Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Parte 4] [CAPÍTULO FINAL]

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Se dio cuenta de que, estaba regresando a la situación de antes, en donde el mentir y sus dotes de actuación se unían como cruel corolario a una serie de hechos que no había sido capaz de confesar.

No podía.

No debía.

Por muy perfectas que se dieran las circunstancias que los habían llevado a ese hermoso momento en donde él le acariciaba su nuca con ternura, acariciaba su mentón con dulzura y besaba sus labios con lujuria; no podía, no debía, sincerarse con Rodrigo como quisiera.

Había todavía muchas cosas en juego. Su posición como estudiante. Su trabajo como maestro. Las deudas económicas que él tenía. Su futuro laboral si las cosas se adelantaban antes de tiempo. Y las reacciones y consecuencias en los terceros involucrados.

Él lo había dejado bien en claro todo, aún sin conocer las irónicas circunstancias que los rodeaban. Y si salía a la luz antes de tiempo, estaba segura de que todo lo que había planificado, con sumo detalle, se podría ir al traste.

Ella había cometido demasiados errores, producto de su malentendido, producto de su inmadurez, producto de su baja autoestima y celos. Y ahora, que estaba dispuesta a resarcirse, debía hacer las cosas tal cual lo había pensado, aún cuando después otras personas la regañasen, otras personas le reprochasen, otras personas se amargasen.

Muy en el fondo, sabía, y solo ella lo sabía, que no debía adelantar las cosas antes de tiempo, para, al final, resarcir con sumo cuidado sus errores y a todos los que se habían visto afectados por ellos.

Aun se hallaba sumida en sus atribulados pensamientos, sola en la habitación, vestida de nuevo con sus ropas y cubierta por varias mantas, a insistencia doble de Rodrigo, cuando él hizo su aparición en esta.

—No tengo secadora de pelo. Nunca la he usado, pero ¡mañana mismo me compro una para tenerla aquí por si las dudas!

A ella la invadió una gran ternura al ver su gran preocupación y se odió por no poder sincerarse como debía con él.

—Pero estuve buscando en internet —colocó una toalla en una de sus sillas, luego una bandeja en la mesita de noche para luego retirar su celular—, y dice que para combatir la presión baja debes tomar algo tibio, mucha sal y una dieta sana rica en fibra, frutas, carne y vegetales.

—Rodri... —dijo muy conmovida.

—Solo tengo té caliente, galletas integrales y manzanas, pero creo que te podrían ayudar.

—¡No me gustan las galletas integrales! —Hizo un puchero—. Son feas.

—Estas tienen miel, no saben tan insípidas.

—Pero, Rodri...

Se colocó detrás de ella.

—Vamos, trataremos de secar este pelo como se pueda.

Obedeció sin chistar. Sonrió y se colocó delante de él. Bebió un poco del té caliente y engulló un par de galletas. Empezó a experimentar una leve cosquilla por su cuerpo mientras él le hablaba y le secaba el pelo, el pescuezo y la parte superior de su polo que se hallaba mojado por aquel.

—¿Tienes otra camiseta?

—No. Llevé solo una de repuesto.

—Entonces te prestaré una de las que tengo.

Se alzó y se dirigió a su ropero.

—Mis pijamas te quedarán grandes, pero es lo único que tengo. Y estas son las gruesas que tengo.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Where stories live. Discover now