Cerca

206 22 4
                                    

Los siguientes días son verdaderamente interesantes, aunque solo nos la pasamos plantando y estudiando, lo que he aprendido sobre medicina en un corto tiempo me parece fascinante.

Gilbert se ha mostrado más amable y hasta un poco divertido. Cuando las cosas van lentas y la jornada no parece prometedora nos escampados de papá hacia unos senderos de árboles frutales que se encuentran el final del terrenos y el pasa las tardes contándome de su pueblo.

Se dé su amigo Bash y su pequeña Delfi, sus manzanas y su miel. Me ha relatado su pueblo con tanto detalle que quede encantada y prometí un día visitarlo.

Aún no ha llegado carta alguna de mamá y aunque papá se nota despreocupado, yo solo puedo inquietarme al no recibir noticias suyas.

(...)

-Es que no lo entiendo- estamos en el jardín sentados en el banco de cemento, revisando las ultimas anotaciones del proyecto- tú has recibido cartas, papá también. El pueblo no es remoto ni nada parecido, ¿por qué las cartas de mi madre se extravían?

- Paris queda lejos, dale tiempo ya te llegara algo- en otro momento hubiera apreciado el optimismo de Gilbert pero, al tratarse de un tema tan delicada solo me desespera.

- No estas escuchándome- lo acuso enojada.

- Claro que si- sus ojos no se apartan de la libreta. Harta y un poco aburrida a la vez la tomo en mis manos.

- Que tanto lees aquí.- se para de un salto y trata de quitármela, pero soy más inteligente que él y corro una pequeña distancia.

Hay una carta

-"Querido Gilbert- comienzo a leer- me alegra que estés avanzando en tus estudios en Toronto, pero aquí las cosas no van muy bien...- me detengo de repente, el aprovecha y me quita la libreta.

-A veces eres fastidiosa- murmura entrando a la casa rápidamente.

Quedo inmóvil en mi lugar apenada, sea quien sea que le escribió le estaba dando malas noticias.

(...)

Lo encuentro en su habitación sentado en el escritorio, parece estar escribiendo.

Parada en la puerta estoy lo bastante avergonzada para entrar, pero él me nota y su mirada me deja helada en un mal sentido. Cautelosamente me siento en su cama, esperando que hable. Sé que quiere hacerlo, pero le cuesta. Como si lo que dijera solo se volviera real al salir de su boca

- Las cosas van mal por casa- comienza- en las cartas de Bash no decían nada pero, recibí una hoy de la señorita Stacy.

- ¿Qué sucede?

- Los campos no van bien, al parecer hay algún tipo de sequía y las huertas no prosperan.

- ¿Qué hay de la miel?- pregunto- me dijiste que también la producían

- Bash no se ha acercado a las colmenas, le tiene miedo. Unos vecinos se han ofrecido a ayudar...

- ¿Y?

- Él se negó, dice poder solo, pero todo se le está viniendo encima.

- ¿Qué harás?

Tarda unos segundo en responder en los que parece irritado, su mirada en la ventana sale a ver más allá de ella.

- Si tan solo me lo hubiera dicho antes...

- No quería preocuparte- aseguro, aproximándome a su silla.- sabe que esto es importante para ti, y nada logramos lamentándonos. Hay que encontrar una forma de arreglarlo.

- Debo volver, no podre solucionar nada desde aquí.

Volver

La simple palabra logra calarme un poco el pecho. Aunque han sido solo unas semanas Gilbert se ha vuelto un amigo valioso, un increíble concejero y un sabio compañero, la idea de perderlo por lo que queda del verano me parece inconcebible.

- No necesariamente- digo, me mira esperanzado, el tampoco quiere marchar- me hablaste de cada persona del pueblo, son gente buena, caritativa. Seguro ayudaran a Bash si lo ven en problemas.

- ¿qué sugieres que haga?

- Escríbeles, explícales la situación, si es cierto lo que me dijiste de ellos no tardaran en brindar ayuda.

- Bash no lo aceptaría, es terco y obstinado, les dirá que todo va bien y disimuladamente loe echara del terreno.

- Escríbele a el también, dile que sabes su situación y que volverás y nunca retomaras las estudios si no acepta ayuda.

Reí inclinando la cabeza y apoyando sus codos en las piernas

- Eso sería verdaderamente cruel.

- Pero es la verdad, ¿no?- me mira apenado y asiente. Me agacho frente a su silla para estar a su altura, me reciben unos cansados ojos avellanados que parece haber perdido toda esperanza- son tu familia y sé que correrías en su ayuda si lo precisaran , y yo te apoyaría completamente si así lo hicieras.-sus ojos se vuelven más profundos a medida que se acerca- pero antes de subirte a un barco y abandonar esto tienes que agotar todos los recursos que tengas- mi voz baja a medida que lo noto la distancia acortarse- nos va bien, tenemos éxito, nos divertimos.

-nos divertimos- concuerda en un susurro.

- todo se arreglara, y si no es así, prometo dejarte partir sin culpa alguna.

Sus ojos tienen un brillo raro, uno que no había visto antes. Parece magnético a tal punto que siento la necesidad de aproximarme más.

El en la silla y yo agachada en frente suyo, con nuestras manos descansando en sus piernas y las miradas tan envueltas una en la otra, no hacemos más que acercarnos y llega el punto en que solo puedo ver sus labios y el parece solo poder ver los míos. Mi mente se detiene en ese momento y mi estómago se siente raro. No sé qué pasa en realidad, solo sé que necesito tenerlo cerca.

La distancia es mínima cuando ambos saltamos en nuestros lugares, el ruido de la puerta principal cerrándose nos ha espantado. Papá ha llegado.El instante se ha roto.

Me paro rápidamente de mi lugar y abandono la habitación con el corazón en la boca, parece haber ocurrido un milagro porque mi mente esta quieta por completo y lo único que puedo sentir, es lo que relatan las novelas románticas:

el estómago lleno de mariposas.

Bad Kind of Butterflies / Gilbert Blythe/जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें