Capítulo 23: Nacimiento

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—¡Sáquenme esta cosa de adentro! —gritó Giovanna por quinta vez desde que habían entrado. Toda la clínica se había enterado de que estaba en trabajo de parto.

—Giovanna, es un bebé, no una cosa —repitió su hermano lanzando un largo suspiro—. Y cállate, que hay más gente en las otras habitaciones y se sienten igual de mal.

—¡No me importa la demás gente! ¿Por qué los hombres no son los que tienen los bebés? Es totalmente injusto.

—Así es la vida. Respira, y tranquilízate un poco que estás asustando a Venecia.

La pequeña estaba sentada en un sillón en la esquina de la habitación mirando asustada cómo sufría su tía y a punto de echarse a llorar ella también. Gianluca se acercó a su hija y la tomó en sus brazos, Lexie por su parte se acercó a Giovanna y le tomó la mano, sorprendiéndola.

—Tranquila —dijo con voz dulce, sabía lo que estaba sintiendo perfectamente—, cuando lo tengas en tus brazos vas a ver que valdrá la pena todo este calvario.

—¿Tienes hijos? —preguntó la mujer jadeando, las contracciones eran cada vez más dolorosas y seguidas.

—Sí, dos.

—¡Dios! Yo no quiero tener ninguno más después de este —lanzó un pequeño grito de dolor pero esta vez un poco más silencioso y luego rompió a llorar otra vez—. No puedo, no puedo hacer esto. No lo soportaré.

—¡Vamos! Sí que puedes —Lexie intentaba distraerla de cualquier forma, era lo que habría necesitado que hicieran por ella cuando estaba por dar a luz a su primer bebé—. Mi primer hijo lo tuve a los quince años, créeme que estaba tan asustada como tú, biológicamente era una niña y no sabía qué haría con un bebé. No hay nada imposible, vas a poder tener a tu hijo y cuando lo veas el dolor pasará a segundo plano. Te lo prometo. Eres mujer y todas las mujeres podemos con esto, es por eso que nos toca. Además —se acercó para que solo ella la escuchara—, ¿te imaginas a un hombre dando a luz? Si con un pequeño resfriado, ya piensan que están en su lecho de muerte.

—Gracias, ya entiendo por qué le gustas tanto a mi hermano.

—Dios mío —suspiró Gianluca. Hasta sufriendo su hermana lo dejaba en vergüenza, miró a Lexie quien estaba muy sonrojada y eso le causó ternura—. ¿Por qué mejor no sigues gritando lo mucho que te duele?

—Lo siento.

—Ya te inyectaron la anestesia epidural, ¿verdad?

—Sí, dime por favor que nacerá pronto. No aguanto más.

Antes de que pudiera decir nada más, el saco amniótico se rompió y llamaron al médico quien pidió si podían sacar a la niña de la habitación cuando vio que la dilatación de Giovanna estaba más que bien y ya iba a nacer el bebé. Lexie la tomó en sus brazos y fue a la sala de espera mientras Gianluca acompañaba a su hermana.

La pequeña temblaba de miedo en los brazos de Lexie pero luego de unos momentos, se tranquilizó y se quedó dormida. Aproximadamente una hora más tarde, salió Gianluca sacándose la mascarilla y luciendo bastante más tranquilo que antes.

—¿Y? —preguntó en un susurro Lexie para no despertar a la pequeña.

—Todo salió bien —se sentó a su lado y dio un largo suspiro de alivio—, dicen que ella y el bebé están estables.

—¿Ves? Te dije que todo saldría bien.

—Siento todo esto, no es cómo quería que pasáramos nuestra primera cita.

—¿Bromeas? Creo que fue la mejor cita que he tenido en toda mi vida.

—¿Crees que me puedas hacer un último favor?

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora