Capítulo 57: Navidad diferente [PT.2]

5K 430 17
                                    

       

—¡Feliz Navidad! —dijeron todos en algo que sonó mitad grito, mitad susurro por respeto a los bebés que se encontraban profundamente dormidos.

Venecia también se había quedado dormida hacía unas horas pero Cielo, Allie y Jay estaban ansiosos por abrir sus regalos. Mientras los adultos conversaban con alguna copa de espumante o vino en la mano, los niños comenzaban a emocionarse por sus nuevos juguetes, muñecas, autos, videojuegos y libros para colorear; estaban felices y eso también hacía felices a los grandes.

Ya un rato pasada las doce, el timbre sonó. El corazón de Alexia se detuvo un momento al pensar en quién podía ser, si era su ex esposo solo deseaba que todo resultara bien. Su vida se estaba volviendo cada vez más extraña.

—¡Nick! Feliz Navidad —saludó Gianluca una vez que abrió la puerta y ambos se dieron un abrazo como si fueran grandes amigos, luego pasó lo mismo con Adán y con Iván que sorpresivamente también iba con ellos.

En su aturdimiento, Lexie echó una mirada hacia Maddie quien se estaba acomodando el cabello con rapidez y le decía algo a su hermana al oído. Cuando reaccionó, fue a abrazar a su hijo y desearle una feliz navidad.

—Tu regalo está en casa —le susurró al oído y al chico le brillaron los ojos. Luego se dirigió a los tres—. Creí que ya no vendrían.

—Sí, nos demoramos porque papá hizo una parada de lo más misteriosa —Nick le dio un pequeño golpe en la cabeza haciéndolo reír y decir rápido, antes de salir casi corriendo—. Apostaría mi regalo a que era la casa de una chica.

—No era una chica, ya te dije que era un señor con el que trabajo.

—Se veía la silueta desde el auto, era claramente una mujer —intervino Iván, ganándose un golpe parecido al de Adán, pero un poco más fuerte. Típico golpe de hermanos—. ¡Auch!

—Se parecía a Charlie de lejos —apuntó Adán desde el otro extremo.

—¿Charlie? —preguntó Lexie, recordando vagamente a la chica del caso de Nick—. ¿Cómo la conoce?

—Hemos trabajado a veces en casa cuando los niños están ahí y solo para que lo sepan, Charlie es una niña y somos amigos, no era ella a quién pasé a saludar.

—¡Te sonrojaste! —apuntaron Lexie e Iván al mismo tiempo con una sonrisa, esos dos juntos parecían adolescentes.

—Son insoportables.

Nick largó a reír igual que ellos y luego se dirigió hacia los demás para saludarlos, Gianluca le presentó a sus padres y a su hermana, y aunque al principio sus padres no entendían nada, luego terminaron por aceptarlo y denominar lo que tenían como «relaciones modernas».

En un momento dado de la noche, todos estaban ocupados conversando. Nick y el señor Maccioni eran abogados por lo que se encontraban muy entretenidos hablando del tema, además, los niños se habían dormido así que Gianluca tomó a Lexie de brazo y la condujo hasta la cocina. Iban riendo como dos adolescentes traviesos dispuestos a buscar un lugar en el que poder besarse tranquilos pero al llegar ahí, ya a otros se les había ocurrido esa idea.

Iván y Maddie se besaban apasionadamente sin ser conscientes de que tenían público hasta que Lexie se aclaró la garganta y ambos se separaron con una velocidad increíble que hizo reír a los dos adultos. Definitivamente, disfrutaban ponerlos incomodos y no iban a desaprovechar la oportunidad.

—Hay un hotel a dos cuadras, ¿saben? —Lexie enarcó una ceja con diversión y Maddie enrojeció totalmente.

—Sí, bueno. Nosotros no trabajamos, no tenemos dinero para costearlo —Iván le siguió el juego—. En cambio ustedes si podrían, ¿por qué nos interrumpen?

—Porque en esa mesa, come mi hija y mi sobrino. Si no pueden controlar las hormonas, hay una habitación de invitados arriba al final del pasillo pero por favor, no en la cocina.

Lexie y él soltaron una carcajada mientras los jóvenes salían avergonzados de la cocina hacia el comedor en donde estaban todos.

Cuando por fin estuvieron solos, Gianluca buscó algo en uno de los muebles y le pidió a Lexie que cerrara los ojos, ella hizo lo que le pidió y cuando los abrió se encontró con una cajita de terciopelo de tamaño mediano.

Gianluca la abrió, dejando a la vista un colgante de plata, que al medio tenía una hermosa piedra esmeralda. La rubia quedó maravillada ante tan bonito obsequio que se abalanzó sobre él.

—Feliz Navidad, preciosa —dijo él rodeándola con sus brazos—. Cuando lo vi no pude evitar pensar en ti, en lo bien que se verían combinados con tus ojos que son casi del mismo color.

—Me encanta, muchas gracias.

Se dio la vuelta para que la ayudara a ponérselo, y él lo hizo con el máximo cuidado y lentitud. Disfrutando cada roce de su piel.

Una vez que el colgante estuvo en su lugar, ella se dio la vuelta para besarlo. Llevaba toda la noche deseando tener un momento a solas con él y por fin lo había conseguido, deseaba desde lo más profundo que la desnudara y le entregara todo el amor que tenía pero sabía que no era el momento, no rodeado de familiares que podían entrar en cualquier momento.

—El regalo que te di hace un rato es solo una parte —susurró Lexie cuando se separó un par de centímetros—. Para tener la siguiente parte, debes ir a mi casa mañana —sus ojos brillaron—. Los niños estarán donde Nick.

Algunos días atrás, mientras buscaba algo que regalarle a Jo terminó en una tienda de ropa interior y había encontrado un conjunto de encaje rojo hermoso con el que solo se le vino a la mente una idea; Gianluca quitándoselo. Sabía que le gustaría, así que no tardó en comprarlo y guardarlo en el fondo de su armario para que ninguno de sus hijos pudiera encontrarlo por error.

—Ya me estoy haciendo la idea del regalo y déjame decirte que desde ya, me encanta —respondió él haciéndola reír y se acercaron nuevamente para besarse.

No estuvieron mucho tiempo ahí, ya que también tenían que compartir con el resto. Salieron y entre todos, siguieron conversando hasta cerca de las tres de la mañana, hora en la que los invitados volvieron a sus casa. Lexie y Adán fueron los últimos en irse, igual al día siguiente se volverían a reunir ahí para un almuerzo en el patio aprovechando que el día iba a estar soleado.

Cuando llegaron a casa, Lexie acostó a Cielo y luego se dirigió a la habitación de Adán quien se abalanzó sobre ella para abrazarla apenas ingresó. Había visto la nueva consola de videojuegos que le había regalado su madre, justo la que quería.

—Gracias, mamá. Siempre sabes darme lo que deseo.

—Sí, no es que lo mencionaras cada dos segundos en los últimos meses pero de nada.

—Mañana después del almuerzo, ¿puedo ir a saludar a Lucy? —preguntó con timidez, aún le daba un poco de vergüenza hablar de su novia con su madre—. Es nuestra primera navidad juntos y quiero llevarle un regalo.

—Claro que sí. Creo que Cielo también querrá saludarla pero no te preocupes, solo saludaremos y nos iremos. No te avergonzaremos.

—¿En la noche nos quedaremos con papá?

—Síp. Le diré que te pase a buscar a casa de Lucy, así te vas directo —depositó un pequeño beso en la frente de su hijo—. Buenas noches, te amo. Y no olvides cepillarte los dientes.

—Te amo, mamá.

Lexie cerró la puerta y se dirigió a su habitación, al menos ese había sido un buen día después de los anteriores. Más que un buen día. A pesar de todo, se sentía feliz de haber visto a su hija disfrutando nuevamente con sus primos y Venecia, cosa que no hacía desde varios meses atrás. Eso le dio un poco de esperanza y aferrada a eso, se durmió, llegando a soñar que un día todo lo malo se iría y ella podría se completamente feliz con su extraña familia sana y salva.

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora