Las consecuencias de un baño-7

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El demonio de ojos rojos se encontraba en el otro extremo del cuarto deplorable en donde ya lo habían tenido capturado por aproximadamente una semana, estaba maldiciendo tanto internamente como externamente al estúpido que se atrevía a tirarle agua con un balde, supuestamente para bañarlo.

La cadenas ya no estaban ni en sus manos ni en sus piernas, para su jodida vergüenza lo habían desvestido completamente, sintiéndose vulnerable ante el bastardo que se hacía llamar "Shinsuo", sobre todo porque su estúpida sonrisa no era precisamente de burla, lo estaba mirando, más de la cuenta, tanto así que Katsuki sentía que le violaba de alguna manera.

El tipo estaba con unos tres baldes a su alrededor, ya le había lanzado dos, no podía evitar mirar los muslos del Omega, tan suaves y firmes a la vista, casi sin cabello ya que el chico era lampiño, sobre todo el no tan grande, pero aún así hermoso y redondo trasero que estaba un poco más arriba. Quería tocarlo, ansiaba aprovecharse de él y si la situación seguía así no dudaría en arriesgar su estúpida vida por tocar algo que no le pertenece. ¿Pero cómo no querer tocar tan exótica presa? Aún más apetecible con ese carácter indomable.

El era un Alfa puro, ¿Por qué contenerse?

Katsuki estaba esperando la oportunidad perfecta para intentar escapar, podía de alguna manera entender las intenciones del Alfa sólo por sus feromonas, no quería que le hiciese lo que se le estuviera pasando por la cabeza a ése estúpido, tanto así que era capaz de gritar fuerte para ver si con suerte el Rey lo escuchaba. Una estrategia sabia para poder cuidarse de esta clase de imbécil, prefería que el Rey Midoriya fuese el que le hiciese daño a que fueran cada uno de los malditos Alfas del reino.

Era una estrategia que había estado pensando toda la semana y después de varias conclusiones decidió que era lo mejor, pero si sus secuaces se encargaban ágilmente de esconder sus intenciones al Rey, estaría en graves problemas justo como ahora.

Shinsuo se acercó de un momento a otro, acorralándolo contra la mojada pared.

—¿Por qué no te mojamos otra parte de tu cuerpo? —Shinsuo había tomado las muñecas del Omega fuertemente, brusco, sin delicadeza alguna, poniéndolas contra la pared, lamiendo su oreja sin permiso para después morderlas con sus sobresalientes colmillos, sedientos por enterrarse en un preciso lugar.

—¡MUÉRETE! —el menor, con una fuerza inesperada y sorprendente para el Alfa, se giró de manera rápida para luego dar una humillante patada en las bolas de el otro, cayendo éste inmediatamente hacia el suelo y retorciéndose del dolor. Katsuki rápidamente salió corriendo hacia la puerta, salió hacia la gran, o mejor dicho, enorme habitación del Rey, no se fijó en el peculiar color de la cama y algunos muebles, que eran negros.

Con desespero, intentó abrir la gran puerta que estaba más adelante, pero estaba demasiado "pesada", tuvo que forcejear mucho para poder salir y cuando salió llevando su mirada hacia atrás a ver si Shinsuo lo seguía, chocó con alguien.

—¿A dónde vas Katsuki? —Su majestad estaba justo ante sus narices, llevó su vista más arriba para poder ver aquellas perlas esmeraldas, su cuerpo vibró por alguna razón desconocida para el joven adolescente, el cual no pudo evitar recordar que estaba desnudo y avergonzándose completamente cuando el idiota del Rey lo miró sin descaro alguno de los pies hasta la cabeza, deteniéndose ligeramente en algunos sectores.

—Escapando, obviamente... ¿Qué creías, imbécil? —Bakugou caminó a una mirada completamente arrogante, al igual que un Alfa, mirando al más fuerte de todos como si no valiera completamente nada, como si tan sólo fuera una piedra más en el camino. El Rey se molestó por aquella actitud, pero en el fondo le gustaban las agallas del chico, por esa misma razón lo conservó para él, incluso si él no le faltara el respeto, aquella mirada rojiza le decía todo lo que pensaba. Aun así, no dudó en darle una bofetada al menor, quien no volvió a mover su rostro de la posición en la que quedó, sus oídos captaron unos pasos ajenos a su espalda, el maldito de Shinsuo ya había vuelto.

—¿Por qué mi esclavo tiene tu aroma encima? —El peli morado al ver al Rey se paró recto, intentando disimular el dolor en su entrepierna, para dar una reverencia. Llevó la vista hasta su majestad, quien tenía tomado fuertemente al Omega por el antebrazo, tanto asi que sus dedos dejarían marca en la piel del menor. Supo de inmediato que tendría algún tipo de castigo por parte del Rey, la firmeza y amenaza con la que lo miraba era de temer, no pudo evitar sudar un poco ante las fuertes feromonas que expandía.

Se mantuvo en silencio, sabía que nada evitaría el castigo que le darían, aún más porque no pudo evitar mirar con deseo al Omega cuando este sonrojado gimió producto de las fuertes feromonas del Rey. El sólo se había delatado.

—Lárgate —Shinsuo no dudo en, rápidamente, acatar la órden, cerrando la puerta con fuerza para dejar al Rey con el Omega dentro de la habitación.

El rubio estaba algo mareado, su garganta ardía, su cuerpo temblaba, incluso las heridas de los latigazos dolían fuertemente a pesar de que ya se estaban cicatrizando. Con la vista algo nublada, intentó mirar los ojos de el tal Midoriya, éste le observaba curioso, viendo cómo el menor abría sus labios de vez en cuando, dando suspiros y leves gemidos.

Bajo la intensidad de sus feromonas, también el agarre en el brazo de Katsuki para llevarlo hasta su propia cama, tirándolo con algo de fuerza que hizo reaccionar al joven adolescente, recordando que estaba completamente desnudo intentó de manera nerviosa taparse con las sábanas.

Midoriya caminó por la habitación hasta su baño, saco una gran toalla de ahí y la llevó hasta el Omega para después tirársela en la cara.

—Sécate y después te metes al cuarto...

Esclavitud. (DekuKatsu)Where stories live. Discover now