La Historia de Kein

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Una ligera llovizna caía sobre el bosque, era tan suave que el sonido que hacían las gotas al caer apenas se percibía y la mayor parte del agua era interceptada por el tupido ramaje de los árboles, quienes aún despojados de sus ropajes verdes ofrecían una cierta protección a aquellos que descansaban a su sombra, uno de estos era Kein, el joven se encontraba muy cabizbajo y es que el cielo nublado y los árboles desnudos no ayudaban mucho a levantarle el ánimo, miraba a su alrededor sin interés vigilando de vez en cuando a Lyra y Zora que jugaban alegremente cerca de él.  Pero ni sus risas ni sus cantos lo animaban, en aquel momento simplemente se dedicaba a analizar su vida, comenzó a recordar su pasado, cada evento que terminó cambiando su existencia hasta llevarlo al punto en el que se encontraba ahora…

Si le hubieran dicho hace cinco años que iba a terminar siendo un héroe errante que vagaba por los bosques ayudando a quien se encontraba por su camino hubiera estallado en carcajadas, parecía algo demasiado extraño y ridículo. Cuando tenía 15 años solía ser un muchacho tranquilo y obediente hasta el punto de considerarse muy sumiso, tenía una vida normal, una familia normal, amigos normales y una normal novia fea que por razones que no entendía simplemente amaba con pasión. No era un buscador de aventuras ni mucho menos, le gustaba su aldea y pasar algo de tiempo en casa, aunque nunca rechazaba una invitación a jugar pelota siempre y cuando no tuviera otras cosas que hacer. Lo único que lo distinguía de otros chicos era su condición de exorcista pokémon en entrenamiento.

Solía ser humilde por naturaleza, calmado, metódico, disciplinado y trabajador, fueron quizás estas cualidades las que lo llevaron ser considerado uno de los mejores exorcistas de la aldea, a él le pareció algo curioso, en su opinión habían muchas otras personas 10 veces más talentosas que él, aunque quizás no tan esforzadas. Siempre obedecía cualquier instrucción que le dieran y no renegaba jamás de cualquier trabajo que le encargaran, los superiores reconocieron su esfuerzo y lo tomaron muy en cuenta, así fue como a los 15 años se le permitió salir de la aldea a realizar misiones, por supuesto, no solo, aún era un aprendiz, pero su desempeño en terreno fue tan bueno que Max, su tutor dijo que si no tuviera tan poca experiencia ya estaría listo para ir en misiones solo. Pero ni toda la experiencia del mundo pudo evitar la tragedia que le tocó vivir

Aquel día venía de vuelta junto a su tutor de una sencilla misión en la que tuvieron que sacar a un molesto gastly de un granero, su tutor no era mucho mayor que él, era un recién graduado, probablemente por la cercanía de edad fue que congeniaron tan bien, hasta el punto de ser grandes amigos. Era un día de primavera, el clima era agradable y se veían flores creciendo por doquier, iban conversando animadamente, no había nada que les hiciera sospechar de un peligro inminente, entonces fueron atacados por sorpresa, un lanzallamas emergió de la derecha, su tutor reaccionó más rápido y se interpuso entre Kein y el ataque recibiendo fuertes quemaduras, el pelinaranjo alarmado fue a revisar las quemaduras de su amigo

-¡Pero qué haces! ¡Nos atacan rápido saca a tus pokémon!

No estaba reaccionando bien en ese momento, sacó a su compañero de forma mecánica obedeciendo la orden, pero luego de eso no supo qué hacer, otro lanzallamas cubrió a Max esta vez dejándolo incapacitado, luego de eso los creadores de dichos ataques emergieron, eran dos magmar y un drowzee, entonces, antes de que alcanzara a hacer cualquier cosa el drowzee con sus poderes síquicos extrajo una pequeña pero afilada rama de un árbol y la arrojó hacia el muchacho, lo último que recordó de aquel incidente fue aquel misil de madera dirigiéndose hacia sus ojos, luego de eso perdió el conocimiento, supuso que fue aquello lo que le hizo perder su ojo derecho.

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