Capítulo 5: Fiebre

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Tendida en la cama se encontraban Lexie y Adán viendo una película en la televisión, la sorprendió bastante que su hijo no presentara ninguna queja al tener que prestarle su habitación a su primo y lo más extraño fue que él como hacía mucho tiempo no hacía, se ofreció a dormir con su madre.

Cielo, Jay y Allie estaban en la sala de estar jugando a alguna cosa y también viendo televisión, se escuchaban sus pequeñas voces por toda la casa y aportaban una energía totalmente positiva al ambiente. Con una sonrisa en el rostro y con sus brazos rodeando el cuerpo de su hijo, Lexie veía cómo Katniss se ofrecía voluntaria para salvar a su pequeña hermana de los juegos del hambre.

—¿Discutiste con papá? —le preguntó Adán en cuanto terminó la película.

Alexia hubiese preferido hablar del presidente Snow, antes de tocar el tema en esos momentos pero sabía que su hijo era demasiado curioso para dejarlo pasar.

—No, solo hablamos como los adultos civilizados que somos.

—Esa no se la cree ni Cielo, mamá.

—¿Me estás diciendo inmadura, Adán Johnsonn? —no lo dejó contestar ya que antes de darle tiempo de reaccionar, comenzó a hacerle cosquillas y ambos estallaron en carcajadas.

Mientras Adán intentaba revertir la situación sin mucho éxito, los pequeños aparecieron en la puerta y se emocionaron al verlos por lo que no tardaron en correr hacia ellos. Todos se vieron envueltos en una guerra de cosquillas menos Cielo, que se quedó de pie en la puerta y parecía estar un poco desorientada. Lexie no tardó en notar que algo iba mal; su pequeña jamás se había negado a una guerra de cosquillas.

—¿Qué pasa, Cielito? —preguntó acercándose a ella y justo en el momento en que llegó hasta ella, la pequeña se tambaleó de un lado a otro, alarmando a su madre—. ¿Cielo?

A los pocos segundos Cielo parecía haber vuelto a la tierra aunque seguía luciendo muy cansada y afectada.

—Me duele la cabeza, mami.

—Tienes un poco de fiebre —Lexie puso sus labios en la frente de la niña—. Iré por el termómetro. Adán, ¿puedes llevarla a su habitación y acostarla, por favor?

—Claro. Vamos, pitufa.

Alexia corrió al botiquín a buscar el termómetro, claramente preocupada ya que sus dos hijos nunca habían sido de enfermarse y ese mareo que tuvo la dejó bastante intranquila. Tal vez estaba incubando algún resfriado, solo esperaba que no fuera nada grave.

Efectivamente, tenía fiebre así que fue por unos paños tibios y los puso en su pequeña cabeza mientras la hacía dormir. Acostó a sus sobrinos y esperó a que Cielo se durmiera para por fin poder irse a la cama ella también, aunque no logró conciliar el sueño en toda la noche.

Al su lado, Adán dormía como un bebé y para no despertarlo, tomó su teléfono y se fue a la sala para llamar a Nicolás. No podía enviar a su hija al colegio el día siguiente en ese estado y mucho menos dejarla sola en casa.

—¿Lex? —Nicolás llevaba unos veinte minutos dormido y se notaba en su voz somnolienta y confundida—. ¿Sabes la hora que es?

—No te llamaría si no fuera importante —repuso ella cortante ante de continuar—. ¿Puedes llevar a los niños al colegio mañana? Estamos con Jay y Allie.

—Sí, pero, ¿por qué? ¿Pasó algo?

—Cielo está con la temperatura muy alta, no voy a enviarla al colegio mañana y si empeora la llevaré a la clínica.

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora