❧ Capítulo 20: Confesiones y Descubrimientos ☙

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No lo dejó terminar. Lo había llevado a una esquina, cogiéndolo de la mano, tal cual un niño que era guiado por su madre.

—Rodri, no me seas pesado, porfa. Esas cosas no se deben decir delante del vendedor y...

—Pero, Aira, ¡te puedes enfermar del estómago! —Siguió alzando la voz.

La señora del puesto lo miró con desaprobación.

—Si no tienes cuidado, hasta puedes coger salmonella si le echas de la mayonesa que tiene ahí al costado. —Movió su cabeza en dirección a la esquina del puesto.

—Relájate, ¿quieres?

Ella siseó para ordenarle que se callara.

—Todo lo que tengas que decirme, hazlo en voz baja, ¿bien?

—Pero...

—¡Hazme caso!

Él enarcó la ceja, confundido. Sin embargo, ante la insistencia de ella, accedió a continuar con su discurso, pero ahora bajando la voz, como se lo había pedido.

—¿Acaso has visto que se hayan desinfectado las manos luego de tocar el dinero? ¿Acaso los has visto lavárselas en un baño? Dime, ¿lo has visto acaso? —le susurró en la oreja derecha.

Esto provocó que ella se pusiera nerviosa al sentir que toda su espalda se electrizara.

—Dime que tengo la razón —añadió.

Él la miró con una carita de sabihondo insoportable.

Ella rodó los ojos. Luego, sonrió al contemplarlo. Le parecía un niño de escuela que quería obtener la razón a como dé lugar.

—Rodri...

—Yo solo quiero cuidarte y eso incluye fijarme en que comas en condiciones de salubridad aceptables.

Esto último bastó para que la ternura se intensificara, mezclado con aquella placentera sensación que había experimentado antes.

Lo agarró del cuello de la camisa, para estar a su misma altura mientras le estampaba un beso en la boca.

Aquello lo agarró desprevenido. Más todavía, lo siguiente que agregaría, lo dejó en shock, sobre todo por el atrevimiento de la joven.

—Sígueme susurrando en el oído izquierdo. —Lo miró con picardía. Lo abrazó del cuello para obligarlo, otra vez, a que estuviera a su altura—. Por alguna razón que no me explico —experimentó que todo su cuerpo vibraba al sentir cómo él exhalaba a través de su oreja— me encanta siempre escuchar tu respiración aquí —dijo sonrojada, pero a la vez complacida.

—¿Eh?

—Mi cuerpo se tensa... —sonrió con nerviosismo—, no sé por qué.

Rodrigo pasó saliva al darse cuenta a qué se refería.

—Eso se llama... —Volvió a pasar saliva. El cuerpo de Aira se tensó al sentir cómo le hablaba a tan poca distancia—. Se llama...

—¿Qué?

—¡Excitación! —dijo arrastrando las palabras.

—Ah...

Ambos se sonrojaron.

—Ahora ya entiendo —agregó—, por eso es que... desde que hemos regresado... siempre me hablas y me besas aquí, ¿no?

Él se sentía abochornado. Asintió levemente para luego agregar:

—El susurrarte ahora ha sido una casualidad, pero...

—¿Pero?

—Hace tiempo... leí que ese era uno de los puntos en donde se estimulaba a... —tragó saliva—, bueno, tú sabes.

Sincronías y Armonías [Saga Ansías 3]Where stories live. Discover now