Capítulo 18: Besos desconocidos

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Cerca de las tres de la mañana, Lexie abrió los ojos y enseguida se sonrojó al ver la situación en la que se encontraba. A su lado, dormía Gianluca tranquilamente mientras la rodeaba con sus brazos y sin quererlo le provocaba un revoloteo desconocido en el estómago; se volvió a sentir una adolescente por unos minutos. Con mucho cuidado levantó el brazo del médico e intentó salir de su abrazo pero no lo logró ya que este abrió los ojos de golpe.

—¿Volvió la luz? —le pregunto él, todavía un poco somnoliento.

—No lo sé, quería ir a ver pero... —apuntó su brazo rodeando su pequeña cintura.

—¡Oh! Lo siento —Gianluca agradeció que siguiera oscuro ya que como hacía mucho tiempo no le pasaba, se sonrojó mientras quitaba su brazo extrañando enseguida el calor que el cuerpo menudo de la mujer le transmitía.

Lexie por su parte, también comenzó a extrañar aquellas extrañas sensaciones que había sentido unas horas atrás, pero intentando ignorar todo eso se dirigió con cuidado hacia donde estaba el interruptor de la luz para comprobar si había vuelto. Por desgracia, o tal vez por suerte para ellos, aún no regresaba.

La noche comenzaba a ponerse cada vez más fría y no tenían ninguna forma de entrar en calor hasta que Lexie recordó que en su oficina tenía la manta que utilizaba por las mañanas, ya que era una persona muy friolenta. Caminando a tientas por la oscuridad, se dirigió a su despacho pero no recordaba en qué lugar había dejado la manta, el orden no era algo que la caracterizara.

Antes de encontrarla se golpeó con su escritorio y tiró un par de cosas al suelo, sobresaltando a su compañero quien estaba en la habitación del lado y enseguida fue a ver si todo estaba bien.

—No pasa nada —lo tranquilizó ella desde algún lugar de la habitación—, suelo ser un poco torpe y más si no están mis cinco sentidos funcionando. Deberías saberlo ya que me conociste cayendo de una silla.

Él se fue acercando lentamente para ayudarla y ella avanzó en dirección a él, chocando nuevamente con algo y tropezando con las cosas que habían caído anteriormente.

—¡Mierda! —exclamó Lexie en el momento en que sus pies pisaron una carpeta y esta se resbaló por el suelo haciendo que perdiera el equilibrio hacia adelante hasta que fue atrapada por Gianluca, una vez más.

Ambos se quedaron ahí, mirándose a los ojos solo con la iluminación de la luna entrando por la ventana. Ninguno fue capaz de apartar la vista, ojos grisáceos y ojos verdes enfrentados, sin la intención de cortar el contacto. En ese momento, un pequeño escalofrío recorrió la columna de Lexie hasta erizarle los vellos de la nuca y se preguntó a qué sabrían los labios de su colega.

Antes de regañarse a sí misma por ese tipo de pensamiento, notó que Gianluca estaba pensando lo mismo que ella ya que desvió la mirada de sus ojos a sus labios y su respiración se comenzó a acelerar. Automáticamente, ambos se comenzaron a acercar hasta que solo pocos centímetros los separaban, sus respiraciones se habían entremezclado y estaban a punto de rozar suavemente sus labios cuando se oyó un ruido y enseguida se comenzaron a encender las luces, arruinando completamente el momento.

Ninguno de los dos fue capaz se alejarse enseguida, se observaron, ambos sonrojados y deseosos de probar los labios del otro igual que unos adolescentes pero la oportunidad ya había pasado. Fue Lexie quien cortó definitivamente el momento, dirigiéndose a las cosas tiradas en el suelo para recogerlas.

—Emm...Yo —comenzó a decir ella, intentando ocultar su rostro ya que se moría de vergüenza—. Lo siento mucho.

—Yo no —respondió él sin moverse un centímetro de donde estaba.

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora