"¿Casualidad?"

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- Croix no tienes porque sentirte mal, tu viaje es necesario ¿No es bueno que te llamen otra vez del laboratorio en Estados Unidos? - La pelimorada asintió algo preocupada - Vamos, serán tres semanas nada mas.

- Lo se, lo se, pero iba a ser nuestra primer navidad juntas, después de tanto tiempo.

- Tendremos muchas mas, solo piensa, es una nueva oportunidad, ademas es una muestra de confianza departe de los investigadores hacia ti, autorizándote a salir.

- ¿Estas segura? Si te molesta debes decírmelo. - Insistió Croix tomando las manos de Ursula.

- No me molesta, me hace feliz que puedas volver a hacer lo que amas.

- Volveré lo antes posible. - Respondió con una sonrisa algo débil.

- Te estaré esperando.

Ambas brujas se despidieron y sellaron su promesa de volver a verse con un fuerte abrazo, uno que no se daban hace mucho tiempo.
Ursula se quedo viendo como una parte importante de su vida se marchaba lentamente hacia el portal, no podía evitar preocuparse, sentir miedo por lo que pueda pasar con Croix en otro país, pero confiaba en que daría lo mejor en su investigación y que la vería muy pronto.

- ¿Se encuentra bien Ursula? - Pregunto amablemente la directora parándose junto a ella.

- Directora Miranda, si, estoy bien. Solo espero que le vaya bien en su viaje.

- Oh, le ira bien, Croix puede ser tosca pero es muy determinada, podrá superar esto y volver sin ningún problema.

- ¿Es por su invento verdad?.

- Si, revolucionara el mundo mágico, la magia llega a lugares donde no se veía energía hace siglos, todo gracias a ella.

Ursula sonrió ampliamente ante el comentario de la mayor, sabia que el invento de Croix estaba maravillando al mundo, pero escucharlo de la persona que mas confió en ellas, era algo increíble.

- Por cierto maestra, este año solo quedo una alumna en la academia, parece que su familia quedo varada en una isla debido a una fuerte tormenta y no podrán volver a su hogar al menos en una semana, por lo que nos pidió permiso para quedarse.

- Oh, pobre, debe sentirse muy mal, en estas fechas especiales estar lejos de tus seres queridos debe ser muy duro. ¿Necesita que hable con ella? Tal vez puedo alegrarla.

- Si, justamente por eso la buscaba, Anne ya hablo con ella pero creo que no tiene el tacto que tiene usted con las alumnas - Comento sonriendo la mayor haciendo que la pelirroja se contagiara.

- ¿Quien es la alumna?.

- La señorita Shidae, Hirumi Shidae, estará feliz de que la vea.

Ursula quería arrepentirse de haber dicho que si y se sentía aun peor por pensar eso, en los días que pasaron su pequeña asistente la estuvo evadiendo, incluso en las clases no le dirigía la palabra a menos que sea completamente necesario. Eso molestaba a la pelirroja, sabia que su alumna lo hacia por su bien, que le estaba dando el lugar, el espacio necesario para que ella este tranquila y aclare sus dudas, pero le dolía que no le dirigiera la palabra, que siquiera la viera, algo en ella, necesitaba saber si todavía la quería.

La pelirroja suspiro profundo estando frente a la habitación del equipo turquesa, se tomo el tiempo necesario para no enredar sus palabras con todo lo que pasaba en su cabeza en ese momento.

- Hi-Hirumi soy yo, Ursula ¿Puedo pasar? - Pregunto tímidamente la maestra golpeando la puerta, pero no obtuvo respuesta.

- Hirumi, solo quiero saber si estas bien, la directora esta preocupada. - Pero otra vez solo había silencio en la habitación.

- Hirumi, voy a pasar, no te asustes.

Lentamente la mayor empujo la puerta de madera, abriéndola solo lo suficiente para poder pasar, una vez dentro la cerro de la misma manera sin hacer mucho ruido.
La habitación estaba a oscuras, no podía ver nada a simple vista, por lo que decidió iluminar un poco el cuarto con su varita.

