo... tú no existes más...

Estaba cansado de luchar, lo único que debía hacer era obedecer las ordenes de Lune y así no tendría que sufrir, pero su visitante, que aun en los espejos se veía hermoso, joven, esbelto, encarnando la perfección de la belleza, pues era el nuevo dios de los vampiros, se acercó a él con un paso adelantado, rodeando su cintura.

-No es una alucinación, no estas loco Minos, tu no eres un demente, nunca lo has sido...

Minos al sentir que las manos que rodeaban su cuerpo eran reales, se aferró a ese cuerpo, a punto de quebrarse, porque en ese caso todo lo demás era cierto, cada horrible fragmento de sus recuerdos y eso le hacía sentir furioso, deseaba venganza.

-Recuperaremos todo lo que has perdido, cada fragmento de oro y plata, tus tierras, tus títulos nobiliarios, aun el apellido que Lune usa sin derecho alguno, el no puede actuar como si fuera tu alfa, porque yo lo soy, tú me elegiste a mi en el pasado y espero, me vuelvas a elegir a mi sobre los demás.

Minos respondió besando los labios de Albafica, acariciando su mejilla, pensando que ese alfa era tan poderoso como lo era hermoso y ademas, su corazón era puro, a pesar de ser un vampiro, a pesar de su pasado, de alimentarse con sangre, por lo cual, lo deseaba con él, como su alfa, como el futuro padre de sus hijos, el también deseaba tener a un pequeñito en sus brazos.

-Por supuesto que te elijo a ti, tu eres el único alfa que me ha tratado con respeto y al único alfa que en verdad deseo.

Algo más observaba ese intercambio sorprendido, sin comprender realmente lo que sucedía, porque el intruso de su pasado se negaba a morir y porque Minos, que hasta ese momento había sido dócil, le aceptaba consigo con tanta facilidad.

-No te lo mereces, tu no te mereces el cariño de Minos, jamás lo has hecho.

Albafica al escuchar la voz de aquel que tanto odiaba, quien destruyó su vida perfecta y le arrebato a su familia, colocó a Minos detrás de su espalda, creyendo que una vez que pudiera destruirlo, unicamente así podría ser feliz, matando al infeliz que se apoderaba de su paraíso en los brazos de su omega.

-Te mataré.

Fueron sus palabras, no le mostraría piedad y cuando Lune quiso atacarlo de la misma forma que en el pasado, cuando pudo destruir su cuerpo, simplemente lo alejó, destruyendo los tentáculos que amenazaban con hacerle daño.

-Esta vez no podrás hacerlo, Lune, te lo prometo, y antes de que mueras te haré sufrir todo lo que yo he sufrido, cuando comprendí que tu envenenaste a mi omega, que me robaste a mi bebe, que logre encontrar, pero el me odia... porque tu no eres más que una hierba mala que destruye mi jardín, pero ya no más.

Minos apenas comprendía lo que era dicho, Lune por el contrario sabía que el vampiro que deseaba derrocar a Albafica, a quien perdonaba una y otra vez, no era más que su hijo, una rosa nacida de otra rosa, Afrodita era su nombre, quien a su vez, no escuchaba sus consejos, únicamente aquellos de sus dos humanos.

Lágrimas de LunaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz