Pintar una risa

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Me senté en un sillón del salón y con un libro sin abrir en mi regazo me dispuse a esperar que papá apareciera en algún momento.

(...)

Ya a altas horas de la madrugada, recorriendo la única habitación que conocía y viendo detalladamente que había encontrado debajo de las sábanas blancas entendí que era inútil imaginar que mi papa entrara en cualquier segundo. 

Cansada por lo alterado que había sido el día lo único que me apetece ver ahora mismo es una cama donde descansar o al menos un lugar donde pueda quitarme el corset que, sinceramente siento que me aplasta los pulmones.

Si tan solo supiera donde está mi habitación

Lo que durante el día parecía una fortaleza de cuento de hadas por la noche, sin una luz que me permitiera apreciar la belleza de los altos techos o las columnas decoradas, se asemeja más a un castillo embrujado.

Podría subir las escaleras, caminar por corredor y encontrar donde dormir, pero mi imaginación funciona más rápido que mi lado racional y donde solo hay sombras o puertas semi abiertas me hace ver monstruos o fantasmas, salidos de las historias que de niños Will contaba para asustarme.

Will

¿Ya habrá bajado del barco, arribado a destino? El primer lugar que visitaría junto a su padre seria Italia.

Uno de los sitios más maravillosos que pudiera imaginar. Venecia, Verona, Florencia.

Sin dificultad podría recitar Romeo y Julieta, la vida nueva o la divina comedia.

La travesía de Dante a través de los círculos del infierno para encontrarse con su amada Beatriz me llenaba de esperanza sobre el amor. Ambos no fueron destinados a una historia de amor en vida, pero después de esta vivieron juntos en el cielo por la eternidad.

Si tan solo...

¿Que fue eso?.... mis pensamientos se detienen al escuchar un ruido.

Ahí están de nuevo.

Ligeros pasos que provienen del segundo piso se aproximan a la escalera, me quedo estática en mi sitio. Probablemente sea solo ese chico, Dios olvide su nombre, pero también cabe la posibilidad de que el antiguo dueño de la estancia ronde su propiedad y.... No solo es el estudiante de mi padre, puedo verlo cuando se aparece en la apertura de la escalera con una vela iluminando su rostro.

Baja despreocupado, más bien dormido, y se detiene al final cuando me ve.

Aun sentada en el tapizado sillón rojo con un libro sin abrir en mi regazo, viéndolo parado en el último escalón no puede evitar estremecerme al notar sus ojos en mí. Me mira fijo y hondo, sus ojos tiene un color distinto al tener la vela tan cerca, siguen siendo oscuros, pero tiene un brillo atrapante que me mantiene presa por  unos segundos.

El sigue firme en su lugar, seguramente espera que le grite o lo trate mal nuevamente.

De repente, viéndolo tan inseguro sobre qué hacer o no, me siento verdaderamente apenada por cómo le hable a ese pobre muchacho, después de todo él no era la causa de mi humor, solo se encontraba en el momento y el lugar adecuado para escuchar el enojo que sentía hacia mi papá.

Fui una terrible persona. Reconozco angustiada

El cenó conmigo, me ayudo a recoger y se ofreció a mostrarme la casa. Fue un verdadero caballero y yo solo pude maltratarlo.

-Solo baje por un poco de agua, digo, si me permite tomarla ya que es su casa señorita- dice sin moverse aun de su sitio. Su mirada es dura y se encuentra a la espera de una respuesta.

Me merezco que me hable de esa forma irónica, aunque verdaderamente me moleste.

- Siento lo que paso después de la cena- digo calmadamente, casi en un susurro. Se sorprende, lo noto, su postura se relaja y me mira esperando que continúe- fuiste amable conmigo, me quisiste dar la bienvenida y yo solo descargue en ti un enojo que pertenecía a mi padre. Lo siento.

Pasan tan solo unos segundos cuando su sonrisa vuelve, la misma que esta mañana, la misma que en la cena. Camina hacia mí y me extiendo la mano.

La tomo suavemente, dura y tosca debajo de la mía.Estas no  son manos de un estudiante, estas manos son de alguien que ha trabajado por algún tiempo.

Me levando con algo de dificultad de mi trono de terciopelo, se me han entumecido las piernas por estar tanto tiempo sentada y siento que podría caerme en cualquier momento pero no lo hago y en cuando estoy de pie, estable frente a el apretamos ligeramente nuestras manos juntas, imitando un saludo.

- Gilbert Blythe- se presenta.

- Elizabeth Rawson, encantada- le contesto.

Reímos en medio del oscuro y desolado salón manteniendo nuestras manos juntas, no sé si sería adecuado separarlas y el parece pensar lo mismo. Nos miramos sonriendo por nuestra tontería, agitando nuestras manos unidas una vez más.

-Vayamos por ese vaso de agua- digo al separarnos y caminar hacia la cocina.

(...)

- Mi padre sí que se ha superado con este lugar.-Digo en cuanto Gilbert abre la puerta de mi habitación.

Una vez que el consigue su vaso de agua me ayuda con mis maletas y sin que yo se lo preguntase nos aventuramos a las escaleras y  me guía a mi alcoba.

Un hermoso lienzo en blanco. Tanto las paredes como el piso estan completamente desnudos en el centro se encuentra una mediana cama con dosel y al costado de esta un modesto armario caoba, pero lo más impresionante es el ventanal del fondo que da vista al patio trasero de la casa, donde unos inmensos arboles enmarcaban un camino y más allá de este un campo que , aunque en la oscuridad de la noche me parezca indistinguible, presiento que estará lleno de flores al igual que el de la entrada.

Parada en medio de la habitación escucho que habla detrás de mí.

- Cundo tu padre me dijo que te fascinaría tu habitación, imagine que estaría llena de niñerías, cosas rosas y delicadas- me doy la vuelta mirándolo con mala cara.

- ¿Enserio?, nos acabamos de reconciliar, no lo arruines.

- Imagine que te gustarían esas cosas, flores, joyas, encaje y rosas- se alza de hombres y camina hasta situarse a mi lado- al ver el cuarto que había guardado para ti no lo entendía, hasta que vi eso- señala a un rincón y lo alumbra con la vela.

Allí se encontraba  lo que le había rogado a mi papa por años. Pinturas de miles de colores distintos y pinceles de todos los tamaños imaginable, hasta una escalera con la que podría subirme y alcanzar el techo fácilmente.

-En New York, detrás de la casa había una pared en blanco, de niña le pedía millones de veces al día que me dejara pintarla a mi gusto, después de tanto insistirle desistí.- dije con una ligera sonrisa-no puedo creer que lo haya recordado.

-él quiere que te sientas feliz aquí.- me mira, y ¡Dios! ¿Cómo puede mirar así? sus ojos parecen rebalsar, su color se ve tan intenso. 

Tal vez solo estoy cansada.

-él quiere que no arme un escándalo en cuanto tenga oportunidad, pero no se salvara.Ni porque me deje pintar todo la casa.

Reímos por segunda vez en medio de la noche e imagino si será posible pintar una risa en mi pared.

Bad Kind of Butterflies / Gilbert Blythe/حيث تعيش القصص. اكتشف الآن