Extra IV: Felices para siempre

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El gran día había llegado después de tanto tiempo, de muchas penas y alegrías al fin dos personas que se amaban podrían sellar ese amor. Era abril y la primavera estaba en su mayor esplendor en Florencia, el día había amanecido perfecto, no había nada que pudiera arruinar el acontecimiento.

Habían decidido casarse ahí porque era la tierra natal de Gianluca y porque Lexie también había quedado enamorada de ese lugar cuando lo fue a buscar. No iba a ser una boda común, no iban a haber largos vestidos blancos, ni iglesias enormes ni demasiados invitados, solo las personas más cercanas.

Habían arrendado un lugar al aire libre y la madre de Gianluca se encargó de organizar todo con ayuda de Giovanna, todo tenía que salir perfecto. Ambas se habían pasado la noche en vela pensando en cómo arreglar las cosas que podrían salir mal, cosas de las que ni siquiera los novios se preocupaban ya que estaban más ocupados escabulléndose en la habitación del otro evitando encontrarse con alguien que les dijera que verse les daría mala suerte.

La boda se realizó el segundo domingo de abril al medio día, según Amaranta, la tradición decía que las bodas debían ser los domingos por la mañana y casi le da un ataque cuando supo que Lexie no planeaba usar un vestido de novia como correspondía. Al contrario, Lexie se había decidido por un vestido sencillo hasta la rodilla, color rosa pálido y con algunos detalles dorados y finalmente su suegra terminó por aceptarlo.

De lo que no se pudo salvar, fueron de las antigua supersticiones, en eso Amaranta no iba a ceder así que obligó a Lexie a quitarse cualquier joya de oro que pudiera utilizar por lo menos hasta después que estuviesen casados y también hizo que Gianluca llevara en su bolsillo un pedazo de hierro para ahuyentar a los malos espíritus. Ninguno de los dos creía en eso pero lo aceptaron de todas formas.

Gianluca estaba un poco nervioso de pie bajo un arco de flores esperando a Lexie. A su lado estaban los padrinos, Nick, Danny, y Tyler lanzándole un par de bromas, esos cuatro habían formado una amistad bastante fuerte en los últimos años. Frente a ellos estaban las damas de honor, Jo, Giovanna e Isabella.

—Tranquilo, no puede escapar —le susurró Nick entre risas, llevaba a Gemma en sus brazos mientras esperaban—. Estamos al otro lado del mundo, no sabría dónde ir.

—Sí, eso me tranquiliza mucho —respondió irónico.

—Si eso no te tranquiliza, solo tienes que levantar la mirada.

Gianluca hizo lo que le dijo y se encontró con la mujer más hermosa que había visto en su vida. Lexie iba caminando hacia él, tomada del brazo de su padre y con la sonrisa más radiante del mundo. Llevaba el pelo recogido, lo que resaltaba aun más sus facciones, volvió a enamorarse de esa mujer y sintió una emoción tan fuerte que no podría haberla descrito. Quería llorar pero se contuvo.

—Estás preciosa —le susurró cuando llegó a su lado y el juez comenzó a hablar—. Creo que soy el hombre más afortunado del mundo.

—Tú tampoco estás mal —le guiñó un ojo, todavía sonriendo.

Escucharon con atención lo que el juez decía y esperaron a que este les diera el turno para decir sus votos de amor. A Lexie le había costado sudor y lágrimas escribir los suyos pero al fin lo había conseguido.

—Nunca creí que podría llegar a enamorarme de nuevo —comenzó sin dejar de mirarlo—, mucho menos que me casaría hasta que te conocí a ti. No ha sido fácil llegar hasta aquí y creo que todos lo saben, hemos pasado por demasiadas pruebas que tal vez en un principio nos alejaron pero que no pudieron con nosotros, al contrario, nos hicieron ser una pareja más sólida y jamás hemos perdido la esencia de nuestro amor. Prometo que voy a amarte de todas las formas que existan, ahora y para siempre, prometo que aunque los días se pongan difíciles nunca olvidaré que nuestro amor es algo para toda la vida y que siempre habrá un mañana para nosotros porque también sé que tal como pasó hace un par de años, si un día algo nos llega a separar, encontráremos siempre la manera de volver a encontrarnos —puso su mano en la mejilla de él—. Te amo, Gianluca Maccioni y estoy ansiosa por comenzar a vivir el resto de mi vida contigo.

Todos quedaron realmente enternecidos al escuchar los votos de Lexie, Jo estaba llorando ya que ella había sido testigo de todo lo que le había costado a su amiga abrirse nuevamente al amor. A Gianluca se le hizo un nudo en la garganta por la emoción y su voz tembló un poco cuando comenzó a hablar.

—No sé cómo voy a superar eso —quería aligerar un poco el ambiente y tranquilizarse a sí mismo, todos rieron—. Ninguno de los dos ha tenido una vida fácil, en cierto modo creo que fue por eso que la vida nos puso en el camino del otro. Este es un día que será inolvidable porque siempre quedará grabado en mi mente el día en que delante de todos, no tuve ningún temor de gritar a los cuatro vientos lo mucho que te amo. Prometo estar siempre a tu lado, ayudarte a amar la vida en esos días en que piensas que todo está perdido, prometo tratarte siempre de la mejor manera, tener paciencia, quedarme a tu lado en silencio cuando lo único que necesites sea compañía y hacerte reír todos los días de nuestra vida —Lexie no se podía aguantar la emoción y un par de lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, él las limpió con delicadeza—. Te entrego mi alma y mi corazón para toda la eternidad; tanto en los momentos de salud y felicidad como en los de tristeza y enfermedad. Te amo, Alexia Brooks y eres la persona que mi corazón, mi alma y mi mente ha elegido para formar un hogar y nunca me separaré de tu lado —la tomó firmemente de la cara, le robó un beso y luego se alejó para gritar a los cuatro vientos—. ¡Te amo!

Entre Giovanna y Jo, no se sabía cuál estaba llorando más, sin importarles las horas que pasaron maquillándose. Una vez que el juez los declaró, marido y mujer, Gianluca tomó a Lexie por la cintura y la acercó a él para sellar la ceremonia con un beso de amor verdadero, con un beso que debía ser igual al que se daban todos los días pero que se sentía completamente diferente porque en ese momento, se pertenecían del todo el uno al otro.

Luego, ambos lanzaron una paloma al aire cuyo propósito era honrar a un ser querido que ya no estaba con ellos. En ese caso, a Cielo y también a Irina, que estaban seguros los acompañaban ese día tan especial.

Ya en la celebración, Amaranta había contratado a unas personas para que tocaran música en vivo y Gianluca tomó la mano de Lexie para dirigirse a hacer el primer baile de los novios.

—Esta no es una boda común —le dijo mientras rodeaba su cintura con ambos brazos y ella le rodeaba el cuello—, así que la música no tiene por qué ser la usual y sé que no te gusta el vals así que pensé que tal vez podíamos cambiar eso.

Les dio una mirada a los chicos de la música y enseguida, a los oídos de Lexie llegó el sonido de un violín tocando la melodía de The reason de Hoobastank. Su canción, la primera canción que escucharon juntos ese día tan lejano en el que nunca se podrían haber imaginado que la terminarían bailando el día de su boda.

He encontrado la razón para cambiar lo que siempre he sido—cantaba él en su oído mientras ella no podía detener las lágrimas—. Una razón por la cual empezar de nuevo y la razón eres tú.

Me haces la mujer más feliz del mundo, Gianluca Maccioni.

—Y lo seguiré haciendo, porque soy el hombre más afortunado del mundo al tenerte, Alexia Maccioni.

—Hasta que ambos encontramos nuestro final feliz, ¿no?

—No, final no —la corrigió antes de acercarse nuevamente a sus labios—. Hasta que al fin encontramos nuestro «felices para siempre».

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora