PARTE 16

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El comando central de la policía, se encontraba situada a un extremo de la plaza Marzana; claramente se podía divisar un edificio de tres plantas con estilo colonial y fachada pintada de color blanco. Un par de banderas se exaltaban en la entrada principal, mientras que una gran cantidad de policías partían con sus motocicletas, para hacer patrullajes rutinarios.

Raymundo se encontraba en una patrulla y estaba a unas cuadras de la plaza, su corazón le latía desbocado, y su respiración se agitaba más y más a medida que llegaban. Una vez que llegaron al recinto, Raymundo junto con los dos policías que lo habían escoltado, se dirigieron inmediatamente a una sección del complejo, donde supuestamente iba a ser interrogado.

Inconvenientemente aun sentía los efectos de la resaca, y también sentía que todo se le estaba poniendo de cabeza. "Más bien no lo habían esposado". En la entrada curtidos y enjutos rostros de los oficiales nuevos, lo acusaban y perseguían con la mirada, además, otros delincuentes que si iban presos y con esposas, tenían claras señales de haber sido golpeados, en los supuestos interrogatorios. Todo el ambiente de alguna forma era intimidante.

Finalmente condujeron a Raymundo a una tranquila oficina separada de las demás. Allí una vez que le dijeron a Raymundo que esperase, apareció un sujeto gordo, calvo y con la frente arrugada como una uva pasa.

-Soy el capitán Gonzalo Ríos- dijo con una voz cansina.

-Buenas tarde capitán, espero pueda serle de ayuda- fue la respuesta inmediata que se aventuró a decir Raymundo.

El capitán no le contesto nada más, simplemente con un ademan le invito a pasar dentro de la oficina para que pudieran conversar.

-Bueno doctor Ortiz, como ya se habrá enterado, uno de sus pacientes, Orlando flores precisamente, fue encontrado muerto esta mañana- comenzó diciendo el capitán.

- ¡Si! me lo acaban de decir, pero le juro capitán que yo...

-Tranquilícese, tranquilícese...- le dijo el capitán Ríos, mientras hacia otro ademan con la palma de su mano-; No lo estamos acusando de nada en absoluto, solo queremos saber un poco más de Orlando, sé que hay una confidencialidad entre paciente y doctor, pero... en este momento cualquier información que nos dé puede ser crucial para las investigaciones.

El pulso de Raymundo volvía a tener su estado natural, además, sabía perfectamente que todo lo que él conocía sobre Orlando, no ayudaría en nada a las investigaciones, y lo más probable seria que, al percatarse de ello, lo dejarían ir inmediatamente.

-Claro capitán, pregunte lo que quiera.

-Bueno... para empezar, ¿En qué estado cree que se encontraba Orlando?- fue el primer punto de partida del interrogatorio.

-Bueno yo diría que de alguna forma, Orlando se las estaba arreglando para poder seguir con sus actividades diarias, a pesar de que los síntomas de su trastorno, ya habían sido evidentes.

-¿De qué padecía exactamente Orlando?- Pregunto entusiasmado el capitán.

-Paranoia.- Fue la respuesta inmediata de Raymundo, aunque él no había sido el que había sacado ese diagnóstico.

-Interesante- dijo el capitán, luego agrego: -usted cree que "eso" que tenía, ¿no lo llevaría a suicidarse?

-Que yo entienda de eso...al parecer no.- Luego agrego- Orlando estaba convencido en lo que creía y más bien, mostraba indicios de querer continuar con alguna fase siguiente, de su plan secreto o proyecto, lo que sin duda, debería hacerlo en un futuro. O eso me decía.

- Y ese plan o proyecto, ¿implicaba que debía inmolarse a sí mismo?

-No. Claro que no, él era como una marioneta de su fantasía, y nada de lo que hiciese implicaba su muerte, de hecho su objetivo principal era sobrevivir.

El capitán se froto la barbilla, aun no tenía el informe forense del caso, pero de alguna manera intuía que su trastorno, era el responsable inmediato de su muerte.

Está bien Doctor Ortiz, puede irse. Pero una cosa más. El cadáver de Orlando fue encontrado en la zona de la Jastambo. ¿Alguna vez le comento de ese lugar?

-Nada importante al parecer, pero en una ocasión me dijo que le gustaba pasear por allí.- Respondió secamente Raymundo.

-De acuerdo. Bien. Entonces puede retirarse y que tenga un buen día doctor.- Declaro el capitán Ríos inesperadamente.

-Claro y muchas gracias... Que usted también tenga un buen día- le contesto Raymundo con el pecho inflado de alegría.

Una vez que lo dejaron marcharse, Raymundo camino a la estación de buses, con la clara certeza de que le había mentido al capitán. Sobre todo en la parte, en la que específicamente Orlando, le había contado de todo lo que hacía por la zona de la Jastambo.

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