Un latido de valor

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- ¿Entonces que paso? -su voz es apenas un murmullo contra los dedos de mi mano, y esta permanece estática ante el calor que le brinda.

Después de la discusión con mi padre y su repentina huida la calma que sobrellevo el ambiente no se sintió como tranquilidad en lo absoluto. Las palabras que se habían atorado en mi garanta por meses brotaron sin consideración al ambiente, o a las personas que se encontraban en el. Gilbert es uno de los afectados por mi cólera y, aunque desde un principio quise mantenerlo ajeno a todo está trifulca familiar, el hecho de tener alguien con conque compartir mis penas, además de Will, se siente de alguna forma agradable.

-Después de golpear a Elio hasta dejarlo inconsciente mi padre lo cargo fuera de la casa, lo hubiera dejado a un lado del camino si Credence no se interponía entre él y su locura momentánea. Discutió aún más con mi hermano mayor, según Credence repetir las barbaridades que le dijo no era necesario en ese momento, pero me aseguro que ni en lo que lleva de vida escucho a un hombre insultar de manera tan vehemente su propia familia. Arreglaron que él se encargaría de Elio y lo mantendría sobrio lo más que pudiera, mientras que mi padre me llevaría lejos, a América , para tratar de limpiar el poco nombre que Elio nos dejó intacto.- tomo aire entre oraciones, trato de acomodar los sucesos inminente como si yo los hubiera vivido, como si los hubiera presenciado, pero la verdad es que todo resulta borroso en mis recuerdos y esa noche solo se tambalea entre nieve y fuego de chimenea- al principio mi madre partiría con nosotros, pero a último momento cambio de opinión y decidió quedarse junto con mis hermanos. No podía reclamar mi custodia con el antecedente de Elio y temiendo lo que sería de mi tan lejos, logro que mi padre firme y contrato en el cual se comprometía a mantenerme segura y cómoda el tiempo que estuviera con él y a cambio recibiría mensualmente una dotación generosa para mantenernos en América.-las cartas, los regalos, esos días tan helados que vivíamos a principios de mes hasta que el volvía con una sonrisa del banco se presentan en mi cabeza, confirmación dolorosa de la tragedia que cuento- pero en cuanto Credence pudo versas sobre los fondos de la herencia de mi abuelo y le notificaron que mi padre tenía una muy buena renta como médico, corto toda subsistencia de su parte y eligió alejarse totalmente de nosotros.

El viento parece mudo al correr por la habitación, como si también estuviera interesado en escuchar el declive familiar, y es entonces cuando me doy cuenta de lo negra que se ve la noche en el campo. Como la ventana, indiscretamente abierta, me regala un estrellado cielo de verano de consuelo. Gilbert se guía por mi mirada al mismo sitio, con sus manos aun envueltas en las mías y nuestras rodillas rozándose en los vaivenes inmóviles que inconscientes damos. Estamos enfrentados, aunque no nos miramos, y el terciopelo de los sillones se hunde bajo nosotros. Por el tiempo que llevamos aquí deberíamos estar entumecidos, incomodos de mantener la misma posición estática y tensa, pero no es así, porque reconozco que más augusta que entre sus manos no me podría sentir y mayor confort no podría encontrar que a su lado. El parece estar igual que yo, con sus hombros encorvados, pero tranquilos y sus manos toscas enredadas en las mías. Su entrecejo se frunce, de cara a la ventana con la luna iluminando la sombra que le forma las arrugas.

-continua- alienta mirándome.

- al ya no tener su cuota mensual mi padre intento por todos los medios echar mano a la parte de la herencia que me correspondía, pero solo podría hacerlo una vez que se evidenciara que yo era totalmente independiente de él y que la necesitaba para continuar con mi vida.

- y eso solo era posible si te casabas- su mente ata cabos de forma inconsciente y me sacar el peso de la confesión hiriente.

- si- admito- siempre creí que su insistencia en el pasado era pura preocupación por mi futuro cuando el muera, pero solo era un engaño para acceder a lo que mi abuelo dejo a mi nombre.

Bad Kind of Butterflies / Gilbert Blythe/Where stories live. Discover now