La Aldea de Carmín

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Tras dos semanas de viaje, la caminata hasta la aldea de Carmín por fin estaba llegando a su fin, o eso parecía. Cuando Carmín anunció que habían llegado a su destino, Gray y sus pokémon se miraron confundidos, pues estaban en medio del bosque, un bosque muy bonito, lleno de una enorme variedad de flores de todos los colores y formas, que llenaban el lugar de una fragancia dulce y fresca (aunque esta mezcla de aromas fastidiaba a Blue porque interfería con su fino olfato). Por muy encantador que fuera este bosque, no tenía el aspecto de ser un lugar habitado por humanos.

 -Se que parecen confundidos -dijo Carmín con una sonrisa- pero no se preocupen, ya entenderán todo.

 Sacó una de sus pokebolas y liberó a Arche, su beautifly. Luego comenzó a buscar algo en su mochila hasta que sacó dos cintas, una roja y una blanca, ató una en cada pata de su pokémon y mandó a la criatura a volar.

 -Ahora explicaré que pasa. Resulta que el acceso a la aldea es restringido, la ubicación del lugar se mantiene en secreto, de hecho la enorme cantidad de flores aromáticas son para que nadie pueda rastrearnos por el olor. Cada persona que entra debe anunciar su llegada, y esto lo hacemos enviando a algún pokémon con una cinta blanca a volar por sobre la aldea, así todos sabrán que alguien se acerca.

-¿Y la cinta roja para qué es?

-Esa se usa cuando se trae a alguna persona extraña a la aldea, así se pueden tomar las  precauciones necesarias para recibir a los forasteros manteniendo en secreto la ubicación del lugar. Pronto vendrán a recogernos, así que es hora de que duerman.

 Gray no tuvo tiempo de preguntar a qué se refería, pues la chica fue muy veloz al sacar a Sam y utilizar el movimiento hipnosis sobre el muchacho y sus pokémon, quienes no tardaron en caer dormidos.

 Cuando el muchacho despertó, estaba en una habitación de madera sin muebles que tenía un ventanal corredizo por el cual sólo se veían árboles. Estaba recostado sobre una especie de colchoneta y a su lado se encontraba sentado un anciano de aspecto jovial, su cabello era blanco y tenía una frente que amenazaba con extenderse al resto de la cabeza. Aún con su rostro lleno de arrugas, se podían distinguir algunos rasgos semejantes a los de Carmín, sus ojos tenían la misma forma almendrada de la muchacha, aunque sus labios eran más finos y sus cejas más varoniles, seguro que se trataba de su abuelo.

 -Por fin despiertas Gray -dijo el anciano amablemente.

-Asumo que Carmín le dijo mi nombre.

 Se incorporó en la colchoneta e inmediatamente comenzó a analizar su situación.

-Esta parece una especie de construcción de una sola habitación y no tiene muebles así que supongo que nadie vive aquí y esta casa es sólo para recibir a los forasteros ¿Verdad? -Se tanteó las caderas- me quitaron mis pokebolas y mis pokémon, por lo que veo tomaron sus precauciones conmigo ¿Temen que les haga algo? Si hasta me pusieron en este lugar aislado de todo el mundo.

-¿Y eso como lo sabes?

-A través del ventanal sólo se ven árboles, no hay ninguna construcción cerca, tampoco se escucha el sonido de la gente.

-Vaya, Carmín tenía razón, eres un chico bastante listo. También dijo que eres amable aunque algo aburrido y antisocia. En fin, permíteme presentarme, me llamo Brandon y soy el jefe de la aldea y guía de la orden los exorcistas pokémon. Aunque seguro que ya habías adivinado quién era yo.

Gray no decía nada, sólo observaba al anciano con calma.

-Me sorprende lo tranquilo que estás, la última vez que recibimos un forastero este se mostró bastante agresivo y poco cooperador.

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