Desechada-21

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Su mente no estaba para nada clara, sus ojos rojizos sólo observaban la sangre que salía por sus muñecas, siendo ésta de igualmente rojo, pero uno más profundo y oscuro. Una última lágrima cayó por su mejilla, su cuerpo no se movía, quería decir algo pero era completamente inútil.

Un fuerte y ronco grito lo hizo sobresaltarse, llevó su vista hasta arriba, allí sólo estaba el Rey mirándole enojado y alterado. Las manos de éste último tomaron las muñecas del muchacho intentando de alguna manera que no saliera más sangre, le gritaba cosas a Bakugou que no eran comprensibles, porque el Omega estaba en estado de Shock.

Al ver esa mirada, la sangre, la desesperación en alguien a quien odiaba, pero que se veía tan preocupado, sólo pudo arrepentirse.

Midoriya a la espera de a quien había llamado en gritos, intentaba con pedazos de sábanas envolver las heridas, para luego hacer presión en éstas. Al sentirse frustrado y con gran molestia porque Katsuki no le prestaba atención, le dio una bofetada para que éste reaccionara de una vez por todas.

Tenían que ser rápidos, seguramente llegaría el momento en que el chico se desmayaría por la pérdida de sangre, y si seguía avanzando y no veían prontamente al médico del reino, esto podría ser peor.

El Omega comenzó a sentirse débil, a pesar de ya estar asimilando la situación no respondía nada de lo que se le decía, repentinamente vio como Lida entró apresuradamente, el Rey le dijo algo que no pudo oír, parecía que tenía una sordera momentánea. El peli azul salió nuevamente por la puerta, unos brazos gruesos envolvieron a Katsuki para levantarlo, y caminar a paso rápido por los pasillos.

El Rey tenía una expresión extraña, el menor sintió deseos de decirle "todo está bien", porque su corazón afligido le decía que esto era a causa de su propia estupidez, que nada de esto hubiera pasado si no le hubiese conocido, si no lo hubieran capturado... Sus ojos se cerraron, pensando que sólo eran unos breves instantes, pero una vez abiertos ya se encontraba en un lugar desconocido. Una mujer sostenía sus manos, no sabía qué estaba haciendo con ellas, pero sentía leves pinchazos en su piel.

-¿Cómo cree que está?-la voz ronca, y no tan infantil en estos momentos, se había dirigido a la mujer de tercera edad, la cual sólo mostró una amarga sonrisa, Bakugou nuevamente cayó en sueños, imaginando por unos instantes cómo hubiera sido si el Rey fuera alguien común y cómo se hubieran conocido en el bosque, ¿habrían llegado a la misma situación?

-Físicamente se pondrá bien, si es que no eres tan estúpido como para seguir lastimándolo mientras se mejora. Por otra parte el problema debe ser su mente, si quieres mantenerlo vivo tienes que darle motivos para que viva, ya sea por odio o por amor... aunque tal vez si le das una habitación alejada a la tuya y más libertades, entonces mejore -la anciana ni siquiera le miró a los ojos, era obvia su molestia hacia la situación, pero no podía decir mucho tampoco. El Rey frunció el ceño en desagrado, no quería que Katsuki muriera, ¿por qué razón? Ni él lo sabía, pero tampoco quería alejarle, tenía un gran problema de egoísmo, quería que el Omega le mirase sólo a él, porque era suyo, siempre lo sería. Quería que el chico se sometiera completamente a él, pero una vez más se rebeló, dañándose antes que él mismo lo hiciera-. Le daré unas hiervas para que pueda pasar su celo mas tranquilo.

-Supongo que tendré que intentarlo. Lo vendré a buscar dentro de dos días, que no se te escape, Abuela Chiyo -el Rey se retiró de aquella casona oculta en una parte de su bosque, porque el reino del Rey abarcaba hartas hectáreas del gran bosque en donde Katsuki se había estado refugiando, pero éste había estado afuera de su territorio claramente.

Se subió a la carroza en donde habían llegado. Lida, quien era el que se había prestado para conducir ya a estas horas de la noche, hizo un movimiento con las manos, y un sonido con la boca para que los caballos comenzaran a andar.

Por suerte la luz de la luna iluminaba perfectamente el camino, el Rey no dejaba de suspirar, recordó algunas cosas que su madre le decía.

"No sirve de nada tener un pájaro enjaulado, si no lo sacas muere de soledad y si intentas tomarle entonces se escapará."

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Una vez en el Reino se acercó a sus rosales, por alguna extraña razón las rosas de color rojo se estaban marchitando, le pregunto a uno de los jardineros qué les pasaba, "las malezas no han sido podadas, les falta espacio" fue su respuesta, sin poder contenerse le gritó al muchacho que hiciera bien su trabajo, y se marchó de allí.

¿Él era la maleza que atormentaba a Katsuki, verdad?

A pesar de sus sentimientos egoístas no quería ser "eso", pero tampoco iba a cambiar las reglas sólo porque se estaba encaprichando con algo tan estúpido. Le daría más libertades, nada más, también intentaría conocer un poco más al muchacho, saber qué cosas le gustan y que no.

-S-Señor...-La voz de Uraraka se presentó a su costado de un momento a otro, en uno de los pasillos cerca de la cocina. El Rey le dirigió una mirada fría, no tenía deseos de verla, no sólo porque le echaba cierta parte de la culpa a la chica, sino también porque se estaba volviendo un dolor de cabeza, cada vez se volvía más insistente.

-¿Qué quieres?-La mirada esmeralda del Alfa se hizo más oscura, su olor de molestia se hizo presente en casi todo el reino, su cabello se veía más desordenado y rebelde de lo habitual, dando un aspecto intimidante. La chica temblorosa llevó una de sus manos hasta su rostro, mas precisamente en donde la "puta" le había golpeado.

-¿Va a matar a ese Omega, verdad? Mire lo que me ha hecho... Es un -La castaña no pudo terminar la frase, había sido agarrada bruscamente del cabello sin poder hacer nada.

-No vuelvas a decir algo así o tú serás la que terminará bajo tierra, Ochako -las lágrimas cayeron nuevamente por las mejillas de la castaña, esto significaba más que un rechazo, el Rey había escogido al estúpido Omega antes que a ella. Sólo recién se daba cuenta que había sido utilizada para el rato, para ese Alfa que tanto amaba, su virginidad al igual que ella no valió nada, porque se la quitó sin preguntarle, pero aun así cuando se entregó a voluntad fue lo mismo, nada cambió.

Y nada iba a cambiar entre ellos.

-Ya no te necesito.-Midoriya se marchó sin más y la castaña se rindió.

Esclavitud. (DekuKatsu)Where stories live. Discover now