Hirumi dormía en su cama, vestida, para el alivio de su maestra, abrazaba su almohada. La imagen hizo que la maestra pelirroja sonriera, "después de todo, es una niña" pensó al ver la tierna imagen.

Al acercarse pudo ver como las lagrimas aun eran visibles en su rostro, sintió como una punzada en su pecho de solo pensar en lo triste que debió sentirse al saber que no podría volver a su casa.
Con sumo cuidado limpio el rostro de su alumna y se sentó junto a ella en la cama, controlo la tentación de acariciar el largo y brilloso pelo negro que tenia la pequeña, no debía despertarla, sabia que lo mejor era que descanse.

Se tomó un momento para apreciarla, era una joven muy linda, de contextura delgada propia de su país natal, un pelo sedoso y largo que pasaba sus hombros, labios finos, sin duda seria un mujer hermosa en unos años, le recordaba mucho a Akko, tal vez por su tono de piel y sus ojos, casi del mismo color, era lo único en lo que coincidían pensándolo bien, ya que Hirumi era muy aplicada, talentosa en ciertas materias y se mostraba seria casi todo el tiempo, un contraste muy notorio con su vecina la japonesa revoltosa.

Espero unos minutos, con la esperanza de que la brujita se despierte, pero por la forma en la que dormía, no despertaría si no hasta mañana.
Ursula busco una manta, la cubrió y se aseguro que no pase frio, de la manera que lo haría una madre con su hija.

Se acerco a su alumna para depositar un beso en su frente, pero sin poder resistirlo fijo sus ojos en los labios de Hirumi, su mente se batió a duelo entre lo correcto y lo incorrecto de la idea que pasaba por su cabeza en ese instante, dudo mas tiempo del que quería hacerlo, tomo la decisión adecuada y volvió a concentrarse en su frente, depositando un casto y cálido beso.

Se alejo lentamente de la brujita de pelo negro poniéndose de pie para retirarse, pero para su sorpresa, sintió como algo jalaba su mano débilmente.

- Ma-Maestra Ursula... Quédese por favor.

Ursula trago pesado algo ver a Hirumi despierta, no sabia que responder a la petición de su alumna pero tenia en claro que no debía quedarse.

- Hi-Hirumi sabes, sabes que no puedo. - La pelinegra tomo asiento en su cama, observando atentamente a su maestra. - No es correcto.

- Solo hasta que me duerma, por favor.

- Es... No Hirumi, lo siento. - Contesto seria Ursula alejándose de la cama.

- L-Lo siento, no, no debí pedirle algo como eso. - Respondió apenada la brujita volviendo a acostarse y dando la espalda a su maestra. - Gr-Gracias por venir a verme.

Ursula solo respiro profundo, buscando no solo aire si no un poco de calma, camino lentamente hasta la puerta, abriéndola con un poco mas fuerza que al entrar.

Hirumi pudo escuchar como su querida maestra se marchaba, cerrando la puerta lentamente.
Sabia que era lo correcto, que era lo que debía pasar y que era egoísta pidiéndole a Ursula que se quedara.

Cerro sus ojos buscando algo de sueño que la ayude a dormir, pero sintió un repentino peso extra en su espalda, asustandola, giro bruscamente y pudo ver a su maestra pelirroja favorita, sonrojada hasta las orejas, pasando sus brazos tímidamente por su estomago para abrazarla.

- Ma-Maestra....

- N-No digas nada, no, no debería hacer esto y no se porque lo estoy haciendo. So-Solo no digas nada e intenta dormir Hirumi.

Hirumi no contuvo su emoción por el momento soñado que estaba viviendo, dejando que una sonrisa cubra su rostro de oreja a oreja, haciendo que Ursula se sonroje aun mas. Giro dándole la espalda nuevamente y tomo las manos de su maestra apretándolas con fuerza sobre su cuerpo.

- M-Me iré cuando te duermas. - Susurró a su alumna.

- Ya soy feliz con esto. - Contestó de la misma manera Hirumi.

El primer pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora