❧ 6. Revelaciones y Proposiciones ☙

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Aira sintió que hiperventilaba.

—¿Estás...? —Pasó saliva—. ¿Estás segura de lo que me dices?

Su amiga asintió. Aira bebió de su bebida al tiempo que se preguntaba mentalmente si era cierto lo que ella le decía. Simplemente sus oídos no daban crédito.

—Me pareció raro que se preocupara de esa manera. Se puso muy ansioso cuando no habías venido a la escuela y me soltó todo un cuestionario que, ufff. ¡Me agobió!

Ella rodó los ojos, mientras que Aira sentía que todo su corazón revolucionaba a mil por hora.

—Cuando le pregunté por qué reaccionaba así, me dijo que sufre de Aspeber.

—Asperger —se adelantó a decir—. Trastorno de Asperger.

—Ah, sí. Y bueno, más o menos le entendí que...

—¿Y qué te dijo? ¿Cómo fue su reacción? ¿Qué te preguntó? ¿Se enojó? ¿Qué fue exactamente lo que te dijo, Ani? ¿Qué fue lo que te dijo? ¡Vamos, dímelo! —habló ansiosa mientras empujaba su silla a la de ella.

‹‹¡Ella reacciona igual de exagerada que él!››, se dijo Ana María al tiempo que oía todo el monólogo que Aira le soltaba, y la observaba con suspicacia. Luego, le contó su charla con Rodrigo, tratando de que no pareciese desesperado, recordando la petición que le había hecho su profesor. No obstante, tal y como se comportaba Aira en ese instante, con una ansiedad y adrenalina al mil por hora al invadirla de preguntas, recordó lo que su maestro le había dicho acerca del porqué sentía con mayor intensidad que los demás.

—Tú no sufres de Asperger, ¿no? —preguntó curiosa.

—No, ¡nada que ver! —habló con una cara de estúpida felicidad—. Pero, dime, ¿qué fue lo que te dijo? ¿Cómo reaccionó? ¿Se puso serio? ¿Se enojó? ¿Se entristeció?

Aira seguía soltándole todo su monólogo sin parar.

Cuando vio que, por fin, parecía haberse calmado, Ana María volteó a ambos lados para cerciorarse de que nadie las espiaba. Para su tranquilidad, a esa hora eran las únicas que quedaban en el aula. Solo en la puerta delantera había un grupo de tres chicos que conversaban, mientras que, en la otra esquina del lado oeste, había un compañero con sus audífonos de su teléfono, durmiendo. Una vez que se cercioró de que nadie las escuchaba, soltó lo que tanto sospechaba:

—¿Estás segura de que no te gusta el profesor Ambrosio? —le dijo en un cuchicheo, que provocó que Aira se exaltara.

—¡Nooooo! ¡Qué va! —Se puso roja—. ¡Ya te dije que no! Es un pedante, vanidoso, arrogante, que no aguanto para nada, snob, engreído. Ayyyy, ya no me hables más de él, ¿quieres?

Hizo una mueca falsa de fastidio, la cual le duró poco, porque la gran sonrisa que se veía en todo su rostro era imposible de disimular.

‹‹Le gusta››, se dijo Ana María con una cara de complacencia.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora