Capítulo 67: Química

4.1K 372 30
                                    

Dos horas habían pasado desde que Lexie había dejado la casa de Gianluca, dejando atrás su corta pero intensa relación. No estaba muy segura de cómo había sido capaz de conducir hasta su casa sin haber sufrido algún accidente ni si habría respetado alguna de las señales de transito que se le cruzaron en el camino.

Por suerte para ella, cuando llegó al departamento se encontró con que Nick y Cielo se habían quedado dormidos en el sillón viendo una película animada. La pequeña estaba envuelta en dos mantas, cosa que en cualquier momento hubiese hecho sonreír a Lexie por la preocupación exagerada de Nick pero en ese momento no podía pensar en nada más que en lo que había sucedido en la última hora. Adán no se encontraba, debía de estar donde su novia, lo que la alegró un poco ya que no se sentía en condiciones de explicar qué le pasaba ni tampoco de fingir en frente de su familia que todo estaba bien cuando estaba muy lejos de estarlo.

Las lágrimas no habían dejado de caer por sus mejillas desde que se encerró en su habitación y se dirigió hasta el baño, estuvo cerca de una hora sentada en el piso con la espalda apoyada en la puerta, abrazando sus piernas e intentando hacer el menor ruido posible.

Uno de los llantos más dolorosos es ese silencioso, ese en el que además de estar destruido tienes que estar preocupado por que nadie más te escuche, porque no quieres que nadie sepa que estás mal, porque te preocupas tanto por los demás que se te olvida que tú también importas, se te olvida que eres humano.

Luego se puso de pie y se quedó mirando fijamente en el espejo, intentaba convencerse de que todo era una pesadilla pero a los pocos segundos, se desilusionaba al aceptar que todo era real; que su novio, el que creía que siempre estaría ahí para ella, se cansó de esperar. Y lo peor era que tenía toda la razón del mundo para hacerlo, ella lo entendía y no tenía idea de por qué no le había negado lo que él decía, por qué no le pudo decirle que se equivocaba, era como si las palabras no pudieran salir de su boca, como si una voz en el fondo de ella quisiera gritar que lo amaba a él pero por alguna razón esa voz no lograba salir. Por una razón que ella creía conocer pero que se negaba a aceptar del todo.

—Lex —la voz de Nick la sacó inmediatamente de su ensimismamiento y comenzó a secar las lágrimas con rapidez—. ¿Estás ahí?

Lexie echó a correr el agua del lavamanos y se lavo la cara, intentó aclararse la voz y tragarse todo el dolor una vez más, lo que resultó demasiado difícil ya que parecía que algo ardía en su garganta como si hubiese estado gritando todo ese tiempo. Se preguntó si tal vez no lo hubiese estado haciendo sin darse cuenta mientras creía que lloraba en silencio.

—S-sí —en un principio le costó un poco recuperar su voz y terminó siendo algo parecido a un débil quejido.

—¿Llegaste hace mucho?

—No, solo hace un rato —se miró una vez más en el espejo y notó, horrorizada, que no podría salir del baño sin que se le notara que estaba destrozada, su nariz estaba colorada, unas manchas rojizas cubrían sus ojos y varias otras zonas de su rostro como siempre le ocurría—. Los vi tan tranquilos con Cielo durmiendo que no quise despertarlos.

—¿Estás bien?

—Claro, ¿por qué no lo estaría?

—¿Puedo pasar? —estaba claro que no se creería eso, así que ignoró lo que ella dijo.

—Prefiero que no, estoy... estoy saliendo de la ducha y debo... debo vestirme —su mentira no sonó muy convincente. Ni a su hija de seis años hubiese engañado.

—Lex...

Lexie soltó un largo suspiro para darle a entender que podía pasar, se sentó en el borde de la bañera y esperó a que él entrara, imaginando a la perfección la reacción de su ex esposo al verla así. Lo había visto miles de veces antes y siempre era la misma.

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora