Parte 32

107 5 0
                                    

32

Forzosamente Svieta tuvo que volver a su departamento, para comer y descansar; todo había sucedido de repente y para sorpresa suya no sabía realmente que es lo que debería hacer, comenzó por tratar de no preocuparse tanto y así estar lucida en caso de que se presentara cualquier emergencia. Ordeno un pizza para cenar, pero cuando estuvo a punto de comerla se derrumbó en lágrimas al recordar que ella y Neyza solían compartirla juntas y después sacaban un par de cervezas de la nevera, para encender la televisión, activar la PS4 y jugar videojuegos hasta el amanecer. Pero ahora simplemente estaba el silencio y nada más.

Pasaron las horas, la mente de Svieta parecía entrar en trance, mientras tanto, entrecerraba sus ojos una y otra vez, hasta que termino cerrándolos por completo, seguidamente, se quedó profundamente dormida.

A la mañana siguiente, el contestador de su teléfono la despertó. La primera grabación era de una compañera de trabajo, diciéndole que había olvidado un par de sus libros en la oficina, luego se oyó otro pitido del segundo mensaje, era de una de las secretarias de la Editorial, le decía que antes de que Neyza hubiese tenido ese colapso, días anteriores, le había dejado algo que solamente podía entregárselo a ella. Y los mensajes cesaron.

Svieta se levantó de golpe, tosió un poco, luego fue hacia su armario, cogió rápido algo de ropa y se cambió rápidamente. Fue a la cocina, se preparó una taza de café, pero antes miro el reloj de pared con mucha atención y sin ni siquiera probar su café, dejo la taza en la mesa y salió corriendo directo a las oficinas de la Editorial.

Una vez allí, se encontró con Julia la secretaria.

-Cuanto lo siento querida, todas sabemos lo unidas que estaban, y como la querías, por eso todas aquí estamos rezando por su recuperación.- Fueron las palabras de Julia, que denotaban una preocupación sincera.

-Gracias Julia, no sabes cómo te lo agradezco, a propósito recibí tu mensaje y...

-¡Oh sí! el sobre querida.

-¿Sobre?- Indago intrigada Svieta.

-Bueno no creerás que tú eras la única amiga que tenía Neyza, nosotras también estábamos allí cuando ella lo necesitaba. Bueno déjame buscarlo ahora.

Todo esto ahora parecía tan extraño, que Svieta comenzó a impacientarse.

-¡Bien aquí lo tienes!- Dijo Julia con una sensación de triunfo.

Svieta se limitó a tomar el sobre con manos temblorosas, después de una cálida despedida y ánimos de parte de Julia, salió de la editorial tan rápido como pudo, tomo un taxi y se fue de vuelta, directamente a su departamento.

Una vez en su allí, dejo el paquete en la mesa, y se sentó en la cama dando un profundo respiro. Pasaron los minutos y mientras tanto, Svieta sólo se limitaba a observar el sobre, sin ni siquiera sentir curiosidad por abrirlo. Simplemente lo veía y veía; quizás, fuera porque Neyza siempre fue una chica sencilla, y no había mucho que esperar de ella. Svieta dejó el paquete sobre la mesa, tomo su abrigo y se fue. En la calle se acercó a un bar. Ya había anochecido. Pidió algo de wiski y empezó a beber y a fumar compulsivamente, como nunca lo había hecho en su vida y después de que el alcohol y el tabaco hicieran sus efectos se levantó de la barra y se largó de allí.

Svieta llego a su departamento milagrosamente, porque estaba muy ebria. Se quitó su abrigo y se tiró en la cama. Mientras trataba de dormir se puso a ver el sobre de Neyza nuevamente, y mientras este se hacía poco a poco borroso a su vista, sucedió. Algo inexplicablemente hizo que Svieta se levantara de un salto, se incorporó, tomo el sobre y empezó a abrirlo, después metió la mano en él, y saco unos papeles o eso parecían, además de fotografías de todos los tamaños, unas notas que Neyza había escrito, como también recortes de periódico y revistas, nada parecía tener coherencia, ni las unas con las otras. Allí había recortes de periódicos sobre suicidios y homicidios o eso parecían, también habían fotografías sobre escenas del crimen, notas que tenían extraños mensajes, y figuras demoniacas con extraños símbolos y demás. "¡Jesucristo!". Svieta estaba muy asustada, como una niña pequeña que descube que hay un monstruo debajo de su cama.

Después de examinar ese escalofriante material, cogió su celular e hizo una llamada a alguien que quizás podría ayudarle con todo esto.

CONTACTOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon