Inesperado

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Una mañana de primavera Jane parte en un gran y lujoso carruaje descapotable saludando flojamente hasta que dobla en la esquina del camino.

Su boda será a principios de agosto en Avonlea con las decoraciones más caras traídas del continente y el banquete más delicioso que puede ofrecer la isla. Ha sido muy amable, pues invito a la mayoría de Queens y a algunos conocidos suyos de Charlottetown, los periódicos la anuncian como la boda del año y se ha creado en la universidad una clase de apuesta sobre qué tipo de vestido usara la novia. Todas las miradas se centran en el nuevo matrimonio naciente.

Yo en cambio miro la ventana como si de una presa se tratase, los exámenes han terminado y solo nos queda unas semanas más de clases para poder recibir nuestras notas finales y poder partir libres a casa pero, a pesar de ser una presa en apariencia y esencia el partir no retorna la felicidad en mí como hubiese imaginado semanas antes. Sin obligaciones académicas mi cabeza tiene vía libre para pensar en que Credence aún no ha respondido la carta que le envié hace tantos meses.

Will trata de animarme la mayor parte del tiempo, yo solo mantengo la mirada fija en la ventana que tiene la dirección correcta para que pueda contemplar en todo su esplendor la entrada del edificio y si el cartero pasa por esta cada mañana.

Anne trae muestras de tela para que la ayude a elegir cual llevar a casa para que Marilla le confeccione el vestido que usara en la boda, Josie me pide opciones de peinado y maquillaje, Ruby consejos sobre Moody y Diana comenta nuevos libros. Todas tratan de hacer que mi vista se mueva tan solo unos centímetros de la ventana aun preguntándose por qué no asistiré a la boda de jane.

Las ayudo en todo lo que me piden y las escucho reprocharme una y otra vez mi ausencia en la ceremonia, pero aun con todo el ruido que generan a mí alrededor en mi cabeza solo resuena la inexistente contestación de mi hermano y el profundo dolor que esto despierta.

¿Los años le han borrado nuestros recuerdos?

¿Conocerá el mi paradero o incluso existencia?

- Seguramente se perdió en el correo- asegura Will sirviendo algo de te humeante en la taza de porcelana frente a mí el día previo a partir hacia Toronto- estas cosas siempre pasan.

- Por favor Will- hablo algo incrédula- el sistema de correspondencia no es tan negligente.me he escrito con Gilbert cada semana y ninguna carta a faltado a su destino.

- Paris está lejos- dice despreocupado -las cartas deben viajar y cruzar el océano, estoy seguro que aun está en la bodega de un viejo barco, esperando llegar.

El revolver de su taza me parece irritante, la tranquilidad en la que se encuentra toda la casa de te este esté día me es aberrante. Mi mente está corriendo a mil por hora cuando todo el exterior se ve tan quito y sereno, como si nada pasase en realidad.

- ¿Me crees tonta?- pregunto seriamente, el titubea sorprendido sin poder contestar- pues todo se vería mucho más claro si así lo creyeras. Pues alguien tonto no se hubiera preocupado en lo absoluto en lo que conlleva el envió de una carta a parís y no hubiera preguntada a la oficina postal cuanto suele tardar una cosa así o si el lote que contenía la carta llego a destino

- Beth...

- Pero, sabes qué?, no soy una persona tonta, porque desde que le envió cartas a mi madre sé que el tiempo en que debe llegar una respuesta, con el peor clima posible y un montón de inconvenientes mas es de máximo ter meses, pero yo he enviado mi carta hace cinco, cinco meses Will. Pero ninguna respuesta ha caído en mi apartado y el cartero no me ha traído mas que recomendaciones de libros e insulsa entradas de teatro que mi padre se molesta en comprarme.- el aire no llega correctamente a mi pulmones, pero de igual forma continuo.- Credence ha recibido mi carta, pero por alguna razón no ha enviado ni siquiera dos palabras de regreso.

- Elizabeth...- Will trata de captar mi atención una vez más.

- Creen que no me molestare en lo absoluto, que el hecho de que me aparten de todo este ridículo misterio me dejara serena y calmada en una silla como una niña buena, esperando a que ellos decidan cuando revelarme un mísero detalle de esta extraña historia que se han creado y les he dado el gusto por años. Les he dado la oportunidad de explicarse, he permanecido como una tonta esperado que quepa en ellos la idea de que merezco sabes que pasado con mi familia pero eso se acabó.

Termino de hablar con el último aliento que parece quedar en mi cuerpo, una furia inesperada se apodero de mi robándome cada palabra y haciendo que las vomite en esa calma casa de té, que ha perdido toda tranquilidad posible esta tarde con mi urgente demanda y, con las miradas de todos los clientes posada en mi siento como mi cara se calienta al igual que mi garganta y agacho la cabeza totalmente avergonzada de mi momentáneo exabrupto.

- Elizabeth- llama Will mi nombre y hace que alce mi mirada en su dirección. Esta tan sereno como al principio, con la taza aun humeante de té en su mano y una impensada expresión de orgullo en su cara- ¿qué piensas hacer ahora?- sorbe lentamente.

La incertidumbre cabe tanto en mi pecho como en mi corazón y casi sin notarlo unas palabras abandonan mis labios.

- Me voy a parís- anuncio casi en un susurro, creyéndomelo en cuanto lo oigo.

- Nos vamos a parís.- Will dice al terminar su té y levantarse de la silla.

(...)

Empaco rápidamente el resto de las cosas que aún queda en mi escritorio y mi cama, garabateo una explicación a mi padre de porque llegare tarde estas vacaciones y salgo corriendo con el papel y la maleta en mano. Mis pasos son tan rápidos y descuidados que no noto a Anne en mi camino y choco con ella en cuanto cruzo el pasillo hacia la recepción donde se supone que Will está esperándome.

- Lo siento- me disculpo fugazmente tratando de recoger sus cartas que han caido al suelo.

- Creí que te irías mañana- dice una muy confundida Anne.

- Algo ha surgido, debo abordar un barco ahora mismo.

- oh- suspira apenada- había pensado que como no asistirás a la boda de jane podrías ir hoy a una pequeña reunión que daremos en Avonlea.

- Lo siento- digo aun sin pararme- pero debo irme.

- Claro- y aunque noto una ligera decepción en su cara me ayuda a recoger mi valija que se ha abierto desparramando todo su en el pasillo.

- Veré si puedo hacerme un hueco en las vacaciones y visitarlas.- afirmo en cuanto estoy de nuevo en pie. La alergia llena su rostro y comienza a hablar de la cantidad de cosas que le encantaría mostrarme una vez que este allí pero, no soy capaz de escucharla mucho tiempo pues al terminar el corredor me quedo totalmente petrificada y un ruido blando llena mis oídos en cuanto lo veo.

Con el cabello más oscuro y largo que lo recordaba, pero en esta ocasión atado pulcramente hacia atrás, vistiendo un elegante y visiblemente caro traje inclinado sobre el mostrador de recepción del edificio discutiendo con la encargada, gesticula con las manos. Yo solo puedo mirarlo como si de un sueño se tratase hasta que voltea en mi dirección casi sintiendo mi mirada pesando en el lateral de su rostro.

- Elizabeth- susurra con un notable alivio.

Y una vez más me encuentro cayendo en la acolchonada alfombra del pasillo, porque no puedo creer que mis ojos estén viendo a Credence a tan solo unos metros de distancia.

Bad Kind of Butterflies / Gilbert Blythe/Where stories live. Discover now