Parte 51

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Alexander había descendido de la colina con mucho sigilo, pero antes de hacerlo dio instrucciones a los muchachos de que estuviesen vigilando con mucho cuidado los alrededores y si notaban algo extraño, debían llamar por el celular al 110 solicitando ayuda de parte del sargento Rodas. Ellos simplemente asistieron en silencio, y se pusieron en guardia ante cualquier eventualidad que llegase a representar algún peligro.

Cuando Alexander por fin llego a la carretera, no vio nada que reflejase el escenario de algún tiroteo, más al contrario sólo se percibía los páramos estériles y el ulular del viento; siguió caminando con reserva, desenfundo su revólver y entonces recordó la llamada que le había hecho anteriormente su camarada. Le había comentado que Orlando Flores tenía una especie de almacén subterráneo por la zona, sin más demora Alexander se puso a buscarla.

Mientras tanto, Ricardo junto a sus compañeros, miraban a todos lados con mucha ansiedad y las manos sudorosas, y entonces para empeorar la cosa, fue Cayo quien los vio primero. Doblando la carretera a unos 500 metros de distancia aproximadamente, un grupo de personas se acercaban hacia donde ellos, y para lo peor todos estaban armados hasta los dientes.

Los tres se tiraron al suelo de golpe, como suplicando a la tierra que se los tragase, Gualberto comenzó a rascar la tierra, pero su primo lo miro de reojo y le dijo:

-Gordo de mierda, crees que puedes cavar un agujero con esas manecitas de nena que tienes, quédate quieto carajo o nos pillan.

Gualberto dejo "cavar..."

Tal como se los había indicado, Ricardo saco su celular y comenzó a teclear el número 110, pero fue interrumpido, porque recibió en ese momento una llamada inesperada.

El sargento Rodas daba vueltas y vueltas en lugar del tiroteo sin encontrar rastro alguno, tanto era su empeño en encontrar aquel cubil subterráneo, que no se percató de que un montón de sujetos armados, se acercaban al mismo lugar donde él se encontraba,

Marco Coleman, con su rastreador portátil y su contador Geiger, buscaban el lugar donde se hallaba la supuesta instalación alienígena que tenía el único fin de preparar y guardar en su interior a la raza perfecta, el hibrido entre humanos y Grises, la cosa monstruosa que se alzaría para conquistar al mundo.

Y mientras más se acercaban al lugar de los hechos, fue Alicia quien vio primero al oficial de la policía; levanto su fusil y disparo sin reparos.

Jon la felicito por el gran tiro que le asesto a ese sujeto.

Clara se separó del grupo después del disparo. Como suele suceder en estas situaciones, había de mantener el perímetro despejado.

Ricardo quiso apagar su celular, pero entonces vio la llamada entrante, era Roxana y llamaba insistentemente, Gualberto le hacía señas de que apagase el maldito celular, pero Ricardo temió que su amiga corriese peligro así que contesto.

Gualberto se pegó la frente como un ademan de que eso no era buena idea.

Roxana muy eufórica contesto:

-Chicos salgan de donde sea que estén inmediatamente, hay gente muy peligrosa por allí...

Y antes de que Roxana terminase la frase, Ricardo escucho en su atrás, el sonido del percutor de una pistola, se dio vuelta, levanto la mirada y vio que una mujer rubia y alta, los estaba apuntando a los tres, y en su mirada no se percibía ningún atisbo de compasión.

Gualberto se orino de miedo en sus pantalones.

