Capítulo 10 - Sin límites [Tercera parte]

Magsimula sa umpisa
                                    

La contempló desde los pies a la cabeza. Delineada por hermosas curvas, que no sabían en dónde empezaban, menos en dónde terminaban. Imperfecciones que para él eran las más sublimes perfecciones que alguna vez se hubieran tallado. Su piel, un poco más oscura que la suya, contrastaba al principio sus pieles, pero luego estas se perdían en un límite sin descripción alguna. Pequeños sonidos exultantes, los cuales iban in crescendo mientras jugaba y la estimulaba con sus dedos en donde su cuerpo lo llamaba, lo necesitaba y le decía que experimentara y que continuara... hasta el final, si era que existía un final para aquella pintura que creaba y mejoraba solo para los dos hasta su no-final.

—¿Lista? —le dijo luego de besar y estimular por última vez aquel rincón que hasta ahora no había sido mancillado, antes de volver a introducir el lubricante que necesitaba para que su compañera estuviera preparada para lo que iba a suceder.

—Sí —afirmó muy segura de sí, aunque el temor la invadiera.

—Si te duele, me dices...

—Lo haré.

Se cubrió los ojos para darse fuerzas, mas lo siguiente que diría Rodrigo le haría ver que no debía hacer aquello:

—Quítate las manos de los ojos.

—¿Eh?

—Quiero mirarte cuando te siento de otra forma, Aira.

—Rodri...

—Quiero recordar tus movimientos, tus miradas, tus sonidos —dijo luego de que ella emitió su último gemido al sentir sus dedos en su interior preparándola—, quiero tenerlo todo de ti y eso incluye esos ojos que me encanta tanto observar.

—¿Eh?

—¿Sabes?, nunca he sido de mirar fijamente a las personas. Dicen que es por mi trastorno.

—Lo sé. Lo leí no sé en dónde...

No pudo terminar lo que iba a decir. Otro gemido involuntario apagó su oración debido a las estimulaciones que él provocaba dentro de ella. Rodrigo sonrió complacido ante su reacción.

—Pero, contigo no me gusta evitar mirarte. Al contrario... ahora quiero mirarte, para siempre, a la vez que te percibo ahora... —empezó a introducirse en ella—, diferente.

Aira iba a decir su nombre, conmovida por lo que le había dicho, pero se detuvo.

Crujió sus dientes al experimentarlo de otra manera dentro de sí. Sus manos se aferraron a las sábanas que yacían debajo de ella. Sus piernas tambaleaban al servir de apoyo para el cuerpo de Rodrigo. El temblor en su interior se extendió a sus caderas, y se intensificó mientras percibía que él seguía presionando, lento, con calma, la necesaria para que su cuerpo se adaptara a aquella nueva unión. No obstante, aún así, sintió un pequeño dolor que le hizo soltar un gemido, provocando que él se detuviera.

—¿Estás bien? —preguntó, preocupado.

Estaba dubitativa.

Por un lado, tenía miedo de que el dolor se intensificara si él continuaba. Por otro, quería experimentar sin límites una nueva manera de entregarse a él. Y era que, aunque no se lo habían dicho con palabras, Aira al igual que Rodrigo no quería llegar a un final en aquella inolvidable tarde, en donde sus sentimientos eran tan inconmensurables, tan indescriptibles, tan sempiternos, que llegó a una conclusión, una tierna conclusión.

Estaba ávida de él, de su alma, de su corazón, de su cuerpo, el cual, unido al suyo de una distinta y nueva manera le decía que lo que estaban haciendo era la entrega máxima del amor, si era que esta existía, porque para ella, cuando se contemplaba en aquellos ojos preocupados, que le mostraban un sentimiento tan sincero que desde un comienzo había conocido y ahora no culminaba, solo se manifestaba de diferente manera, se dio cuenta de que no había marcha atrás, no quería dar marcha atrás en lo que significaba el amar, nunca. Solo quería experimentar... solo quería saciar... solo quería continuar, sin límites, hacia su no-final.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon