Parte 52

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Leonardo e Svieta, se quedaron petrificados por el impacto cuando abrieron aquella habitación; no pudieron ingresar inmediatamente, porque necesitaban aceptar que todo lo que veían era real.

Las paredes, el techo la puerta misma, todo el interior de la habitación estaba repleta de crucifijos, de todos los tamaños y colores; cuando dieron un paso adentro, algo crujió en el suelo, además de los crucifijos el piso estaba forrado con periódicos y sal esparcida por todas partes, en el fondo solo yacía un mueble. Una cama y nada más.

-¡Cielo santo!- Exclamo Svieta.

Leonardo se quedó en silencio y siguieron caminado por toda la habitación.

-Te juro Leonardo que yo no lo sabía, Neyza jamás me hablo de este lugar, ella nunca me dijo nada...

-Tranquilízate, tenemos una cosa que hacer y debes tranquilizarte.- Le recordó Leonardo.

Siguieron caminado con cautela, hasta que Leonardo se detuvo en seco y comenzó a mirar el techo y dijo:

-La marca, debe estar en alguna de las paredes. Tenemos que buscarla.

-Pero y los...los... crucifijos- respondió Svieta con la voz muy afectada.

-No hay peros que valga, vamos ayúdame a descolgarlos todos. Necesitamos saber.

Del otro lado, la anciana gritaba y pateaba la puerta con todas las fuerzas que le quedaban, pero era inútil, la casa como la calle estaban desiertas y lo que es peor, aunque hubiese gente pasando por allá a fuera, nada podrían llegar a escuchar.

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