Alexander había recibido un balazo en el hombro, la sangre le corría con fluidez, sino se hacía un torniquete pronto, podría desangrarse y morir allí mismo, pero antes, debía refugiarse en algún lugar seguro; se arrastró por los suelos y se metió a unos matorrales tupidos, se acurruco tanto como pudo y se rasgó la manga de su camisa para poder hacerse un vendaje, mientras tanto, trato de racionalizar lo que estaba pasando, no encontró respuestas, hasta que se dio vuelta y por encima de su cabeza, encontró un rastro de sangre, no era la suya claro está, puesto que el balazo lo había recibido un par de metros más abajo, así que la sangre derramada tendría que ser de Rudy; su revolver se le había caído cuando recibió el disparo así que estaba indefenso, por lo que infirió que el único refugio que habría, debía ser esa instalación subterránea, siguió el rastro de sangre hasta donde esta desaparecía. Y la manchas cesaban justamente donde terminaban los arbustos que circundaban la carretera. Sin pensarlo, Alexander comenzó a rascar el suelo buscando algún tipo de cerradura pero no encontró nada, a punto estuvo de perder la esperanza cuando se topó con algo duro y metálico, Alexander rápidamente desempolvo el suelo como pudo, causando una gran polvareda, y entonces la encontró, era una plancha metálica que resplandecía por los rayos del sol, Alexander se tumbó sobre ella y espero.

Jon noto el brillo de la entrada metálica, y Marcos le señalo a Alicia que el policía a quien había disparado aún seguía con vida y estaba sobre la entrada, Alicia levantó su rifle y con la "mira" bien regulada, apunto. El disparo esta vez hizo eco por toda la zona.

Ricardo en su desesperación, cerró los ojos y se quedó inmóvil, pero aquella mujer, parecía que no iba aguantar demoras, les ordenó en voz alta que se pusieran de pie, los tres se levantaron cuidadosamente y obedecieron al instante, de hecho a Gualberto no le molesto mostrar sus pantalones mojados. Luego la mujer les ordeno caminar con las manos en la nuca cuidadosamente hacia el barranco, Ricardo y sus compañeros percibieron el final.

Cuando Alexander abrió los ojos notó que un enorme agujero, se había abierto a lado de su hombro mal herido, del agujero salía una especie de vapor frio, hasta que algún artilugio metálico comenzó a sonar debajo de él.

La compuerta comenzó a abrirse.

Marco pregunto porque no lo había matado, Alicia le aclaro que quizás el tipo conocía cosas que ellos desconocían y que además, matar a un oficial de la policía no era un homicidio cualquiera; dicho esto, todos caminaron por la carretera, hasta llegar al portón metálico de aquel refugio.

Cuando llegaron a él, Jon se acercó al policía y le pregunto.

-¿Qué hace usted aquí oficial?

Alexander un casi inconsciente por el disparo solo se preocupó en decir.

- Todos... están... arrestados...

Jon meneo la cabeza y lo levanto de la entrada para arrastrarlo nuevamente hacia los arbustos. Después esperaron hasta que la compuerta se abrió completamente.

La entrada, mostraba un pasadizo profundo del cual su interior se perdía en la negrura absoluta.

-¿Marcos este seguro que es aquí?- inquirió Alicia.

-Completamente, de hecho las fluctuaciones radiactivas son un tanto fuertes por este lugar, si descendemos sin ninguna protección, podríamos correr el riesgo de contaminarnos. No tardo en terminar de decir esas palabras, cuando su rastreador portátil, detecto lo impensable. Una flota alienígena se dirigía hacia aquel lugar, estaban a cientos de kilómetros de allí y no tardarían en llegar.

Gualberto, Ricardo y Cayo caminaron hacia el barranco con resignación, y cuando llegaron al borde, aquella mujer se detuvo en secó, bajo su arma y les dijo a los muchachos de repente.

-¡Corraaaaaaaaaaaaaaaaan!!!!

Ricardo no sabiendo que responder, primero levantó la cabeza, y para asombro suyo, presenció un espectáculo inenarrable, todo un convoy de platillos alienígenas se acercaban hacia ellos. La sirena del aeropuerto inicio su estridente sonido de alarma. Gualberto y Cayo aprovecharon la oportunidad para salir aterrorizados de aquel lugar. Clara miraba a los cielos petrificada, Ricardo se quedó allí, pues tal como se habría prometido, iba a llegar hasta las últimas consecuencias.

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