❧ Capítulo 20: Confesiones y Descubrimientos ☙

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—¿Aún tienes hambre?

Aira y Rodrigo habían salido del restaurante. Después de mucho tiempo, habían compartido lo que era una comida juntos.

Durante el transcurso de aquella, la joven había querido hacer algo distinto a anteriores ocasiones. Para celebrar que hubieran vuelto a su relación, le había propuesto comer de manera diferente a cómo solían hacerlo, sin cubiertos y algo que conllevara a coger la comida con las manos. Espantado por la idea, Rodrigo se había negado a eso. Y como no podía ser menos, fiel a sus rutinas, enarcó la ceja, desconfiado, cuando ella se detuvo en un puesto que tenía como título ‹‹Cachangas rellenas del norte››.

Aquel era un puesto de comida ambulante. Una pareja, compuesta por una chica —vestida de chef— y un joven —ataviado con un delantal negro—, la atendieron amablemente, invitándola a acercarse hacia ellos.

—¡Cachangas! Hace tiempo que no como una —dijo entusiasmada—. ¿A cuánto están? —preguntó mientras cogía el menú del puesto de comida.

—Ocho soles las normales, pero si desea las especiales, puede encontrar de diversa variedad —le dijo el chico con una radiante sonrisa—. Y si se anima por estas últimas, viene con refresco incluido.

Los pequeños ojos de Aira brillaron de la emoción.

Decidida, volteó y se dirigió a un desconfiado Rodrigo, quien se hallaba con los brazos cruzados, un poco más allá, observándola no muy convencido de su accionar.

—¿No se te antoja comer conmigo? —Lo miró con ojos de Gato de Bota de ‹‹Shrek››.

Él ladeó la cabeza, poco convencido.

—Acabamos de cenar. Aparte, sabes que no tengo confianza en comer en puestos ambulantes, menos aquellos en los que no puedo usar cubiertos.

Se revisó las manos, luego las del joven ambulante. Cuando vio que aquel, con la misma mano que había entregado un billete de un cliente a su socia, se disponía a entregar otro pedido a una señora que estaba a su costado, abrió la boca espantado. Finalmente, arrugó la frente y meneó la cabeza, con desaprobación.

—Y sus condiciones de limpieza dejan mucho que desear —agregó, sin tino como siempre, provocando que los dueños del puesto ambulante lo miraran con desconfianza—. ¿En serio quieres comer aquí? ¡No se han lavado las manos! Con estas llenas de bacterias están preparando la comida y...

Aira lo obligó a callarse, colocando su dedo índice sobre su boca.

—Deja de ser tan tú, aunque sea unos minutos. ¡Vamos!

Él suspiró profundo y volvió a negar con la cabeza.

—No sabes qué gérmenes tendrán en las manos con las que preparan esa comida y...

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora