PARTE 9

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Jon Talbot salió temprano de su hotel, como a las siete de la mañana; conducía su automóvil con dirección al pequeño restaurante de comida rápida llamado el COMBO, este se encontraba a una cuadra de la facultad de tecnología (razón por la cual, siempre estaba repleta de estudiantes). Llego antes de que abrieran.

Jon manejaba un pequeño jeep azul encapotado, los cuales eran muy comunes en la ciudad. Mientras esperaba que el restaurante se abriera, medito en el trabajo que estaba realizando, y llego a la conclusión de que sus mejores años habían pasado y ahora que, había cumplido sus cuarenta y cinco años de edad, sentía que las cosas se le complicaban y que ya no tenía la vitalidad de sus años mozos. "Pero lo que se aprende nunca se olvida", y por eso estaba ahí, con las intenciones de saber la verdad de una vez por todas...

Cuando el restaurante abrió, espero que este estuviese casi lleno para que pudiera pasar inadvertido. Hace un par de días atrás cuando llego a la ciudad, noto que lo estaban vigilando, solo sería cuestión de tiempo de que traten de atraparlo, pero antes de irse tenía que conocer algunos detalles, no había otra opción que arriesgarlo todo.

Salió de su automóvil y con paso firme cruzo la calle e ingreso al restaurante; la muchacha que atendía en el cajero, le saludo con fría cortesía. Jon estaba acostumbrado a esas reacciones de parte de la gente, conocía perfectamente la impresión que solía dar cuando se presentaba en algún lugar. Devolvió el saludo con una cortesía juvenil y noto que la joven esbozaba una sonrisa. Era una chica muy simpática, de piel clara, cabello rizado, ojos grandes y negros, nariz aguileña pero delicada y firme, y unos labios carnosos, pintados con un rojo intenso.

Jon ya había llegado más allá de los cuarenta y sin embargo, nunca se casó ni tuvo hijos; pero a pesar de todo, esa señorita le llamo la atención más de lo acostumbrado y, con una mirada fugaz recorrió rápidamente su escote, que denotaban sus pechos firmes y redondos como un par de pequeñas manzanas y su mirada terminó en su caderas y muslos que, despertaron una extraña comezón en el interior de Jon.

-Mesa para uno señorita, y además una...

-Una taza de café ¿Verdad?- respondió alegremente aquella joven.

-Sí, sí, y gracias- le contesto Jon devolviéndole la sonrisa y se dirigió directamente al lugar que le había indicado una de las meseras.

Una vez que recibió su café, abrió su periódico y espero...

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