Un lugar donde descansar

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-¿se lo dirás a tu padre? Pregunta Will en cuanto adorábamos el barco que nos llevará hasta Toronto, como si nuestra conversación se perdiera en el mar en cuanto toquemos tierra firme.

Pasamos la tarde del día anterior con Credence en una pequeña mesa del comedor apartada de las pocas personas que aún quedaban en Queens, escuchando su relato de lo ocurrido durante estos años.

La confusión inicial no podría compararse con la que nos dejó esa charla, la cantidad de respuestas indeseadas y el hecho de que nuevos villanos aparezcan de la nada aun no me deja creer lo que mi hermano nos relató con grandes detalles aquella tarde.

El recibió mi carta a tan solo un mes de que yo la hubiera enviado, una rapidez impresionante considerando la distancia y el clima que impero, al llegarle no podía creer de donde le escribía, ni de que aun mantenía correspondencia alguna con mi madre. Quiso tan rápido como termino de llera mi firma en el papel comprar un boleta e ir en mi búsqueda pero las responsabilidades de su empresa y su familia lo ataron todo este tiempo.

Me conto orgulloso de su pequeña pero fructífera compañía en parís que con los años se había extendido por todo Europa; de Claire, Francis y Hugo, mis sobrinos y de lo bien que se encontraba Elio bajo su cuidado.

Will y yo permanecimos callados y casi no hable ni hice preguntas al respecto de lo que me relato, pues lo creía tan inverosímil e imposible que me costaba procesarlo pero, en una parte de mi mente los cabos sueltos se ataban y los vacíos se llenaban conforme él hablaba.

Por eso me encuentro camino a Toronto en lugar de a parís, como Credence quería en cuanto me vio. Necesito aclara cada duda que circula en mi cabeza y verificar que la historia que mi hermano conto sea tan solo un malentendido o un disparate de aquellos que los años vuelven especialmente graciosos y la única persona a la que puedo acudir con seguridad es mi padre.

- Debo saber si es vedad- contesto a Will y el asiente de acuerdo conmigo.

- No es que no confié en tu hermano – se apresura a decir-pero, es difícil de creer que tu padre haga tal cosa.

En mi mente la única persona que estuvo a mi lado todo este tiempo es mi padre y con la nueva historia su imagen se mancha indebidamente. Tales acciones no parecen proceder de la persona que me crio pero, tan específica y convincente fue la charla con Credence que a redirigido mis dudas hacia él.

- Solo es un malentendido- asegura Will- te aseguro que en cuanto hables con el todo se aclarara sin lugar a dudas.

El hecho de que conozca desde pequeña a Will y de que sepa diferenciar los tonos de su voz y sus expresiones no me trae ningún consuelo ahora mismo, porque sé que el en realidad no cree lo que acaba de decirme y solo lo ha dicho para que mi mente deje de correr tan rápido como lo está haciendo.

Asiento en su dirección, pero no me esfuerzo para aparentar otra cosa que no siento, pues sería inútil ya que él también me conoce igual grado.

-lamento el tener que irme- dice.

El viejo termina siendo uno de los más callados que hemos tenido.

(...)

En cuanto llegamos al puerto de Toronto la despedida es rápida e intensa. Will me abraza desde arriba haciendo que me hunda en su pecho y dejan un ligero beso en mi cabello.

- Volveré lo más rápido que pueda- asegura.

- No te preocupes, tomate el tiempo que necesites.- son mis palabras hacia el antes de que un último apretón y verlo correr para abordar a tiempo el barco que lo llevara a Italia.

A decir verdad las flojas excusas que me ha presentado por tal viaje no me convencieron en lo absoluto.se que en Italia lo espera algo más que una reunión para un posible trabajo en un futuro pero respeto el hecho que de aun no esté listo para contármelo.

Tardo un poco más de lo necesario en subir al carruaje paseando por la plataforma de los diferentes puertos decidiendo si estoy haciendo lo correcto en volver con mi padre en lugar de estar con el resto de mi familia en parís pero, los recuerdos de mi infancia junto a él, las veces que no le importo volver exhausto del trabajo para visitarme en mi cuarto y leerme cada noche, los bailes sobre sus pies por el salón en New York, hacen que finalmente parta hacia Mt. Rose.

El camino no me parece lo suficientemente largo como en otras ocasiones y me paralizo en cuando el coche se detiene frente a la estancia. La verdad es que me aterra encontrarme con mi padre, encontrarme con la verdad. Enfrentarla y descubrir que me he criado con un completo desconocido, que me ha mentido todo el tiempo.

Aunque la valentía no forma parte de mi repertorio de habilidades entro con pasos firme a la casa que encuentro oportunamente vacía. Reviso cada cuarto una vez que acomodo mi equipaje pero todos se vean tan desolados como yo en estos momentos.

Me permito respirar aliviada en el desierto y callado salón que una vez albergo una vivida multitud, añorando secretamente y con vergüenza a la Elizabeth que aún se mantenía ignorante y bailaba en el valle junto a Bryce.

Siento en un instante la necesidad de salir al jardín, pues tal vez el aire de las silvestres plantas llene mis pulmones de valor del cual carezco para enfrentar a mi padre una vez que cruce la puerta de entrada.

Húmedo y con una increíble variedad de colores vibrantes a abandonado la esterilidad que le causaba la fría nieve cuando lo cubría la última vez que lo vi .el banco de cemento se mantiene en su lugar y, aunque es de esperarse esto, en mi pecho crece un pequeño alivio.

"Al menos algo no ha cambiado"

Me quiero sentar de nuevo en él, con el libro de Arabella en mi regazo para de una vez terminarlo, aunque el final termine de romperme del todo pero un ruido en el invernadero capta mi atención un principio creo que es Chas, pero luego una voz reconocida llega a mis oídos acelero mi paso para llegar a rápidamente a él.

Unas maletas me estorban al cruzar la puerta, un hombre de cabello castaño revuelto y con la cara sucia de tierra me ve desde la mesa de trabajo.

- No pudiste ni siquiera entrar tu equipaje solo te encerraste aquí, eres un obsesivo del trabajo Gilbert Blythe- digo sonriendo al igual que el apoyándome en el marco de la entrada.

"Es increíble lo que extrañe esa sonrisa"

- Y tú te empeñas en recibirme de una terrible manera cada vez que nos encontramos. Se pude discutir quien tiene las peores manías.- dice limpiándose las manos en el pantalón de su traje negro.se acerca a mí con paso lento y a pesar de que he ansiado esto por meses me mantengo en mi lugar.

Nuestros brazos se envuelven como si fuera cosa de todos los días el abrazarnos, encuentro en su pecho el lugar adecuado para descansar al fin mi mente y el al parecer encuentra lo mismo cuando coloca su barbilla por encima de mi cabeza.

Nos mantenemos así, perfectamente encajados el uno en el otro y con la respiración tan relajada que casi se vuelve imperceptible, como si en realidad no hubiera sonido alguno en el mundo que pueda perturbarnos en este momento pero, sé que el sonido no ha huido de nuestro alrededor porque desde mi posición puede escuchar su acelerado corazón y noto que el mío esta igual.

Bad Kind of Butterflies / Gilbert Blythe/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora