La verdadera fiesta

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-Así que esto es lo que hacen los aplicados estudiantes de Toronto.-aun en la  oscuridad de la noche veo al grupo ligeramente apenado

De seis a siete chicos compañeros de Gilbert nos acompañan a él y a mí por un sinuoso camino bosque adentro. Según ellos nos dirigimos al Valle, lugar donde se juntan los jóvenes del pueblo y alrededor para divertirse los fines de semana.

- Nadie quiere quedarse todo la noche con un grupo de viejos- Bryce afirma y se corrige rápidamente al recordar quien soy- digo de sabios profesores.

Bryce alto y de cabello rubio es el más hablador del grupo, Charly en cambio, regordete y pelirrojo, se la pasa todo el trayecto tocando ligeramente en el banyo que no estoy muy segura de donde lo consiguió, lo traía en cuanto nos unimos. El resto de los chicos caminan un poco más alejados.

- No te preocupes- hablo a brice- a mí tampoco me apetecía quedarme mucho en la fiesta- me sonríe.

En cuanto llegamos al dichoso lugar después de meternos entre unos árboles, mis ojos no pueden dar crédito a lo que ven.

El espacio permanece vacío de toda vegetación o árbol frondoso, solo un poco de césped corto cubre la parcela de tierra y un arroyo apartado lo decora a de un extremo al otro, casi como una pista de baile a cielo abierto.

Decenas de chicos y chicas se saludan alegremente alrededor de una fogata, el grupo se suma a ellos. Bryce me toma la mano y me junto al grupo que, pienso comenzara a bailar en cualquier momento.

Los acordes del banyo me llegan de lejos, le digo a mi compañero que no se bailar de esta forma, él me sonríe asegurando lo fácil que es.

(...)

Casi tres canciones y cientos de vueltas después me encuentro sin aire y pido a brice que paremos un momento. Comprensivo, nos apartamos de las personas que siguen bailando y nos acercamos a las que juegan con cartas en el otro extremo del descampado.

Al no querer jugar charlo con algunos chicos del pueblo. Pasa una hora o más, he tenido invitaciones a bailar pero me encuentro aun cansada y las declino gentilmente. Los jóvenes no se ofenden para nada, en cambio se sientan a mi lado y se empeñan en asustarme con tontas leyendas del bosque, me río de ellos.

Luego de un rato giro revisando todo el espacio, no veo a Gil. Recuerdo que nos separamos en cuanto llegamos, yo me uní al baile pero no vi donde se fue el.

Casi con miedo me paro de repente, aunque los chicos han sido muy amable y graciosos conmigo, Gilbert es el único en quien confió.

- ¿Has visto a Gilbert?- pregunto en cuanto llego junto a Charly.

El no deja que sus dedos abandonen el instrumento y con un movimiento de cabeza me señala el aislado lago.

La música se escucha algo lejana en cuanto llego a la orilla y las risas y aplausos se vuelven distantes en cuanto me siento junto a Gilbert.

- Ey- digo en modo se saludó- el aparta la mirada del agua-¿qué haces aquí?

- Pensando- responde bajo.

- ¿Algo en lo que pueda ayudar?

- No realmente.

(...)

- Creo que aún no puedo entenderlo- Gilbert rompe el silencio en el camino de regreso.

Estamos solos, con las estrellas custodiando nuestros pasos a casa.

- ¿Que no entiendes?

- Dices querer ver el mundo, querer encontrarte en él, pero te casaras en cuanto tu padre te lo pida.

Bad Kind of Butterflies / Gilbert Blythe/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora