Capítulo 10 - Sin límites [Tercera parte]

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‹‹Bien

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‹‹Bien... ¿cómo se hace esto?››.

Ambos se estaban abrazando. Ambos se estaban besando. Ambos se estaban tocando. Pero no sabían cómo seguir avanzando... aunque él sabía que esa tarde ni las sábanas que los cubrían, ni las paredes que los acogían, ni las estrellas que recién refulgían eran los límites para la pasión que los consumía.

Todavía se hallaba nervioso. Todavía se hallaba dudoso. Todavía se hallaba temeroso. Pero algo había cambiado.

Cuando ella lo tomaba de la mano, se aferraba con la otra a su hombro, lo besaba en el cuello al tiempo que se abrazaba con sus piernas a sus caderas, decidió que debía continuar, aunque no tuviera idea de cómo. Sin embargo, cuando ella le susurró ‹‹Te amo. Ámame como solo tú sabes. Sé que puedes hacerlo. Confío en ti, Rodri››, un nuevo sentimiento lo embargó.

¡Una gran confianza lo invadió como nunca lo había experimentado en su vida! Y solo por eso, aún a pesar de sus cavilaciones, siguió avanzando, siguió explorando, siguió tocando y, lo más importante, ¡siguió experimentando! ¡Esto era lo que, a final de cuentas, esa noche tanto él como su compañera necesitaban! Que continuase hasta su ‹‹no-final››, como Aira le dijo en su manía por inventar palabras nuevas.

Sí, su no-final porque esa noche, cuando el deseo los devoraba, la pasión los sofocaba, la lujuria se desbordaba, Rodrigo se confirmó que quería dejar todos sus temores atrás, todos sus deberes atrás, todas sus limitaciones atrás para unirse a ella, siempre a ella, en un nuevo amor que no conocería de límites, más allá del infinito, en una palabra que no tenía significado, pero que aquella noche la crearían, en una nueva, pura y sincera.

Tocó, exploró... y continuó... porque no había final que lo detuviera.

Eran, serían, a partir de ese instante solo ellos dos, a solas, cada vez que quisieran, cada vez que pudieran, cada vez que se consumieran en aquella necesidad que tenían el uno por el otro. Guiados por el instinto de sus miradas. Deleitados por la ambrosía que sus besos sobre sus labios se saboreaban. Estimulados por la suavidad que las caricias sobre sus pieles se tocaban. Amenizados por los gemidos incontenibles que ella soltaba, cuando la besaba en nuevas zonas, sonidos indescriptibles que a él cada vez más lo excitaban y le decían que continuara, aunque fue ahí que decidió parar, pero solo por breves instantes.

—Sí que eres sensible ahí, ¿eh? —dijo complacido, al ver cómo Aira trataba de regularizar su respiración.

—S... sí —afirmó al tiempo que se limpiaba las lágrimas que habían caído por sus ojos.

—Eres una gritona —dijo sonriendo.

—¡Tonto! —Frunció el ceño.

—Pero una gritona muy bonita, ¿lo sabías? ¡Me encanta!

Ella rió junto con él. Él rió junto con ella... mientras se alejaba de Aira para tomarse un breve instante antes de unirse de una nueva forma a ella, solo a ella.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora