Esclavitud. (DekuKatsu)

Se acerca-40

Shinsuo esquivaba los golpes mandados por un furioso, o mejor dicho, avergonzado Bakugou, al no soportar que este se burlara de él, por el beso que le dio Todoroki, a quien ya había mandado bien lejos por su falta de respeto.

Logro alcanzarlo cuando esté casi pierde el equilibrio con una piedra, tomando parte de su ropa para atraerlo hasta él y sonreír como loco desquiciado, golpeando su rostro con su puño apretado lo más fuerte que pudiera.

Un sonido extraño se escuchó por todo el reino, Shinsuo al escucharlo se recompuso de inmediato, sin dudarlo comenzó a caminar a paso acelerado en dirección a la zona de entrenamiento.

Katsuki curioso por la situación y el comportamiento del peli morado, se acercó hasta Shoto para subirlo en su hombro y cargarlo como un costal de papas, siguiendo los pasos del otro sujeto.

-¿A dónde vamos?-El de ojos heterocromaticos observó lentamente para que la luz del sol no le cegara, frente a él los zapatos de Bakugou a unos cuantos centímetros.

-No lo sé, pero ya veremos.-Siguió los pasos del llamado secuaz del Rey, su andar era seguro e imponente, pero para Katsuki solo era una rata más de este maldito lugar, de este mundo de desigualdad de género.

Si tan solo antes hubiese tenido la espada corta que llevaba consigo a un costado de su cintura, no hubiera dudado en matar a penas le diera la espalda.

Pero las cosas habían cambiado, ahora tenía incluso más autoridad que este, aunque a veces seguía pareciendo lo contrario.

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Todos se encontraban bien formados, sus espaldas rectas como todo buen soldado, sus brazos fuertes al descubierto al igual que sus pantorrillas, ya que sus pantalones anchos y abultados habían sido levantados hasta cierto punto, para no mancharlos con el barro que se encontraba en algunas partes del suelo de los corrales, donde solían entrenar algunos.

A la espera de su Rey, a quien temían, porque muchos tenían una mala imagen de él, más aun así seguían sus órdenes, porque muchos no tenían a dónde más ir.

Las nubes aparecían de manera extraña sobre ellos, oscureciendo el paisaje y sus rostros cansados. Unas cuantas gotas anunciando una posible lluvia caían sobre el pelo verdoso de Midoriya, quien se paraba frente a la multitud con una mirada seria.

-Los he reunido hoy para informales acerca de una posible guerra.- Los murmullos se hacían presente, basto solo que Kirishima alzara su mano para hacerlos callar. El pelirrojo vio prontamente como se acercaba Shinsuo a un lado suyo.

Katsuki se quedó bien atrás de toda la multitud, pero el Rey ya sabía perfectamente que se encontraba allí y a pesar de no querer decir esto frente a él, no le quedaba otra opción, ya todos estaban a la espera de los detalles.

-Tomura está planeando algo, no sabemos a la perfección el qué, pero desde ahora su entrenamiento será más duro y espero que se lo tomen aún más enserio, ya que no sabremos en qué momento podremos ser atacados. Los motivos que tenga el en contra de nuestro reino aun tampoco no se saben, pero...se ha esparcido el rumor de una posible relación mía con Katsuki. Solo me queda decir que el traidor será ejecutado, así también quien sea su cómplice o sencillamente apoye su causa.-Dio un gran suspiro, le dio la señal a Kirishima de que continuara y sin esperar más se dio media vuelta, para ir a su habitación y poder pensar con claridad estrategias que puedan ser ocupadas más adelante.

El rubio se fue detrás del peliverde ante las atentas miradas de varios, sabiendo que él era la causa de las posibles muertes que se vendría, solo pudo mantener la mirada en el suelo.

Todoroki por su parte buscaba a Lida por todos lados, pero este no se veía, a pesar de que debería estar allí. Preocupado no dudo en salir en su búsqueda.

Camino por los jardines que eran regados por la ligera lluvia, el olor a humedad le encantaba, también el cómo la gotas caían poco a poco por las hojas de los árboles. Le recordaban hermosos momentos relacionados con su madre, de la cual no sabía absolutamente nada, desde que esta le había quemado el lado izquierdo de su rostro.

Todo por un hecho tan estúpido como el de que se parecía a su padre, que seguramente terminaría siendo igual de maldito que él.

Pero antes de que todo se pudiera saber, antes de que vieran su forma de crecer, este le regalo a un extraño, el cual lo abusó de todas las maneras posibles. No, no era virgen, pero cada vez que miraba a Lida se sentía así.

Ya recorría los pasillos, decidió ir a su habitación, pero sería extraño si el peli azul estaba allí, ya que eran horas de trabajo y al parecer venían problemas gigantescos.

Sintió ese aroma que le encantaba, el primero que le hacía sentir cosquillas por diferentes partes del cuerpo, el que provenía de un hombre sencillo, pero de quien no sabía mucho aun, menos de sus acciones como secuaz del Rey. Cosa que le preocupaba. ¿Eran verdad todos los rumores que se esparcían de ellos?

¿A cuántos habían matado?

¿Cuántos había matado Lida....?

-¿Sucede algo?-La voz de Lida le sacó de sus pensamientos, notando que ya se encontraba dentro de la habitación. Sus miradas se conectaron, sin pensarlo mucho se acercó hasta él e intentó refugiarse en su pecho, oliendo el aroma de este, para que frenara sus estúpidos pensamientos. Porque no importaba que había pasado antes, lo importante era el presente y la forma en como este le trataba sólo a él.

Un don nadie.

-¿Me besarías?-Sus ojos se abrieron como platos, intento alejar de forma inmediata a Shoto de él, porque solo con tan sencilla petición él ya tenía pensamiento lujuriosos, cosa de la cual se aterraba, no sabiendo qué hacer, a pesar de su edad.

Porque Lida seguía siendo virgen a pesar de sus veintidós años...

-Vamos...Tu olor siempre te a delatado, te excitas de inmediato conmigo ¿Y no me puedes besar?-Los ojos heterocromaticos le miraban de forma tranquila, como siempre casi no habían expresiones en su rostro, pero sus mejillas rojas esta vez lo delataban.

Lida dio un gemido cuando este fue directo a morder sus labios, para agarrarlos con furia, sin que este pudiera escapar, llevando su mano, que usualmente estaba más helada, hasta sus genitales y tocarlos con descaro.