Capítulo 40: Momento a solas

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—¿De verdad ya te vas? —preguntó Lexie a Gianluca, habían estado toda la tarde juntos y como Cielo estaba mejor, habían almorzado todos en la mesa—. ¿Por qué no se quedan a cenar?

—Es tarde y creo que les hará bien tener una cena familiar, ya va a llegar Nicolás y Adán, y supongo que están aburridos de verme hasta en la sopa.

—Que se acostumbren a verte hasta en la sopa —ella lo abrazó nuevamente en un intento por retenerlo y él solo rió.

—¿Quieres salir a cenar conmigo el viernes? Prometo sorprenderte.

—¿Una cita?

—Sí.

—Debo consultarlo con mi agenda —bromeó sin soltarlo—, ¿a qué hora pasas por mí?

—¿Siete y media?

—Está bien.

—Nos vemos mañana, preciosa.

Ella lo tomó del cuello de la camisa y lo acercó para darle un beso de despedida, se separaron apenas sintieron la puerta abrirse dando paso a Nick y Adán, quienes no alcanzaron a ver nada pero podían imaginárselo.

—Yo ya me iba —dijo apresurado el médico—, iré a buscar a Venecia.

Salió a la habitación de Cielo en donde estaba Phil «tomando el té» con las dos niñas, por su parte Lexie estaba un poco nerviosa pero ni su ex ni su hijo hicieron preguntas sobre la situación.

—¿No se quedará a cenar? —fue lo único que quiso saber Adán.

—No, debe volver a casa. Y de sorpresa llegó el abuelo poco después de que se fueran.

—¿El abuelo?

—¿Phil? —preguntó Nick al mismo tiempo que su hijo.

—Sí, yo también me sorprendí un poco, sabría que vendría pero no tan rápido —le lanzó una mirada maliciosa a su ex—. Tranquilo, ya no quiere arrancarte la cabeza.

—No lo recuerdo muy bien —comentó Adán.

—Cuando lo veas tal vez te acuerdes, ¿por qué no vas a verlo? Está con Cielo.

El niño entendió la indirecta y salió a ver a su hermana y a su abuelo. Gianluca que iba saliendo, se despidió de ella de un beso en la mejilla y luego se dio un apretón de manos con Nick, la pequeña Venecia abrazó a Lexie como siempre y para sorpresa de todos también a Nick, era una niña muy cariñosa.

—¿Es su hija? —preguntó Nick cuando ya se habían ido.

—Sí, es muy dulce —se quedaron nuevamente en silencio y Lexie se pasó una mano por el cabello, un poco nerviosa antes de hablar—. ¿Puedes cuidar a los niños el viernes por la noche?

—¿Saldrás con él? —ella asintió solo con la cabeza—. Puedo llevarlos a mi departamento como en los viejos tiempos, Cielo y Adán necesitan normalidad en sus vida y lo normal sería pasar el fin de semana en mi casa.

—Promete que llamarás a la hora que sea si algo ocurre y que contestarás todas mis llamadas. ¡Todas!

—Por supuesto.

—Gracias, Nick.

Él solo le sonrió, no podía hacer nada más. Le dolía ver a la mujer que amaba empezar a rehacer su vida con otro hombre ya que nunca pensó que lo haría y lo peor de todo era que no podía hacer nada para evitarlo porque él fue el quien arruinó todo, el que hacía un tiempo le había dicho que tenían derecho a rehacer sus vidas después de tres años separados aunque no lo pensara realmente.

***

Los siguientes tres días pasaron volando, dando paso al viernes, Lexie se encontraba frente al espejo intentando decidir qué ropa llevaría puesta. El sexto vestido que se probó fue el que terminó por convencerla aunque seguía sintiendo que algo le faltaba. El timbre sonó y se sobresaltó, se puso rápidamente los tacones y salió a abrir.

Como de costumbre, al verla Gianluca quedó maravillado, no sabía qué era lo que hacía esa mujer para verse aún más hermosa de lo normal y no dudó en decírselo logrando que ella se sonrojara nuevamente. El departamento estaba vacío ya que Nick se había llevado a los niños unas horas antes.

—Déjame hacer la última llamada a Adán y nos vamos.

Gianluca asintió y se acomodó en el sillón mientras Lexie se aseguraba por tercera vez en dos horas que Cielo seguía estando bien. Cuando su hijo le aseguró que todo estaba igual que media hora antes, Lexie se tranquilizó y pudieron comenzar su cita.

Gianluca condujo hacia un lujoso restaurant, durante todo el camino no soltó su mano derecha de la de Lexie. Estacionó el auto y como todo un caballero la ayudó a bajar de él. Al entrar, le dijo su nombre a la chica que tenía una carpeta en sus manos para que supiera que tenían una reserva. La chica rápidamente los ubicó en su mesa y no pasaron muchos minutos hasta que un joven llegó a atenderlos.

—Es hermoso este lugar —dijo Lexie una vez que ya habían ordenado, su mesa estaba ubicada al lado de un gran ventanal, el cielo estrellado y el estilo del restaurant eran perfectos para una cita romántica—, siempre logras sorprenderme.

—Me alegra que te guste. Ya sabes que no conozco muchos lugares por aquí pero solo pude imaginarme contigo en este.

—¿Gustarme? Me encanta, gracias.

—Gracias a ti por aceptar la invitación.

Siguieron conversando y riendo, disfrutando de una velada maravillosa, en un maravilloso lugar, con una hermosa compañía. En el fondo del lugar había un pianista que con sus melodías hacía que todo fuera todavía más perfecto.

Un par de horas después, abandonaron el lugar con una sonrisa de completa satisfacción en el rostro, pero aún no había acabado la noche. Gianluca tenía otra idea en mente y sin decir nada condujo hacia «El parque del amor»; era un lugar al que iban muchas parejas, por la noche la iluminaban de manera en que se veía maravilloso, tenía asientos y también las personas podían llevar sus mantas para sentarse en el césped a observar las estrellas.

—¿Te molestaría sentarte en el césped con ese vestido? —preguntó él nervioso, dándose cuenta de que tal vez no fue una muy buena idea.

—Para nada, el problema creo que será los tacones al caminar por el césped pero nada que no se pueda hacer.

—Eres increíble.

Los viernes eran la noche que más parejas salían a pasear por ese lugar pero era una suerte que fuera bastante grande y siempre hubiese uno que otro espacio disponible. Gianluca sacó una manta de la parte trasera del auto y Lexie rió al ver que la manta tenía dibujos de Hello Kitty.

—Sé que es lo más mata pasiones del mundo. Lo siento, es de Venecia, no encontré la verde y estaba atrasado.

—Es perfecta, me sigues sorprendiendo.

Siguieron caminando hasta que se acabó el pavimento y solo quedó el césped, los zapatos de Lexie se comenzaron a hundir impidiéndole caminar.

—¿Te importa hacer el ridículo? —le preguntó Gianluca divertido y ella negó con la cabeza—. Entonces, sostén esto.

Le pasó la manta y la levantó del suelo para dirigirse a un lugar vacío, a esa hora aún no había tanta gente. Recibieron aplausos y silbidos, por su espectáculo y alejados de todos, estiraron la manta y se sentaron en ella. Luego de un momento, se acostaron mirando al cielo y quedaron en silencio un largo rato como si las palabras no fueran necesarias, sus manos estaban entrelazadas y Gianluca estaba nervioso. Ella lo notó enseguida.

—¿Lexie? —se armó de valor al fin.

—Dime.

—¿Quieres ser mi novia?

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora