PARTE 2

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Era un día de lo más aburrido y pueril para Alicia, lo único que ella quería en esta gélida mañana, era estar en su departamento tumbada en la cama, con una taza de café o chocolate caliente y mirar películas todo el día. Aunque también había pensado en la posibilidad de salir con sus amigas, ir a alguna discoteca a tomar algunos tragos, conocer algunos chicos y pasar el rato. Y aunque muchos hombres habían pasado por su vida, no había amado a ninguno, simplemente creía que lo único que hacía era sacarle el máximo jugo a la vida. No obstante hace un par de meses, había conocido en un bar a un tipo que le decía que era boxeador, que era campeón nacional, que "el bisonte" era su mote dentro del cuadrilátero, y otras tonterías relacionadas. Alicia tomo todas estas referencias, como una forma burda de seducirla, pero a pesar de todo acepto salir con él por un tiempo, y con el pasar de los días, no se dio cuenta de que el sexo, se había convertido en la parte central de su relación. Decidió que había tocado fondo.

Mientras meditaba en estas cosas, Alicia se encontraba frente a la caja registradora, de uno de los restaurantes de comida rápida más baratos de la ciudad; bueno al menos no estaba de mesera, aunque sí tuvo que pasar por esa experiencia hace un año atrás, y a duras penas habría conseguido este "asenso", que no la llenaba para nada de satisfacción, pero al menos le daba suficiente para sus gastos.

Hoy, los pocos clientes que había en el restaurante, eran un par de jóvenes estudiantes, una señora con sus dos hijos pequeños y un sujeto extraño en el fondo del local. Pero el panorama general de todas los días por la mañanas, en el restaurante "EL COMBO", era que decenas de jóvenes y jovencitas, acudían en tropel a servirse algo de comida rápida, ya sea porque no había nadie que les preparase el desayuno en casa, o porque sus madres no les permitían comer fritados por las mañanas; como sea, todo era algarabía, conversaciones amenas, con risas y saludos amistosos por doquier.

Pero hoy no. Casi no había nadie en el restaurante esta mañana, parecía que todos los clientes regulares se habrían dado de baja. Aparte de aquellos dos jóvenes que hablaban casi en susurros sentados en las mesas del centro y la señora con sus dos hijos pequeños. En el fondo, estaba sentado aquel sujeto extraño que tenía puesto un grueso abrigo elegante; estaba leyendo el periódico local y solamente había pedido una taza de café caliente, sin nada más para acompañar.

Para Alicia este sujeto era un cliente más, pero a pesar de todo, no pudo evitar en notar algunos detalles; como por ejemplo, que este aparentaba tener unos cuarenta y tantos años de edad, era enorme y tenía un físico robusto y muy en forma, vestía elegantemente y de él se desprendía un aire de poder y autoridad. ¿Qué estaba haciendo tomando café en un cuchitril de quinta como este?

Bueno, como es de esperarse de este tipo de personas, de vez en cuando actúan con cierta excentricidad. Alicia por un momento dejo de observarlo y volvió a cavilar nuevamente con la idea de salir de ese empleo mediocre y sin futuro, y encontrar otro mejor. Envidiaba siempre a aquellos personajes que trabajaban como artistas o escritores en sus casas, y lo mejor de todo eso, era que ganaban dinero de lo que a ellos más les apasionaba hacer. Bueno, Alicia no era ni pintora, ni cantante, ni escritora, el único don que al parecer, sin propósito alguno que le había legado Dios. Era su capacidad prodigiosa de tener una puntería incomparable, cuando se trataba de disparar una escopeta.

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